El Teatro Guiñol de Santiago de Cuba

Photo Feature by Janis Hernandez

HAVANA TIMES, 8 dic — Desde hace cincuenta años, no hubo un sábado o un domingo que los niños santiagueros no pudieran disfrutar de una función de teatro dedicada a ellos. El Teatro Guiñol Santiago ha sido el protagonista de miles y miles de representaciones ofrecidas a los más pequeños y los adultos también.

Varias generaciones atesoran gratos recuerdos de cuando en su infancia, iban de las manos de sus padres al salita Mambí, ubicada en la calle de San Basilio y San Pedro y que es la sede del grupo de teatro para niños. Allí aprendieron las moralejas de las fábulas e historias contadas por los actores.

Ya fuese con sus rostros, sus voces y sus cuerpos o con la destreza de sus manos al manipular muñecos de todo tipo, retablos, esperpentos, marionetas, marotes, anaquillés, títeres de guantes, de mesa o de pie. Acompañado de danzas y canciones, siempre se llevaron a sus casas enseñanzas donde el bien vence al mal.

Con un prolijo repertorio que tiene desde los clásicos de la literatura universal como las obras de H. C. Andersen, los hermanos Grimm, Charles Perrault o Astrid Lingren, los infantes santiagueros han avisado a la Caperucita de cuando viene el lobo, han cantado con los músicos de Bremen o han aprendido algo con Pippa medialargas.

Pero no solo esos clásicos han sido puestos en escenas, piezas de autoría nacional, de escritores latinoamericanos y de las leyendas afrocubanas también han deleitado a los santiagueritos. Comenzando con los textos de José Martí como La muñeca negra, o el personaje de Maese trotamundos de Javier Villafañe, y por supuesto Los chichiricú de la charca o los güijes de los pataquines yorubá.

Con el empleo de disímiles técnicas actorales y de diseño, pero con una imaginería a prueba del implacable tiempo, los técnicos y artistas de este colectivo se ha consagrado a regalar a los niños lo mejor de ellos: ese pequeño ser que habita en todos los hombres y mujeres de buena fe.

Recién cumplidos sus 50 años de fundados, el pasado 1 de septiembre, los guiñoleros, reestrenaron su sala después de una restauración total y hoy exhiben un lindo espacio para sus funciones.

Este fotoreportaje fue un domingo a las cinco de la tarde, donde la obra que se ponía, era nada menos y nada más que fruto de la creación de un santiaguero insigne Don Emilio Bacardí Moreau, el título de la pieza Liborio, la jutia y el majá.

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