Estudiantes de la Escuela Nacional de Arte en las tablas capitalinas

Yanelys Nuñez Leyva

El Teatro Trianon. Foto: www.marirodriguezichaso.com - See more at: http://www.havanatimes.org
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HAVANA TIMES — El teatro Trianón, ubicado en el Vedado de nuestra capital, presentó recientemente la obra El jardín de los cerezos, como experiencia de graduación de un grupo de alumnos de la Escuela Nacional de Arte (ENA).

Según la revista digital Cubarte, otras compañías de teatro brindaron su espacio para estudiantes, algo que nunca había acontecido “en la historia del ámbito académico teatral cubano”.

La iniciativa a mi parecer fue muy aceptada porque enfrentó a los estudiantes a un amplio público -conocedor o no– y además les permitió establecer vínculos con importantes figuras de nuestro teatro, como Carlos Díaz, quien asumió la dirección de la puesta.

El jardín de los cerezos, es una comedia en cuatro actos del reconocido autor ruso Antón Chejov, que recrea el eclipse económico de una familia adinerada en la Rusia de finales del siglo XIX.

En los estudiantes que la interpretaron pude observar un buen dominio de los diálogos y una proyección escénica muy bien elaborada.

Y, aunque se apegaron fielmente al texto de Chejov escrito en el ya lejano 1903, la puesta en escena emocionaba y conmovía por la fuerza de las actuaciones y la vigencia de muchos de los parlamentos expresados:

Llevamos por lo menos doscientos años de retraso, aún no tenemos absolutamente nada, no tenemos una visión clara del pasado, no hacemos más que filosofar, nos lamentamos de nuestro tedio o bebemos vodka“.

Solo un actor del teatro El Público interviene en la representación: el multifacético Osvaldo Doimeadiós, quien interpreta a un misterioso y ebrio viandante en el que se descubría, como un aporte de sus realizadores a la pieza teatral (a través del maquillaje, la vestimenta y los gestos del personaje) a la figura de Lenin.

Ahora, lo que se le podría criticar al Jardín de los cerezos sería la ausencia de un programa de mano que ante el carácter atípico de la puesta en escena se hacía imprescindible.

Pero bueno, la obra estuvo bien.

Sus jóvenes actores hicieron derroche de profesionalidad, augurio quizás de un buen futuro para las tablas nacionales.

Yanelys Nuñez

Yanelys Nuñez Leyva: Escribir es exponerse, desnudarse ante la mirada inquisitiva de todos. A mí me gusta escribir, no porque haya desarrollado una verdadera afición por el nudismo, sino porque me fascina componer palabras, pensarme historias, frases que conmuevan, imágenes que provoquen disímiles sensaciones. Aquí tengo un espacio donde hablar de arte, de la vida, de mí. Al final, sentirse bien con lo que uno hace es lo que importa; ya sea con ropa o sin ella.

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