El Vedado: casas y edificios (+50 fotos)

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Nací en El Vedado, pero me mudé al municipio Playa en 1996, los dos municipios de la capital.  Sin embargo, cuando camino por sus calles me doy cuenta de que lo llevo muy arraigado a mi vida. Me siento triste al verlo tan destruido, con árboles talados, basura en las esquinas, casas en mal estado, y algunas hasta deshabitadas.

Su carácter cosmopolita lo hace único, por sus cines, teatros, hoteles, restaurantes y parques. No falta el paisaje marino, bordeando el malecón.

Se puede pasear evitando el sol por sus calles de abundantes arboledas. Es agradable mirar las casas con sus jardines, oler su frescura.

La arquitectura es ecléctica, de variados estilos, con edificaciones antiguas hermanadas a las modernas. No es para nada aburrida. Te puedes encontrar un inmueble de principios del siglo XX y otro de la década del 50, en la misma cuadra.

Todavía perdura la creencia de que la gente que vive allí tiene un alto nivel adquisitivo. La realidad es que hay familias que tienen mayores posibilidades, pero igualmente existe pobreza, personas que habitan en solares y casas de vecindad, con estrecheces y carencias.

Nada es como antaño, El Vedado ha perdido su esplendor, el urbanismo se ha transformado, con esas construcciones chabacanas, que no es más que la ampliación generacional de la familia, porque crecen los hijos, se casan, y luego vienen los nietos, crecen y se casan, y así va deformándose la morada original.

Muchos han puesto negocios en los portales: restaurantes, bares y cafeterías. Pocos tienen la sobriedad que requiere el edificio, parecen más bien apéndices sujetos a las fachadas.

Por otro lado, de noche todo es más triste, las avenidas están oscuras, 23 es como boca de lobo.

A pesar de todo, si me dan a elegir, volvería, recuerdo los conciertos de música, las películas que solía ver en sus cines, las obras de teatro, sus centros nocturnos donde iba con mis enamorados de turno, las estancias en los parques con mis amigos, y el vagabundeo de madrugada por sus calles solitarias.

Definitivamente, mi corazón se quedó en El Vedado.

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