Beca verde podría ser una gota en el océano

Por Fabíola Ortiz

HAVANA TIMES, 9 oct. (IPS) — La “beca verde”, un ingreso para familias muy pobres que preserven la selva de la Amazonia brasileña, podría no pasar de una gota en el océano si entra en vigor un regresivo proyecto de legislación forestal.

El Programa de Apoyo a la Conservación Ambiental, conocido como Bolsa (beca) Verde, fue puesto en marcha por la presidenta Dilma Rousseff el 28 de septiembre para ayudar a familias en extrema pobreza a desarrollar actividades de conservación ambiental, como una de las estrategias del Plan Brasil Sin Miseria, propuesto como prioridad por la mandataria.

Unas 3.500 familias deben recibir inicialmente este mes el subsidio de 300 reales (160 dólares), que se entregará en forma trimestral. La meta es abarcar un universo de 18.000 familias este año y alcanzar a 76.000 en 2014.

Se trata, “sobre todo, del reconocimiento de que es fundamental ofrecer un estímulo para garantizar la distribución de renta y preservación del ambiente. Es algo fundamental para nuestro modelo de desarrollo. Quienes reciban más ingresos se comprometerán más con el ambiente”, dijo Rousseff durante el anuncio en la ciudad de Manaus, en el norteño estado de Amazonas.

Esta iniciativa de aliar una política social y una ecológica puede tener un “alcance limitado”, estimó Marcio Astrini, miembro de la campaña Amazonia de la organización no gubernamental Greenpeace Brasil.

“Es un programa social, y la diferencia es que incluye la conservación de la naturaleza como un beneficio más. Es un buen comienzo, pero no deja de ser una gota en el océano”, dijo Astrini a IPS.

Aunque le parece una “política interesante”, Astrini teme que sea de corto plazo si Brasil incorpora a su legislación un nuevo código forestal http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=98255 que está discutiendo el parlamento y que relaja sensiblemente las normas que prohíben la tala de bosque nativo.

“Para recibir esta beca, las familias tienen que estar dentro de las áreas de conservación y reservas extractivistas. Pero es muy poco 100 reales por mes (50 dólares) a cambio de que las familias ayuden a conservar la floresta, justamente cuando gobierno y sociedad asisten a la votación del nuevo código en el Congreso”, consideró el activista.

De tal suerte, este “buen gesto” puede terminar en “una política esquizofrénica” que, por un lado, desea promover la conservación y, por otro, incorpora una legislación que va a incentivar la destrucción de la selva, argumentó.

La Bolsa Verde, coordinada por el Ministerio del Medio Ambiente, es “una conquista”, sostuvo la ministra Izabella Teixeira.

“Queremos dar acceso a la ciudadanía ambiental y condiciones de vida a las personas que viven en la selva, además de valorar la biodiversidad. Este es el primer programa socio-ambiental para que las poblaciones puedan hacer uso sostenible del bosque”, dijo Teixeira en un encuentro que mantuvo con la prensa internacional.

El gobierno destinará cerca de 150 millones de dólares al año para financiar la Bolsa Verde y garantiza que es un costo “absolutamente viable” para sostener la selva en pie, añadió Teixeira.

“Esta iniciativa está en un contexto estratégico de política de erradicación de la miseria. Es necesario remunerar a quien protege. La Bolsa Verde tiene ya recursos asegurados y no habrá ninguna restricción”, agregó.

En su opinión, “después de más de tres décadas de la ley que estructuró en Brasil la política nacional del ambiente”, se necesita avanzar en políticas socio-ambientales que sean de segunda generación.

Según el gobierno, las áreas donde viven las familias que van a recibir la Bolsa Verde se van a cartografiar y se evaluarán los impactos. El programa no impide la agricultura, siempre que sea sustentable.

Para acceder al beneficio, cada hogar debe registrarse en un catastro en el que ya figuran 8.000 familias.

Según datos del gobierno, las unidades de conservación, regularizadas en una ley de 2000 bajo distintas figuras de protección que pueden contemplar el uso sostenible de recursos, concentran nueve por ciento del agua captada para consumo humano en el país e impiden la emisión de casi 3.000 millones de toneladas de carbono.

El objetivo de la beca verde es lograr que 2,65 millones de personas que viven en el norte salgan de la pobreza extrema. Cincuenta y seis por ciento de la población norteña más pobre habita zonas rurales.

La iniciativa se reforzará con la ampliación de la cobertura de la Beca Familia, ingresos que se entregan a los hogares más pobres a cambio de la obligación de hacer uso de los servicios educativos y sanitarios del Estado, y otros programas de seguridad alimentaria y producción local de alimentos.

Contrarreforma forestal

El nuevo texto del Código Forestal fue aprobado en la madrugada del día 25 de septiembre en la Cámara de Diputados en medio de una intensa polémica y aun debe volver al Senado, donde puede sufrir nuevas modificaciones, y ser aprobado por la presidenta, que tiene facultad de vetarlo total o parcialmente.

El proyecto reduce el área forestal a ser protegida en una propiedad rural en la Amazonia y el Cerrado (la extensa sabana central) y concede amnistía a los cortes ilegales realizados antes de julio de 2008 en caso de que el productor responsable se avenga a un plan de regularización ambiental.

Esas son algunas de las medidas para flexibilizar el exigente Código Forestal que data de 1965 y fue profundizado en 2001, pero que es sistemáticamente violado.

De ser aprobado, el proyecto “facilitará crímenes ambientales sin ninguna justificación, al paso que desprotegerá las selvas y tiene además diversos puntos inconstitucionales”, argumentó Astrini, de Greenpeace.

Aunque el proyecto en debate había sido calificado en mayo por la presidenta como una “vergüenza”, el activista recordó que Rousseff, en su campaña electoral, “se comprometió a no alterar el Código Forestal para amnistiar y devastar más” y sostuvo que el gobierno no puede caer en la inacción.

La deforestación amazónica es una de las principales fuentes brasileñas de emisión de gases que recalientan la atmósfera.

Brasil, subrayó, tiene compromisos internacionales y este proyecto los “agrede”.