El abuso comienza por casa

Por Danilo Valladares

HAVANA TIMES, 7 julio (IPS) — Joshua Kotouk, un dentista originario de Hawai, llegó junto a un grupo de misioneros en 2006 a San Miguel Chicaj, en el norteño departamento guatemalteco de Baja Verapaz. El Gringo, como le apodaban en la comunidad, decidió quedarse para hacer “labor altruista”, pero tiempo después terminó en la cárcel.

Kotouk instaló una clínica dental en la aldea San Gabriel, en la cual ofrecía la consulta por una suma simbólica de tres centavos de dólar como “ayuda comunitaria”, a la vez que comenzaba a mostrar su inclinación sexual por los niños, a quienes atraía a su casa con juegos de video, películas y excursiones a otros municipios.

Pero los pobladores de la etnia maya Achí, en realidad, desconocían las verdaderas intenciones de Kotouk, hasta que un día la policía allanó su casa y encontró más de 2.000 fotografías con niños de la comunidad en ropa interior. Era la punta de un iceberg perverso.

El profesional estadounidense, entonces de 33 años, intentó suicidarse pero no pudo. El año pasado fue condenado a seis años de prisión tras ser encontrado culpable de abusar de cuatro niños de entre 10 y 11 años, aunque se sospecha que hay más víctimas.

En Guatemala, el abuso de menores ha alcanzado dimensiones exorbitantes.

Solo el año pasado, 11.356 niños fueron víctimas de abuso sexual, 7.002 de maltrato físico y 1.152 sufrieron lesiones por negligencia de los adultos, informó la no gubernamental Comisión Nacional Contra el Maltrato y Abuso Sexual Infantil, tras haber investigado los casos atendidos en todos los hospitales públicos y centros de salud del país.

“Revisamos las boletas de los hospitales nacionales y esta información nos permitió que el país dimensionara la magnitud del problema del maltrato infantil”, dijo a IPS Miguel Ángel López, de la citada comisión.

Quemaduras, lesiones, fracturas, infecciones de transmisión sexual son parte de la larga lista de vejámenes que sufren los niños y niñas, cuyos victimarios se encuentran, principalmente, en su propio entorno social, según el experto.

“En nueve de cada 10 casos, los agresores son familiares, y en ocho de cada 10, el abuso se cometió en la casa del menor”, precisó.

Los casos registrados por este estudio en Guatemala apenas representan la realidad de la situación. “A nivel internacional, donde se han hecho muchos estudios se ha evidenciado que por cada caso registrado hay al menos nueve que no lo están”, explicó López.

Es que estos delitos pocas veces se denuncian. “En los hospitales, por ejemplo, cuando se presenta un caso, los médicos tratan de salir de él cuanto antes para no verse involucrados en conflictos legales”, comentó.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 20 por ciento de las mujeres y cinco a 10 por ciento de los hombres manifiestan haber sufrido abusos sexuales en su etapa de niñez, mientras que 25 a 50 por ciento de los niños de ambos sexos refieren maltratos físicos.

Nora Montoya, de la no gubernamental Fundación Sobrevivientes, la cual ofrece atención social, psicológica y legal a mujeres y niños abusados en Guatemala, indicó a IPS que atienden entre 25 y 40 casos diarios de violencia intrafamiliar, donde a menudo hay menores afectados.

De hecho en Salamá, donde permanecía Kotouk, la Fundación Sobrevivientes abrió una clínica de atención psicológica para atender a 32 niños, quienes presuntamente sufrieron abusos de parte del médico estadounidense.

“Hemos reparado que no son solo cuatro niños, sino 32 menores quienes fueron abusados sexualmente”, afirmó Montoya.

Pero la gran cantidad de casos de abuso infantil no reflejan, precisamente, un aumento en la incidencia.

Marco Antonio Garavito, de la no gubernamental Liga Guatemalteca de Higiene Mental, señaló a IPS que más bien se debe a que “las denuncias y la visibilización del problema han aumentado gracias al trabajo de movimiento sociales”.

Este experto explicó que la violencia ha crecido mucho en la sociedad, “lo cual ha generado un proceso de deshumanización y pérdida del valor de los otros, una situación que trae consigo fenómenos de agresividad y violencia, la cual es descargada en los más indefensos”.

En el caso de los abusos sexuales, Garavito dijo que la situación evidencia la falta de educación formal sobre sexualidad y la existencia de muchos tabúes sobre el tema, razón que hace “muy importante” la discusión de este asunto en el hogar y además, “porque muchos niños ni siquiera han llegado a la escuela y ya son víctimas de sus familiares”.

El reglamento de la Ley de Planificación Familiar de Guatemala que llevará la educación sexual a las aulas de educación primaria entró en vigencia en 2009. Sin embargo, a la fecha no ha arrancado aunque grupos sociales creen que será muy importante para contrarrestar el abuso infantil, y los embarazos de menores y adolescentes.

En respuesta a la alta incidencia de abuso infantil en el país, la Asociación Pediátrica Guatemalteca firmó un acuerdo para implementar un protocolo de atención de estas víctimas en los hospitales.

“El protocolo incluye lineamientos para identificar los casos, atenderlos y referirlos dada la gran cantidad de pacientes que llegan a los centros asistenciales”, explicó a IPS Jorge Luis Ortiz, de la Asociación.

La reglamentación también mandata la atención en su idioma de las víctimas de abuso infantil, un aspecto que en Guatemala es más que importante si se considera que en el país se habla, además del español, el garífuna y 22 idiomas mayas.