Cines de barrio en La Habana
Daisy Valera
HAVANA TIMES — No hace más de un año, la experiencia truncada de los cines 3D, que logró extenderse a todos los municipios de la capital, demostró la posibilidad de explotar lo que probablemente sea una tradición habanera a punto de desaparecer.
Las salas privadas con proyecciones en tres dimensiones, incluso con precios que superaron 25 veces los establecidos para los cines del Estado (2 MN), tuvieron una gran demanda y permitieron a los capitalinos separarse del obligatorio circuito cinematográfico del Vedado.
Parecían renacer las prácticas relacionadas con los cines de barrio. En medio de la precariedad económica y el protagonismo de otras formas de consumo cultural, el habanero comenzó a hacer la elección que hizo medio siglo atrás: “ver y dejarse ver”, utilizando una pantalla como pretexto.
En la Habana de 1958, inmensos carteles con escenas de películas o el rostro de los protagonistas adornaban las paredes, cada semana los repartidores de los cines hacían llegar la programación a las casas del barrio y los sábados y domingos las entradas de estos establecimientos se llenaban de personas vestidas con sus mejores prendas. Hasta los más humildes podían permitirse asistir a funciones con precios que oscilaban entre 20 y 60 centavos.
Se contaban entonces aproximadamente 130 salas oscuras en la capital cubana, más que en New York o París. Muchos de estos cines fueron clientes directos de importantes productoras y distribuidoras como la 20th Century Fox, Columbia y la Metro Goldwyn Meyer.
Tras indagar sobre el destino de estos espacios privilegiados de siglo XX habanero, encontramos que muchos han desaparecido (generalmente lo más pequeños) y otros que están casi en ruinas son utilizados por proyectos culturales que no reciben prácticamente ninguna ayuda financiera por parte del Estado.
El antiguo Rex Cinema hoy sirve de almacén de los instrumentos de limpieza de los trabajadores de comunales de La Habana Vieja. Los cines Florencia y Finlay que deben convertirse en los espacios del Teatro de la Luna y la Agencia Cubana del Rap respectivamente, se encuentran muy deteriorados y las obras de restauración son continuamente interrumpidos.
Algunos cines que han estado cerrados durante décadas comienzan a ser arrendados, como son los casos de los cines del municipio Diez de Octubre: Florida y Apolo. Otros funcionan como salas de video, una de estas ubicada en el cine Los Ángeles.
El Neptuno, que junto al Actualidades fue uno de los pioneros de esta actividad en la capital y que en algún momento fue utilizado como discoteca, hoy lo vemos apuntalado y a punto de ser demolido.
Aunque el fenómeno de la desaparición de los cines de barrio tiene carácter internacional, en el caso de Cuba, estos edificios en raras ocasiones son sustituidos por otros; generalmente se les deja convertir en cuatro paredes inutilizables antes de entregarlos a la comunidad.
A pesar del interés que suscita en la población eventos como el Festival de Cine Latinoamericano, el de cine francés y las semanas dedicadas a cinematografías foráneas, los cines en la isla actualmente siguen limitando el uso de sus instalaciones a la proyección de películas sin buscar diversificar sus propuestas culturales, como lo hicieron en La Rampa o el Radiocentro hasta 1959.
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Pero alguien me puede decir si queda algo en pie en La Habana?. No lo creo. Seria muy positivo mostrar la otra cara: la de los barrios de los nuevos ricos, sus boutiques, marinas, clubes nocturnos, campos de golf, nuevos apartamentos y otras «boberias» que hacen de sus vidas «otra Cuba» que muchos no se imajinan.
Me viene a la mente haber leído como Alfredo Guevara inició un Festival Internacional de Cine diciendo que «En los propositos de la Revolucion encontraremos el rostro verdadero de Cuba», me pregunto si el propósito fue este, el de no dejar parado Nada de lo que cogieron en pie?. Bueno creo que la respuestas la dio cuando afirmo «que no creia que su pueblo valia la pena», Creo que todo esta dicho y demostrado que este sea el verdadero rostro que la sociedad cubana se merece. Los hechos nos muestran que sus palabras no se estan sacando fuera de contexto sino más bien una afirmación de lo que se merece este pueblo.
Hola, Daisy:
El tema que tocas atañe a la urgente necesidad de rescatar un patrimonio que a todas luces está desapareciendo, luego de haber jugado un papel fundamental en la formación cultural de varias generaciones de cubanos. Y no te falta razón cuando apuntas que la fallida experiencia de las salas privadas de 3D pudo haber sido un paliativo en ese sentido. Porque los cines de barrio constituyeron verdaderos acontecimientos sociales. Lástima que una vez más el sofá saliera disparado por la ventana.
Ahora, lo que no entiendo es por qué estableces un parteaguas en los años 58-59, puesto que la gran mayoría de esos cines continuaron desempeñando su papel por al menos dos décadas más. Recuerdo que en los 60 muchas salas como Acapulco, Trianón, Olympic, Rex Cinema y Duplex, Riviera, 23 y 12, Payret, Santa Catalina, Rodi (hoy teatro Mella) y otros, mantuvieron su donaire de años previos, aun en medio de las dificultades que comenzaban acumularse. Entre ellas, la primera fue que cesó casi de golpe el habitual suministro de películas de Hollywood – a causa del embargo-bloqueo -, que constituían el grueso de la programación cinematográfica en la Isla. Pero incluso así, recintos como el Cinecito mantenían tandas completas con las copias que se habían preservado de los animados de Tom y Jerry, el Pato Donald, el Ratón Mickey, Speedy González. el cegato Mr. Magoo, e inolvidables comedias como las de los Tres Chiflados (The Three Stooges).
Por otra parte, el antiguo Radiocentro, hoy Yara, que fue nuestra primera sala de Cinerama, mantuvo sus tres proyectores hasta bien entrado los 60, pero hubo que retirarlos, pues ya no había filmes disponibles en ese formato. Recuerdo que allí vi El Príncipe Valiente, en total Cinemascope, gracias a la pantalla anamórfica. Entiendo que el sitio no cambió a complejo cultural multipropósito hasta los 80. Pienso que más que ruptura se trató de un gradual proceso de deterioro, que dio paso a la debacle actual con la crisis de los 90.
Una variante que casi nadie menciona ya es el de los auto-cines. El más destacado era el Novia del Mediodía, que quedaba a la salida de Arroyo Arenas. Allí era posible ver las películas desde dentro del auto, mientras una simpáticas muchachas servía leches malteadas y fritas cubanas, en el mejor estilo del «Drive-Inn». Este servicio se mantuvo durante los sesenta.
Y ahora Silvio Rodríguez dice que después de dar su gira por el país «se da cuenta que la gente está más mal de lo que el imajinaba» y que en su canción Cuando Digo Futuro no se refería a este tipo de futuro. Clase de oportunista!
Isidro, compadre, apretaste con el de la Novia del Mediodia. Mira que esa etapa de las maeltadas y las fritas cubanas fue antes de que yo naciera jajajaja.
Pero tienes razon, pues muchos de los cines que mencionas se mantuvieron funcionando mas o menos bien durante los 70 y los 80. Recuerdo muchas excelentes peliculas europeas (francesas, italianas, inglesas) durante aquella epoca.
Desafortunadamente, llegaron los 90 y con ellos, la crisis y los cines, como tantas otras cosas en el pais, enseguida sufrieron los embates del deterioro y la desidia. De todas maneras, dicen que recorder es volver a vivir, asi que tu comentario me trajo agradables memorias de mi ninez y mi adolescencia.
Ja…bueno, Javier, no tengo idea de qué edad tienes, pero te aseguro que las exquisitas fritas, las leches malteadas, los batidos, medianoches y bocaditos de salami fueron presencia común en los auto-cines y los drive-inns hasta bien entrados los años sesenta. muy específicamente hasta la víspera de la Ofensiva Revolucionaria de 1968. En La Habana había al menos dos drive-inns: uno el Solmar, frente al Hotel Riviera, y otro el San Rafael Drive Inn , en la Lisa.
Isidro, Ahí es que está mi pregunta, ¿porqué dejar que se deteriore un servicio donde haya consumidores? Se sabe que en Cuba «al cine» , todo el mundo iba, hasta el mas pobre, nosotros estamos yendo al cine desde los tres y cuatro años, teníamos Cines para escoger, sólo en mi barrio teníamos, el Mara, Los Ángeles, el Santa Catalina ,el Mónaco y el Alameda, y hasta que salimos en el 71, íbamos el grupete de chiquitos de la cuadra a pie, ( la mama que siempre llevaba era la mía) ya cuando íbamos en guagua íbamos a Radio Centro para después ir al Coppelia, Que cines!!.
A mi me molesta cada vez que se le echa la culpa a «algo o a una crisis», para explicar el descalabro de todo cuando hemos visto que aún en tiempos de «crisis» ha habido dinero para por ejemplo el circo de Elian, para recibir venezolanos salidos de la cárcel a «rehabilitarse en Cuba, en todos los ciclones que ha habido en el área, Cuba ha dicho presente, y vamos, que sabemos Todo, o sino lean y re-lean a Martín para que acaben de entender ¿En qué se va el dinero?, tu mismo dijiste el otro día que servía para poder entender a lo que hemos llegado hoy. Eso es todo, ni el embargo, porque bastante película y «amigos» cineastas extranjeros que hay, y mucho dinero para mantener descarados y muchos «intelectuales» que hay, Cuba es la Empresa Consolidada de Intelectuales, (ese dicho lo usaba siempre mi padre cuando quería decir que había mucho) que en vez de estar filosofando tanto, fuera más noble que desplegaran «su sensibilidad» cultural para prestar atención a estas cosas, pero bueno ya sabemos, que los de más poder están en vivir como millonarios y dejarle herencias a sus hijos y los de menos poder coger un viajecito afuera de unos cuantos meses y que se joda el país y los miserables cubanos. En fin, que elemento el que nos cayo!
Miranda:
Solamente explicarnos el descalabro – que no solo de los cines -, nos llevaría años. Pero si de algo no me quedan dudas es de que el camino definitivo hacia esa debacle lo abrió la Ofensiva Revolucionaria de 1968.