Elecciones en Colombia este domingo: ¿entre la paz y la guerra?

Por Rodrigo Ruiz Tovar (dpa)

colombia eleccionesHAVANA TIMES – Numerosos analistas coinciden en afirmar que la actual campaña por la presidencia de Colombia es la más pobre en ideas de los últimos tiempos y, a la vez, la que más ha polarizado al país entre quienes defienden la solución política o la vía militar para acabar con cinco décadas de conflicto armado interno.

Las elecciones ocurren en una coyuntura histórica, pues nunca como ahora se ha estado tan cerca de un acuerdo para la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que dentro de poco cumplirán 50 años de aparición.

El presidente Juan Manuel Santos, que busca ser reelegido para un segundo mandato, inició negociaciones con las FARC en 2012 y el proceso ha avanzado en medio de las dificultades, aunque una buena porción del país cree que la mejor vía hacia la paz es la derrota militar de la guerrilla, sin diálogos de por medio.

Según las encuestas, es evidente el ascenso en las últimas encuestas del candidato de derecha radical Óscar Iván Zuluaga, respaldado por el ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010), su jefe político y enemigo acérrimo del diálogo, quien al comienzo de la campaña advirtió que lo primero que haría como presidente sería romper las negociaciones que se desarrollan en Cuba.

Zuluaga, que en sus discursos repite las palabras de Uribe, ya no habla de ruptura, sino de suspender el diálogo hasta que las FARC se comprometan a no volver a cometer ataques.

En opinión de Santos, Uribe y Zuluaga tienen una postura “neofacista” frente al proceso de paz, por lo que no duda en afirmar que, más allá de elegir un presidente, los colombianos acudirán a las urnas para “escoger entre la guerra y la paz”.

“Lo que está en juego es muy importante. O damos ese paso hacia un país moderno y en paz o regresamos otra vez a 20 o 30 años de guerra adicional, regresamos al gobierno de las ‘chuzadas’ (espionaje), a ese gobierno que estaba a punto de irse a la guerra con Venezuela y con Ecuador”, dice Santos en referencia a la administración de su antecesor Uribe, de quien fue aliado político.

Para Uribe y su candidato, la reelección de Santos significa llevar a Colombia hacia el “castrochavismo” (por Fidel Castro y Hugo
Chávez) y a la impunidad, pues las FARC han insistido en Cuba en que sus jefes no pueden pagar “ni un día” de cárcel.

Las FARC, sin tomar partido por ningún candidato, aunque Uribe asegura que en sus zonas de influencia ejercen presiones a favor de Santos, advierten que están dispuestas a seguir el diálogo con quien jure como presidente el 7 de agosto y que si éste decide romper, debe afrontar un “enorme costo político”.

“Quien rompa este proceso de paz de La Habana, sea quien sea el presidente, va a tener que pagar un costo político muy grande, enorme, porque este proceso vino para quedarse”, afirma Rodrigo Granda, alias “Ricardo Téllez”, uno de los negociadores de las FARC.

En términos generales, los otros candidatos que luchan por la presidencia, el independiente Enrique Peñalosa, la izquierdista Clara López y la conservadora Marta Lucía Ramírez, han manifestado, con diversidad de matices, que están dispuestos a continuar las negociaciones que heredarían del gobierno.

Mientras el “uribismo” acusa a Santos de “blando” y de “cogobernar” con las FARC, el jefe de Estado responde que eso no es cierto y que prueba de ello es su negativa a aceptar una tregua bilateral en medio de las conversaciones, pues eso, en su opinión, fortalecería a la guerrilla.

En la última parte de la campaña el tema del proceso de paz concentró la atención en medio de acusaciones de “guerra sucia” entre Santos y Zuluaga por un presunto caso de espionaje para sabotear las conversaciones en La Habana.

Un “hacker” que fue arrestado resultó ser miembro de la campaña de Zuluaga. Aunque no se ha establecido si el candidato del “uribismo”
estuvo comprometido, Santos respondió diciendo que eso no es “una guerra sucia” propia de las elecciones sino “un plan criminal” contra la paz.