“Si ellos ganan nosotros perdemos”

Fernando Ravsberg

HAVANA TIMES, 16 dic. —”Mira, me parece muy bueno que dediquen todos eso millones a importar abastecimientos para los cuentapropistas, en realidad no me lo esperaba”, me dice un mecánico pero enseguida pregunta “¿y qué es lo que van a comprar?”

“El problema es que nadie nos preguntó qué es lo que necesitamos y me sospecho que pasará lo de siempre, enviarán afuera a unos burócratas inútiles a comprar contenedores de cosas inútiles”, explica irritado este trabajador.

Me dice que la mayoría de las herramientas que venden no sirven y que si hubiera las piezas de repuesto necesarias el país podría ahorrar mucho dinero, “a veces nos obligan a cambiar motores cuando se podrían rectificar”.

Los trabajadores por cuenta propia aspiran a que se les consulte antes de comenzar a gastar los US$130 millones que se destinará a comprar insumos para ellos. En realidad, solo están pidiendo que se haga un elemental estudio de mercado.

Me explican que no sería difícil, en enero todos los cuentapropistas tienen que acudir a las oficinas tributarias, “basta con hacer una encuesta sobre nuestras necesidades cuando nos presentemos a pagar los impuestos”.

No nos preguntan que comprar

“Nunca nos han preguntado nada, las cazuelas grandes hay que cómprarlas robadas de los centros de trabajo, las jugueras se la encargamos a un marino mercante y la cocina es de fabricación casera”, se queja la dueña de una cafetería.

Me cuenta que descubrieron una tienda en el Centro de Negocios que tiene algunos de estos utensilios, “pero sólo venden a diplomáticos, así que terminamos pagándoles comisión a los extranjeros para que nos compren lo que necesitamos”.

“Lo principal es que nos vendan madera”, comenta un carpintero que acaba de hacerme dos cajoneras de cedro y, mientras me ayuda a subirlas a mi automóvil, me confiesa que “todo el material que usamos tenemos que comprarlo en la calle (mercado negro)”.

Nadie le ha consultado sobre cuáles son sus necesidades pero explica que deben darle mejores precios si quieren que trabaje legalmente, “porque en la ‘choping’ (tienda de divisas) 30 clavos cuestan un dólar y eso es impagable”.

La vida de las “manicure” tampoco es fácil. Me cuentan que lo que más dinero les da es poner uñas postizas y después rellenarlas cada 15 días. El problema es que en Cuba no se vende ni la maquina ni el producto para el mantenimiento posterior.

Sin embargo, el mercado no se detiene. Desde Ecuador y Miami, los emigrados han creado una lucrativa red de abastecimiento que, entre otras cosas, provee a las manicuras cubanas de todo lo necesario para que sigan trabajando.

Podría extenderme más, contar mis charlas con los zapateros remendones y las dificultades que enfrentan para comprar el pegamento. Todo porque la institución que lo comercializa solo está autorizada a venderle a los “artesanos”.

Victimas no delincuentes

Es un buen ejemplo de los problemas que genera la inflexibilidad burocrática.  Aparentemente, en este caso no es la escasez de productos sino de lógica, lo que impide venderles a los zapateros, empujándolos innecesariamente, al delito.

Pregunté ¿de dónde se abastece el mercado negro de pegamento y suelas? y ¿quién se beneficia de esta escasez artificial? Concluí que algunos de los que deciden en las instituciones no carecen de inteligencia sino todo lo contrario.

Un periodista portugués demostró en una crónica que un europeo no puede vivir 24 horas sin utilizar algún producto chino. Aquí pasa lo mismo, pero con el mercado negro, porque si éste desapareciera se paralizaría la vida de la gente común.

Por eso se debería siempre tener presente que el zapatero no es el delincuente sino la victima de un modelo económico que ha hecho del tráfico de influencias y de mercancías robadas la principal fuente de ingresos de su propia burocracia.

Todo esto explica el temor de los cuentapropistas. Saben que no es buena idea dejar que esa gente decida que insumos se adquieren, porque “buscarán la forma de ganar y si ellos ganan nosotros perdemos”, me dice un trabajador.

Publicado con la autorización de BBC Mundo.