El deporte, otro reto para la reforma

Fernando Ravsberg

El deporte de alto rendimiento es muy caro si no se crean mecanismos de auto-financiamiento. Foto: Raquel Pérez Diaz
El deporte de alto rendimiento es muy caro si no se crean mecanismos de auto-financiamiento. Foto: Raquel Pérez Diaz

 

HAVANA TIMES —Los países del Tercer Mundo son como familias pobres que necesitan tener muy claro el orden de prioridades para administrar sabiamente sus escasos presupuestos. No pueden tenerlo todo, y a veces una medalla olímpica les cuesta mucho más que su peso en oro.

El deporte es imprescindible en cualquier sociedad y en un país subdesarrollado mucho más, porque genera un enorme ahorro en los gastos de salud. Pero ese es el deporte de masas, el que se enseña en las escuelas y se practica durante toda la vida.

El otro, el que compite en las Olimpiadas, tiene costos muy altos. La primera medalla olímpica cubana fue en esgrima, una disciplina extremadamente cara, en la que hace falta invertir durante años antes de saber si el atleta será de “alto-rendimiento”.

Durante los últimos años ha habido iniciativas para promover el deporte de masas. Foto: Raquel Pérez Díaz
Durante los últimos años ha habido iniciativas para promover el deporte de masas. Foto: Raquel Pérez Díaz

Los que critican los resultados de Cuba en Río deberían preguntarse si están dispuestos a que se desvíen hacia el deporte olímpico fondos de la Salud, la Educación, la Cultura o que se reduzca el “pollo por pescado” y las compras de combustibles.

Los resultados de los deportistas cubanos se corresponden con las gigantescas inversiones que el Estado realizó en ellos por décadas. El problema es que ahora se acabó el dinero y nos exigen pagar aquellos créditos que se utilizaron, entre otras cosas, para potenciar el deporte.

La gran pregunta es qué hacer para conservar el nivel alcanzado e incluso multiplicar los éxitos. Cuba ha demostrado ser capaz de encontrar soluciones creativas en otras áreas y también puede hacerlo en el deporte, donde cuenta con una cantera gigante de recursos humanos.

La nación tiene una tremenda reserva deportiva. En Río los cubanos obtuvieron 18 medallas, 11 bajo la bandera nacional y 7 bajo otras enseñas. Además, atletas de diferentes países llegaron acompañados de entrenadores nacidos y formados en Cuba.

En un país que envejece a la velocidad de Cuba, invertir en el deporte masivo para la tercera edad es vital. Foto: Raquel Pérez Díaz
En un país que envejece a la velocidad de Cuba, invertir en el deporte masivo para la tercera edad es vital. Foto: Raquel Pérez Díaz

El resultado de las Olimpiadas no parece complacer a muchos, pero es un logro increíble para una nación del Tercer Mundo, de escasos de recursos naturales, con una economía débil y una población que apenas supera los 13 millones de personas.

Desde 1959 el Estado proveía a los atletas de todo lo necesario, pero exigía una fidelidad absoluta al deporte amateur, tanto que quienes decidían dedicarse al profesionalismo eran considerados “desertores” y se le negaba la entrada al país de por vida.

Cierto es que algunas cosas del profesionalismo no parecen tener lógica, como en España, donde se pagan decenas de millones a un futbolista mientras se cierran salas de hospitales por falta de presupuesto o se aumentan los precios de las matrículas universitarias.

Ese es el mundo en el que nos ha tocado vivir y seguirá siéndolo mientras los humanos aprendemos a administrar mejor nuestras prioridades, comprendiendo que un médico o un profesor resultan más vitales para nuestra existencia que Ronaldo o Messi.

Ramón Fonst. Esgrimista cubano
Ramón Fonst. Esgrimista cubano

Cuba ha dado algunos pasos, pero con tal lentitud que ya hemos perdido a Gourriel y a otros deportistas. Despreciamos a quienes compiten por otras naciones y, a la vez, les negamos el derecho a defender la bandera cubana en los Juegos Olímpicos.

Paradójicamente, la primera medalla olímpica de Cuba la ganó Ramón Fonst, un emigrado que se formó en Francia. Conocer la historia de la nación no solo puede ayudarnos a entender y a construir el presente, también nos permite trazar la ruta hacia el futuro.

Cuba no tiene recursos para seguir gastando millones en la formación de deportistas que compiten después por naciones ricas. Y una de las causas de esta epidemia de “deserciones” son las reglas obsoletas que rigen el deporte nacional.

La emigración es imparable, porque los deportistas quieren ganar mejor y competir en los escenarios más profesionales. Ocurre también en Brasil pero allá no se le niega a Neymar el derecho a participar en las Olimpiadas y ganar la medalla de oro para su nación.

Mijaín López campeón cubano de lucha grecorromana.
Mijaín López campeón cubano de lucha grecorromana.

El camino podría pasar por romper fronteras y aceptar que la nación cubana vive allá donde haya cubanos que la amen. Cuando un pelotero juega en grandes ligas o un voleibolista en Italia deberíamos pensar que están pasando un postgrado en el extranjero.

Parece que no quedará más remedio que abrir la puerta a la libre circulación de los deportistas, como hace ya tiempo ocurre en la cultura. Sin miedo, habrá muchos Carlos Acosta que regresen a enseñar a nuestros jóvenes todo lo aprendido en sus viajes por el mundo.