Batalla en Juárez por espacios públicos

Por Daniela Pastrana

HAVANA TIMES, 22 oct. (IPS) — El atardecer dibuja sombras multiformes sobre el asfalto del populoso barrio Del Safari, en el suroeste de la mexicana Ciudad Juárez. Son figuras de jóvenes que tocan percusiones, o de niños que bailan «break» o saltan con los pies pegados a una patineta.

Hace dos meses, la escena se repetía cada tarde en el parque de la colonia (barrio) Hidalgo, en el centro de esta ciudad fronteriza con Estados Unidos, donde abundan las casas deshabitadas y donde este grupo itinerante, que busca volver a apropiarse de los espacios públicos, se dio a la tarea de limpiar y pintar algunos de los inmuebles vacíos.

«Casi todos en Juárez tenemos a alguien que ya perdimos y, frente a eso, lo único que nos queda es perder el miedo», dijo a IPS Susana Medina, una joven de 25 años que con el nombre de Oveja Negra integra el cuarteto de hip hop Batallones Femeninos y el colectivo urbano Zyrko Nómada de Kombate.

En abril, en un encuentro sobre adicciones juveniles, Medina encaró a Margarita Zavala, esposa del conservador presidente Felipe Calderón. «Nos sentimos abandonados. Veo morir a mis amigos, a mis hermanos y dicen que son balas pérdidas. Y después nos acusan de pandilleros», reprochó.

«Para ellos (los políticos) Juárez es la ciudad de los negocios, no una comunidad donde habitan seres humanos, siempre nos han visto como mercancía y no hay una apuesta por la gente», reflexionó ahora.

«Aquí se viene a trabajar, a producir y a aguantar, no a vivir ni a pensar. Somos piezas de mano de obra barata. Para los jóvenes, la única opción es ir a la maquila. No hay universidades ni ofertas de cultura», siguió Medina.

Ciudad Juárez es considerada la urbe más violenta de América Latina y una de las más violentas del mundo. Sólo en los primeros 10 meses del año se produjeron en ella más de 2.300 asesinatos, lo que significa un promedio de 8 muertos diarios en una ciudad de 1,2 millones de habitantes.

Décadas atrás, la ciudad se convirtió en el paraíso de las maquilas, las ensambladoras de bienes para exportación que gozan de exenciones tributarias y otros beneficios, que encontraron en el territorio mexicano tierra fértil para conseguir mano de obra barata.

Desde 1993, cuando comenzaron los asesinatos de mujeres y Juárez se convirtió en noticia mundial por estos feminicidios que ya superan el millar, ha sido permanente la conexión de estas brutales muertes con las maquilas, donde muchas de las víctimas trabajaban.

Verónica Corchado, vocera del Pacto por la Cultura, una organización que desde 2005 ha buscado fortalecer el tejido social a través de la cultura, define con un dato la tragedia de Juárez: hay cuatro teatros contra 321 plantas de maquila.

«Juárez ha sido un experimento para el gobierno federal en muchos sentidos. Pero también ha sido un laboratorio del neoliberalismo», dijo a IPS el cineasta Ángel Estrada.

«Durante años hemos visto como se rompen las estructuras de familias, comunidades y la voracidad por el desarrollo económico dejando de lado la cultura, la educación», detalló.

La ciudad, situada a 1.842 kilómetros al norte de Ciudad de México, está en el centro de la estrategia contra el crimen organizado emprendida por el gobierno de Calderón, que ha desplazado a esta ciudad unos 8.000 militares y 5.000 agentes los últimos tres años.

Frente a la espiral de violencia provocada por esta estrategia, los ciudadanos de Juárez decidieron «darle un Alto» a la sangre.

Una creciente corriente de grupos de hip hop, rap y rock ha emergido como respuesta critica a la violencia. Los versos de estos grupos amenizan funerales, toman las calles e inundan las redes sociales de Internet.

«Es el grito de los chavos (jóvenes) de ciudad Juárez», dijo Erik Ponce, integrante del grupo Mera Clase. «No hay ofertas culturales, ni opciones para jóvenes y ellos están creando sus propios espacios y las rolas

(canciones) están hablando más contra el sistema», explicó.

«Es como otra forma de tirar piedras. Todos esos gritos los haces pero a través de la música, de la pintura. Es una forma de sacar tu dolor terapéutica, individual y socialmente», reflexionó el joven músico.

Al movimiento musical, que comenzó a gestarse en 2009, se han unido este año organizaciones de la sociedad civil y sectores de la población que han sido duramente castigados por la descarnada lucha entre grupos criminales y el gobierno federal.

El 16 octubre, las organizaciones aglutinadas en la Mesa de Infancia presentaron el movimiento Escúchame, Juega Conmigo, que busca dar continuidad a  una campaña que  durante las elecciones municipales de julio forzó a todos los candidatos a firmar un compromiso  concreto con la infancia de Juárez.

Esta segunda etapa, que comenzó en un parque de la populosa colonia Toribio Quiroga, en el suroeste de la ciudad, busca rescatar espacios públicos para la convivencia familiar

«Con el objetivo de que las comunidades más alejadas de la ciudad rescaten y se apropien de los espacios públicos. Que se adueñen de las calles y las hagan sitios donde los niños y las niñas puedan jugar», dijo a IPS Josefina Martínez, integrante de la campaña.

Días antes, Calderón estuvo en la ciudad para relanzar el programa «Todos Somos Juárez», un proyecto de reconstrucción social que el gobierno tuvo que improvisar después de la masacre de Villa Salvarcar, el vecindario donde el 31 de enero fueron asesinados 16 adolescentes  durante una fiesta y otros tantos resultaron heridos.

Sin embargo, el programa resultó un fracaso y Calderón fue recibido en Juárez con manifestaciones de estudiantes y de periodistas, que reclamaron por el reciente asesinato de Juan Carlos Santiago, un fotógrafo del Diario de Juárez, de 21 años, en un centro comercial.

Las protestas ciudadanas se encadenan en Juárez. Este viernes 22, fueron los médicos los que convocaron a una marcha ciudadana y un paro de labores del sector salud, en reclamo de una respuesta efectiva a la violencia, que sigue su escalada en la ciudad.

Los juarenses están hartos. Y muchos no están dispuestos a esperar más, es la síntesis de lo que todos dicen.