Caminando por La Habana, Cuba
Fotorreportaje por Idania Cárdenas
HAVANA TIMES – En sus calles, la vida cotidiana fluye al ritmo de su gente, que a pesar de las dificultades económicas y los desafíos sociales, mantienen una resiliencia y una alegría contagiosa. En Cuba nada se bota, se repara, por eso cuando caminas por sus calles puedes encontrar cómo te reparan un colchón en medio de la calle, la gente te saluda y te pide que le hagas una fotografía, conversan contigo y en muchas ocasiones te cuentan sus historias de vida.
Un amigo me dacía el otro día:»Cada día en Cuba son 24 horas de supervivencia fula, de estrés, de planificación minuciosa, minuto a minuto, peso a peso, paso a paso, no se queda ni un segundo por ocupar aún estando dormido. Todo para intentar llegar a un equilibrio finísimo, entre sobrevivir y mantener un poco de cordura y salud mental, porque la necesitas.
Abres el refrigerador, al menos hubo luz y no se echó a perder nada, vas revisando diariamente qué queda, qué murió y sacas la cuenta de cuánto cuesta para reponer. La lista no es larga, pollo, salchillas y picadillo, cuando hay las tres, a veces no, a veces la triada falla y el pollo americano bloqueado pero que pasa, no llega a los puertos y tienes que quedarte con los otros dos, o con uno, también suele suceder.
-Papá, ¿hoy dormimos con luz o sin luz?
-Mamá: según los cálculos y tesis doctorales realizadas por tu padre de la cantidad de gente que se la han quitado hoy, las horas, el déficit existente, la luna que debe estar llena y el chino que cayó en el pozo, no tengo ni idea, aquí lo mismo duermes con luz tres noches seguidas que luego una semana sin ella, con el mismo supuesto déficit incluso todos los días.
-De madre papá
-ujum
Y solo puedes decirle «ujum» y dejar que se desahogue, porque ni tú mismo eres consciente del nivel de aguante que puede tener un niño en Cuba, ensopados toda la noche en sudor pero levantarse al otro día para la escuela o el círculo infantil con una felicidad que te preguntas de dónde coño la sacan.
Timbre del móvil.
Corre que llegó el camión de las balitas de gas y lo que hay es un pueblo. Y así sales, después de toda la mañana y parte de la tarde de cola, de broncas, de bajezas humanas, de oír historias cotidianas desahogándote de lo malo que está esto y te ríes.
La risa es el único motivo por el que el cubano sigue vivo, su capacidad de soñar, de mantener la esperanza viva, a pesar de los muchos obstáculos. Llegas a tu casa enciendes el móvil y empiezas a compartir memes, todo el mundo está igual que tú, o peor, y dices vamos a compartir y mejorarle un poco el día a los otros.