¡Oh, Santiago de Cuba…!

 

Fotorreportaje por José Roberto Loo

HAVANA TIMES – Santiago de Cuba tiene una espiritualidad que deja huellas en quienes viven de cerca la singular experiencia de caminar sus calles. No importa si es uno de sus hijos queridos o visitante de paso, el resultado es siempre el mismo con la capital del Caribe, la tierra caliente, la metrópolis musical que algunos llaman capital de la música, o de la historia, Ciudad Héroe, tierra de Chachita…  

Desde el mar se observa una característica que la hace única: una antigua Villa colonial española que nació constreñida entre su bahía y un hermoso anfiteatro de montañas. De esa singularidad nacieron sus calles empinadas, zigzagueantes, ondulantes, de visuales sorprendentes a la vuelta de la esquina, arterias escalonadas, otras que dan sensación de metrópoli anfiteatro, mirador…  

La que una vez fuera la capital de Cuba, hoy tierra de la casa más antigua de América, de la primera y más vieja catedral de la nación, y también sitio de emplazamiento del santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, madre de todos los cubanos, es, además, única urbe del Caribe con tres componentes del patrimonio mundial: Fortaleza San Pedro de la Roca, Tumba Francesa y Paisaje arqueológico de las primeras plantaciones de café al sudeste de Cuba.

Calles sinuosas devenidas íconos: escalinata de Padre Pico, la arteria escalonada más famosa de Cuba, el Corredor Patrimonial las Enramadas, considerada –no por gusto– la vía más céntrica, comercial, popular e importante de la ciudad, y por último, Aguilera, con su recorrido visual singular se dice, por muchos, está entre las más extensas de la Isla.

Es esta una ciudad que nunca será aburrida de recorrer: llena de contrastes, de las más enternecedoras escenas marineras, hasta las de cultura popular exacerbadas, pasando por su eclecticismo que domina su arquitectura, hasta llegar a las montañas, las mismas que refugian a la muy famosa Gran Piedra, también escenario de las grandes migraciones de colonos franceses y sus esclavos, que a su llegada, lo permearon todo con su ilustración.

Santiago de Cuba, más allá de sus evidentes carencias, de su desarrollo a veces alocado, o de escenas hijas de la desidia y el olvido, siempre logra crear un recuerdo en quien la vive, así sea un pequeño instante. Ella se encarga de nunca ser olvidada.

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