Cuidado en Los Cerros

Fotorreportaje desde Venezuela por Caridad

HAVANA TIMES, 17 sep. — Es lo que todo el mundo dice, rectifico: Cuidado con andar cerca de los Cerros, eso de subir a uno es algo q solo hacen los que viven en ellos o tienen familias allí.

Un Cerro en Venezuela es algo parecido o igual a las Favelas en Brasil. ¿Ciudad de Dios, la película? Sí, puede ser, también puede ser que la película brasilera se quede pequeña en comparación a la realidad.

Hace un mes viajaba con una amiga en un taxi y pasamos cerca de uno de los temidos barrios que construyen los más pobres en las faldas de las montañas de Caracas. El chofer, portugués (aquí viven muchos portugueses), comenzó a protestar porque a ese Barrio de San Agustín el gobierno les ha facilitado el transporte.

Según el taxista eso solo beneficia a esos malandros que vienen al centro de la ciudad a asaltar y con ese nuevo transporte pueden regresar a sus guaridas, con lo recién robado, de forma más rápida.

No debieran darles nada, era su opinión y por un buen rato estuvo lanzando maldiciones hacia todos los habitantes de esas pequeñas casitas hechas con ladrillos rojos, armadas entre calles casi nunca asfaltadas.

Últimamente he estado en algunos cerros. No he ido sola con mi cámara, por supuesto, porque comprendo claramente que sería demasiado riesgo, demasiada la tentación.  Pero me niego a creer que todo el que vive en esos sitios es un delincuente en potencia, sería como decir que todo el que sea pobre es capaz de asesinar o robar.

En mi visita más larga me senti muy bien allá arriba, mirando la ciudad desde lo alto, entre casitas muy humildes, a veces inhabitables, a veces con mejores condiciones de lo que se podría creer.

La gente de allí me gusta más que los que viven en otras zonas de esta capital. No pretendo lucir super optimista; porque las drogas, las armas de cualquier tipo, las peleas entre pandillas, la violencia doméstica y de todo tipo no escacean en estos barrios.

Lo que nunca se me ocurriría pensar que no son personas como yo, (así piensan tantos venezolanos…), que no tienen los mismos derechos y que, allá arriba, se esconde el mayor peligro nacional.

Es más fácil temer, estigmatizar y segregar; que comprender, ayudar a encontrar el camino (el camino de cada cual, no el que pretendamos que es el mejor). La pobreza es uno de nuestros mayores temores, nuestras mayores verguenzas, por eso es mejor mantenerla aparte.