Cumbre del Sur se queda sin Trípoli y busca anfitrión

Por Thalif Deen

HAVANA TIMES, 8 agosto (IPS) — La crisis en Libia descarriló los planes de una gran cumbre de naciones en desarrollo prevista para octubre en Trípoli.

En la tercera Cumbre del Sur iban a participar líderes de los 131 países que conforman el Grupo de los 77 (G-77), la más grande coalición en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La cumbre había cobrado especial importancia ante la nueva inestabilidad financiera en Portugal, Grecia e Irlanda, así como la inminente crisis en España e Italia y su impacto en las economías del Sur.

Se esperaba que la reunión en Libia hiciera un llamado a la adopción de medidas de protección en los países pobres para impedir un desastre económico.

En una carta al G-77 el año pasado, Libia prometió “hacer todos los esfuerzos y movilizar todos los medios y recursos necesarios” para realizar el encuentro.

La cumbre hubiera fortalecido políticamente al líder libio Muammar Gadafi, hoy requerido por crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, y quien presidía en 2009 la Unión Africana, bloque continental de 54 países.

Pero Libia, escenario de una guerra civil desde febrero, no ha aclarado si continuará con los planes de la cumbre o renunciará a realizarla.

No obstante, “no creemos que sea logísticamente posible celebrar la cumbre en Libia, y sin duda no bajo la sombra militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que ya ha devastado el país”, dijo a IPS un delegado del G-77.

Ante la incertidumbre en suelo libio, el G-77 busca otra sede, pero no se han presentado ofertas hasta ahora.

La primera Cumbre del Sur fue realizada en La Habana en abril de 2000, y la segunda en Doha en junio de 2005. La rotación geográfica establecía que la tercera reunión debía llevarse a cabo en África en 2010, pero no se encontró un anfitrión hasta este año, cuando se ofreció Libia.

La cumbre es el único foro abierto exclusivamente a líderes de países en desarrollo.

En el segundo encuentro, el emir de Qatar, jeque Hamad bin Khalifa Al Thani, prometió 20 millones de dólares al recién creado Fondo del Sur para el Desarrollo.

“Espero que los países en el Norte y en el Sur contribuyan”, dijo a los delegados. El anuncio fue respondido de inmediato con promesas de contribuciones de China e India, de dos millones de dólares cada una, lo que elevó a 24 millones de dólares los recursos del Fondo.

El emir qatarí también anunció su compromiso de alcanzar la marca internacionalmente acordada de destinar 0,7 por ciento del producto interno bruto a la ayuda al desarrollo, de la cual 17 por ciento sería para los países menos avanzados, los más pobres de los pobres.

El compromiso de Qatar fue el más significativo debido a que la meta de 0,7 por ciento había sido establecida por la Asamblea General de la ONU en los años 60 solo para los 22 países más ricos del Norte industrializado.

Como nación en desarrollo, Qatar no entra en la clasificación de donante.

La cumbre también adoptó el Plan de Acción de Doha, de 23 páginas, y la Declaración de Doha, de 14 páginas, que detalla las relaciones entre los países en desarrollo y los industrializados, la cooperación Sur-Sur y las inequidades y los defectos inherentes del sistema económico mundial.

Al escribir sobre la primera Cumbre del Sur, Martin Khor, exintegrante de la Red del Tercer Mundo, destacó que el Programa de Acción adoptado en La Habana buscaba fortalecer la cooperación entre las naciones en desarrollo y proponía hacer un seguimiento institucional a esa colaboración.

La cumbre llamó a fortalecer las modalidades y mecanismos de la cooperación Sur-Sur, incluso dentro de los grupos económicos regionales.

El Programa de Acción subrayaba que la cooperación entre países en desarrollo era una herramienta clave para la independencia económica.

Sin embargo, el progreso en los últimos años no ha condice con los compromisos en varias declaraciones y programas, sobre todo debido a la falta de un efectivo seguimiento.