El amigo ausente de la infancia en Ecuador

Por Gonzalo Ortiz

HAVANA TIMES, 6 agosto (IPS) — Ecuador y los demás países andinos sufren deficiencia crónica de zinc en la alimentación, un mineral muy importante para la nutrición infantil, según demostraron estudios del médico Fernando Sampértegui.

“Los organismos mundiales de salud estiman que 40 por ciento de niñas y niños de Ecuador, Perú y Bolivia padecen de deficiencia crónica de zinc, la que se relaciona con las infecciones crónicas como la neumonía, principal causa de muerte de esta población”, explicó el especialista ecuatoriano a IPS.

“Esta carencia también tiene que ver con retraso del crecimiento”, Si no existe suficiente zinc en estos primeros años de vida, “la persona será de corta estatura cuando llegue a adulto, situación que no es recuperable”, afirmó.

Estudios iniciados en 1992 por Sempértegui, junto a un equipo ecuatoriano, demostraron los efectos positivos del zinc en la nutrición infantil.

El especialista relató que encontró una pequeña pieza perdida en un informe de la Organización de las Naciones Unidas sobre el zinc, en que se decía que este mineral mejora las condiciones inmunitarias de los adultos mayores y previene y evita enfermedades virales en este grupo.

Al equipo le llamó la atención que este informe no refiriese estudios sobre el beneficio de este mineral en los niños y niñas y, especialmente, en los que sufrían desnutrición.

Se propusieron entonces afrontar el desafío y realizó una primera investigación en la guardería del barrio “Comité del Pueblo Número Uno”, de Quito, con menores afectados por la desnutrición.

“Se les proporcionó un jarabe de zinc, elaborado especialmente para este estudio por la Facultad de Química de la Universidad Central”, rememoró.

Lo interesante del trabajo, apoyado por el Instituto Nacional del Niño y la Familia, fue que mostró que el suplemento de 10 miligramos de zinc por día hizo disminuir las infecciones respiratorias en el grupo analizado y mejoró su inmunidad.

El estudio, que duró cuatro meses, fue publicado en una revista internacional y se constituyó así en “el primer trabajo en el mundo que indicaba que el zinc disminuía las enfermedades respiratorias y mejoraba la inmunidad”, dijo el científico. “Ecuador constituyó un escenario para este mineral que en ese entonces era desconocido”.

El zinc se encuentra en alimentos como harinas semirrefinadas de trigo y cebada, pero si su cáscara es muy gruesa ese mineral no se absorbe como debería, explicó.

“La principal fuente de zinc está en las vísceras de animales, como el hígado, y también en alimentos del mar”, amplió.

“Un niño o niña decide su talla en sus dos a tres primeros años de vida y esta definición está determinada por la calidad de alimentación y dentro de ella el zinc es importante”, confirmó a IPS el cardiólogo infantil Diego Dávalos.

“En las zonas del Ecuador con más alta desnutrición infantil no existe un problema de hambre sino de lo que se llama hambre oculta”, dijo a IPS, a su vez, Jorge Samaniego, experto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Esto quiere decir que la dieta y los hábitos alimenticios hacen que la población no consuma una suficiente cuota de proteínas, calorías ni los llamados micronutrientes que son vitaminas y minerales críticos, en particular la vitamina de complejo B, la vitamina C y, entre los minerales, dos importantes: hierro y zinc.

Si se proporciona las proteínas y micronutrientes y se solucionan otros problemas medioambientales (agua segura, eliminación de excretas, habitaciones sanas) se logra que los niños y niñas entren en su canal normal de crecimiento.

Estos estudios demuestran que si las personas no han recibido la dosis ideal de zinc en los dos primeros años de vida, la afectación en su talla será duradera, coincidieron varios pediatras neonatólogos que asistieron al reciente congreso de pediatría organizado por la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados del Ecuador, donde Sempértegui presentó los resultados.

Para que los huesos se alarguen hay un cartílago, entre el cuerpo y la cabeza del hueso, que es el que se estira de manera que se alarga y produce la talla.

En ese cartílago hay células que se multiplican para que el hueso se alargue y esas células necesitan zinc, explicó Sempértegui.

“El calcio por su parte contribuye a la solidez del hueso”, abundó.

La talla está determinada entonces por la buena alimentación temprana con presencia de este mineral en los dos a tres primeros años de vida. En las comunidades rurales andinas es donde se detecta mayor deficiencia crónica del mineral. En ellas, hasta el 45 por ciento de los niños son afectados.

“Cuando una niña o niño no está bien alimentado sufre más infecciones, se expone a la neumonía y a su vez se afecta su crecimiento”, indicó, para luego explicar que un episodio de neumonía en menores de dos años equivale a casi un centímetro de pérdida de crecimiento de talla.

Ello se debe a que la neumonía es un proceso agudo que distrae proteínas y moléculas que están destinadas al crecimiento para enfrentar la infección, evitando su normal crecimiento.

El último de los estudios de Sempértegui y sus colaboradores se realizó con 2.400 niñas y niños de Quito, que recibieron zinc más vitamina A.

Tras un seguimiento de un año, se verificó la disminución de enfermedades respiratorias y neumonía, lo que corrobora las investigaciones hechas desde 1992.

En el congreso de pediatría, Sempértegui comunicó un nuevo hallazgo: que los niños con neumonía que no recibieron zinc tienen la talla afectada, pero los que tenían neumonía y recibían zinc no tuvieron afectación en su talla.

Sin embargo, este beneficio no alcanzó a los niños que ya estaban desnutridos.

Esta es una primicia científica de enorme significado, recalcó el científico: este mineral no sólo previene las afecciones respiratorias sino que, cuando éstas se producen, tal es el caso de la neumonía severa, el zinc defiende la talla.

“Eso ocurre porque este mineral participa en eventos de la inmunidad y le permite al niño o niña enfrentar con éxito el ataque neumónico sin distraer notablemente sus reservas nutricionales para este enfrentamiento y esto a la vez defiende su talla”, reiteró en su ponencia.

Lo óptimo es que un niño después de los seis meses reciba 10 miligramos de zinc por día, dosis suficiente para que el menor mantenga una reserva adecuada. Antes del nacimiento de su hijo, las madres también deben tomar los 10 miligramos diarios de zinc desde su concepción para evitar la futura afección del bebé.

Si la madre recibe la cuota adecuada del mineral en el periodo de lactancia, se asegurará que la leche materna sea suficiente en zinc para el niño o la niña.

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