Oda a los satos cubanos

Fernando Ravsberg

Las y los cubanos aman a sus perros satos. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES, 1 septiembre — Veo en la prensa la noticia de que Yeti, una perra “sata” (1) de la provincia de Camagüey, amamantó a varios cerditos y a un cachorro huérfano. La historia se publicó en todos los medios, es que los cubanos se toman muy en serio a sus canes.

Recuerdo que en los años 90 llegó a mi oficina un fax informando que la perra de la embajadora de EE.UU. había sido expulsada. Lo primero que pensé fue en una ruptura diplomática expresada en términos insólitamente groseros.

Leyéndolo con más calma, comprendí que se trataba de la separación del club de Lebreles-afganos de “Habana”, la perra que pertenecía a la representante diplomática de Washington en Cuba, la sra. Vicki Huddleston.

Comenzamos a llamarnos entre colegas para tratar de comprender “este nuevo choque bilateral”. El run-run crecía mientras en la Cancillería juraban que no sabían de qué estábamos hablando. Llegó entonces un segundo fax.

Lo envía también el club de criadores de esa raza canina y va dirigido a la prensa extranjera acreditada en Cuba. Se informa que, en un acto de desagravio, la perrita fue readmitida pero a Vicki, su dueña, se le separó definitivamente.

No podía creerlo, pero varios criadores me confirmaron que se trataba de un asunto interno del club. Según su versión de los hechos, la crisis fue resultado de la rivalidad entre una señora de la alta sociedad cubana y la embajadora del “imperio”.

Al parecer la mascota de dicha señora era la estrella del club y fue opacada por la aparición de “Habana”, que centró la atención de todos. La situación se hizo intolerable y, como todo en Cuba, rápidamente se tornó política.

Imagino los discursos en el club proclamando que los perros cubanos comían con mil sacrificios y carecían de medicinas por culpa del bloqueo de los imperialistas, los mismos que ahora vienen a restregarnos sus ejemplares fuertes y sanos.

Pero lo cierto es que los perros de raza cubanos no estaban mal alimentados ni carecían de medicinas. Yo sabía que “Habana” comía del dinero del imperio pero nunca supe cómo, en medio de la crisis, se mantenía los demás perros.

Por suerte los misterios del Caribe son menos inescrutables que los caminos del Señor, así que me puse a conversar con criadores y tuvieron a bien darme el nombre del salvador, se llama “mercado negro” y cuanto menos hay mejor funciona.

Se alimenta de las arcas del Estado, del matadero salía la carne para los canes y las vacunas se compraban en los viajes oficiales. Durante la crisis de los 90 el ganado y hasta los animales del zoo caían como moscas, pero los perros de raza sobrevivieron.

Estos canes son una agresión directa al tópico informativo que dice que todos los cubanos están en la miseria. Entonces, ¿quién cría los chihuahuas, Golden Retriever, pastores, dálmatas, huskies, chau-chau o lebreles-afganos?

Pues una parte de la población con dinero suficiente como para pagar entre US$50 y US$500 por un cachorro, que alimentará después con carne de vaca y un pienso importado que cuestan respectivamente 0.80 y 2 dólares el kilo.

Claro que otra parte de los cubanos no tienen recursos para semejantes gastos, pero eso no quiere decir que no puedan tener su mascota, ellos son los dueños de los “satos”, como llaman los isleños a los perros sin raza.

Aunque en realidad decir eso es una verdadera calumnia porque ellos tienen los genes de varias razas a la vez. Esos sí que son fuertes, soportan bien las enfermedades y ninguna comida les provoca alergias, unos sobrevivientes natos.

Son como los cubanos y tal vez sea por eso que se encariñan tanto con ellos. Hay hasta un festival de perros satos en La Habana Vieja, donde uno gana por feo, otro por la cola más larga, aquel por simpático y también recibe un premio el de orejas descomunales.

Y ahí sí que no tienen la competencia del “imperio”, no hay embajador de EE.UU. que se atreva a competir con perras satas como “Yeti”, ni señoras de la alta sociedad socialista que envíen fax de repudio y organicen actos de desagravio caninos.

(1) Así se les llama en Cuba a los perros que son producto de la mezcla de diferentes razas caninas.

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One thought on “Oda a los satos cubanos

  • Yo soy una amante de los perros, a mi me gustan sean los satos que los de razas basta que sean perros, te dan todo el carino sin ningun interes, ellos si que te aman asi como uno es con virtudes y defectos

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