Haití: a derribar miles de edificios

Por Garry Pierre-Pierre

HAVANA TIMES, 2 mar (IPS)  — Será necesario derribar miles de edificaciones dañadas por el terremoto del 12 de enero en Haití, según la recomendación de un equipo de ingenieros de Estados Unidos que analizó la situación en Puerto Príncipe.

La pérdida masiva de vidas e infraestructura en el país más pobre de América podría haberse evitado si se hubieran utilizado diseños y materiales resistentes a los terremotos, aseguró un estudio de cinco ingenieros civiles y ambientales de la Universidad de Washington, divulgado la última semana.

La inspección de la región afectada reveló que el terremoto, que causó la muerte a más de 200.000 personas y dejó a más de 1,5 millones sin hogar, no se debió a una falla superficial de la tierra, sino que fueron temblores más profundos los que causaron el derrumbe de los edificios y motivaron la mayoría de las muertes.

El equipo de ingenieros también concluyó que muchos de los edificios que resistieron al terremoto tendrán que ser derribados, porque los daños sufridos los hacen irrecuperables.

“Muchas de las estructuras dañadas tendrán que ser destruidas”, afirmó el profesor Marc Eberhard, que encabeza el equipo de expertos. “No son sólo cien o mil edificios. Es una cifra enorme de construcciones que ni siquiera puedo calcular”.

El equipo señaló que su estudio no halló evidencias superficiales de la falla que podría haber causado el terremoto del 12 de enero, de grado 7 en la escala de Richter.

“Gran parte de la pérdida de vidas humanas podría haberse impedido con diseños y construcciones resistentes a los terremotos, así como con un mejor control de calidad en el trabajo del hormigón armado y la albañilería”, aseguró el equipo.

Mientras, la vida sigue para los 130.000 habitantes de Léogâne, una ciudad a 32 kilómetros al oeste de la capital, donde estuvo el epicentro de sismo.

Marie Saintus se adapta a sus circunstancias e intenta divertirse con sus vecinos, arrellanada como una reina en un sillón de mimbre en la vivienda improvisada montada   en el estadio de Anacaona, en medio de esta otrora bucólica ciudad.

“No le saquen fotos a la comida”, dijo Saintus con tono de broma. “No queremos que la gente sepa que tenemos comida. Vamos, tomen una foto de esa niñita. Parece que necesita ayuda”.

Desde el terremoto, los habitantes de Léogâne se dedicaron a buscar familiares, enterrar a los muertos y adaptarse a la nueva vida que les ha sido impuesta. La gente de esta zona se enorgullece de que, aunque el terremoto destruyó aproximadamente 80 por ciento de las edificaciones, la pérdida de vidas fue relativamente pequeña.

“No somos como Puerto Príncipe”, dijo Jean Montigene, una profesora de un liceo de educación secundaria de Léogâne, que resultó destruido tras el sismo. “No vivimos unos arriba de los otros, así que pudimos escapar hacia la seguridad” cuando se produjo el sismo.

Mientras el gobierno central reportó entre 20.000 y 30.000 muertes en el área, la gente en Léogâne estima la cifra real de víctimas fatales en 5.000.

Antes del terremoto, Saintus era una empleada pública que trabajaba para el gobierno municipal. Su sueldo era incierto, y en ocasiones pasaba varios meses sin recibirlo.

“Ahora me paso el tiempo preguntándome qué hacer y buscando la manera de alimentar a mis hijos”, expresó esta madre de cuatro niños. “Ahora no es el mejor momento para buscar trabajo debido a toda esta destrucción”, comentó sin que hiciese falta.

El equipo de ingenieros de Estados Unidos instaló un sistema provisional de instrumentos para medir las réplicas y ayudar a precisar el epicentro, con el fin de continuar estudiando la situación.

Pero el ingeniero Eberhard ya adelantó que es sumamente necesario instalar varias estaciones permanentes de control próximas al epicentro, para comprender mejor cuáles fueron las causas del terremoto y prever impactos por eventuales futuros sismos en la zona.

El estudio fue financiado por el Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica y la organización Investigación Geológica, dos entidades privadas de Estados Unidos, y recomendó que el esfuerzo internacional para reconstruir Puerto Príncipe haga hincapié en la adopción de medidas sencillas y accesibles de ingeniería sísmica.

La comunidad internacional se comprometió a completar en un plazo de 10 años el proceso de reconstrucción de la capital, que costaría entre 8.000 y 14.000 millones de dólares.

Eberhard y su equipo estudiaron el impacto del terremoto en algunas de las zonas más afectadas de la capital haitiana, como la catedral católica, el Palacio Nacional, el Hotel Montana y la Escuela Union, a la que asistían niños extranjeros.

El equipo estudió también otros puntos especiales de Puerto Príncipe, como hospitales, escuelas, puentes e instalaciones clave. En total fueron analizadas 107 edificaciones que resultaron muy dañados por el sismo. Los ingenieros concluyeron que 28 por ciento se había derrumbado y un tercio necesitaban intensas reparaciones.

Entre tanto, Saintus y muchos habitantes de Léogâne y otras partes de Haití dependen de las remesas que les envían familiares en Estados Unidos y Canadá para sobrevivir.

“Sin la familia hubiéramos muerto. El gobierno no nos puede ayudar. Así que lo hacen nuestros familiares en el exterior”, dijo.

Haití es conocida como una república de organizaciones no gubernamentales.  Este país de 10 millones de habitantes es mantenido por una red de más de 3.000 de estas organizaciones procedentes de todo el mundo.

Algunos observadores subrayan que esta realidad no ha hecho mucho por desarrollar y motivar las capacidades de la población para impulsar una mejoría en su vida.

“Mi sueño es ver el desarrollo del país lo antes posible.  Pero, como todos los demás, espero sentada”, dijo Saintus.