Fábulas palomeras

Fotoreportaje por Caridad

HAVANA TIMES, 27 enero – Es probable que la mayoría de los países tenga una plaza llena de palomas en alguna de sus ciudades.  No podría asegurar cuál fue la primera, pero sí recuerdo cuando en la habana vieja  restauraron el Convento de San Francisco y su pequeña plaza, y junto con ello trajeron a las palomas.

Para los cubanos aquello era cosa de Europa, acostumbrados a no salir mucho de casa, o sea, a no salir del país; quizá solo habíamos visto en la televisión o en revistas las famosas palomas en las plazas de Londres, Italia, Francia y España.  Quizá algunos conocíamos las del Distrito Federal de México.

Así que las palomas resultaron una pequeña emoción cultural en medio de aquellos años que todos quisiéramos olvidar: la década de los 90.   Se dice que junto a las palomas aparecieron los “colombófilos clandestinos.”

Esos amantes de llevarse las palomas, que tan fácilmente se ofrecían, para venderlas a necesitados religiosos o, simplemente, criarlas en un balcón o azotea particular.

Posiblemente las palomas de la Plaza de San Francisco sean las mejor custodiadas del mundo, porque sin alguien para su “cuidado.” hoy por hoy no habría palomas ni en esta ni en ninguna otra plaza de la habana vieja; esa es la verdad.

Sin embargo, he estado leyendo en esa monstruosa invención de la modernidad que es Internet, que en muchos de esos lugares europeos que antes mencioné, (quizá en Chile también) las pobres aves se han convertido en estorbo para políticos y algunos científicos.

Unos creen que las palomas le roban el show y destruyen la efímera obra humana a la que suelen llamar Arte.  Otros aseguran que  transmiten demasiados virus como para permitir que sigan propagándose por las principales plazas del mundo.  “Guerra a las palomas.” reclaman los titulares de la prensa.

Parece una paradoja si recordamos aquel símbolo de la palomita con una ramita en el pico simbolizando la paz…pero así es la vida…hoy eres símbolo de paz, mañana te declaran la Guerra.  Hoy estás en tu casa, vienen con una jaula y te llevan a otro sitio, te acostumbras poco a poco a ese nuevo sitio y, de repente, comienzas a estorbar y pones en riesgo la vida de las personas, más que el mismísimo petróleo.

Por mi parte no dejo de sentirme agradecida de su existencia, de tropezarme con ellas en esta plaza de Caracas donde, al parecer, no han comenzado a molestar; al contrario, los que paseamos por allí continuamos encontrando llamativas a estas “ratas con alas” – como les llaman los científicos.

Quizá los latinos somos menos presuntuosos y aceptamos mejor la convivencia con las aves o los animales en general…quizá no sea eso, tal vez sea que no han provocado la curiosidad de algún político.   Apuesto por esto último.  Lamentablemente, ya lo sabemos, Todo es cuestión de política…hasta las palomas…rezo por las que, últimamente, andan “molestando” por las plazas europeas.