Cines de barrio de La Habana

 

Fotorreportaje por Ariel Glaria Enriquez

HAVANA TIMES – En ruinas, como fantasmas indefensos en el torbellino de una ciudad que creció con ellos, los cines de barrio ya no nos cuentan historias, pero se resisten a dejar su vacío físico, tal vez, en un último intento de salvarnos al naufragio de quedarnos sin sueños.

A ellos, que desde los días iniciales de su esplendor no se resignaron al silencio, van dedicadas las siguientes imágenes y el inevitable mutismo que las acompañan.

NOTA: Muchos proyectos culturales, como galerías de artes, compañías de teatros, danzarías y de otras manifestaciones, en un proceso lento no exento de trabas burocráticas, han ido ocupando el espacio de los viejos cines. Del recorrido por ellos para este reportaje HT agradece la amabilidad y simpatía recibida por representantes del proyecto ARTECONTINUA, con sede en un antiguo cine del barrio Chino, de La Habana.

 

 

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4 thoughts on “Cines de barrio de La Habana

  • Ariel: Los cines fueron una identidad, en nuestro país teniamos más cines que en toda latinoamérica, asi que hemos sido pioneros en el séptimo arte y por mostrar cine. Ahora se hacen cines con salas pequeñas, que son más rentables. Nuestros cines, los que funcionan permanecen vacios, solo se llenan cuando hay festivales de cine importantes. Muchos han quedado para espectaculos humoristicos y funciones de circo. Es una muerte lenta, tantos inmuebles convertidos en almacenes y otros locales ajenos por completo a lo que fueron en su esplendor. Gracias por las fotos y tu trabajo. Me entristece el destino de los cines.

  • Esos cine me traen viejos recuerdos GRACIAS

  • Lastimoso de modo general, y en el caso especìfico del Aguila de Oro, absurdo, pues un galerista europeo asume un patrimonio histórico del Barrio Chino y lo reconvierte a su gusto y semejanza. Todo por no dejarle espacio a la iniciativa del desaparecido Grupo Promotor, que pecó de ser demasiado independiente.

  • Los cines de barrio murieron de forma natural. Lo penoso es que no existan salas acorde al paso del tiempo ni pasión por ir a ellos. Otro daño colateral

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