Ministerio de agricultura, para cada solución un problema

Fernando Ravsberg*

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La falta de agua es uno de los mayores problemas que enfrentan los campesinos a pesar de lo cual el Ministerio de la agricultura se niega a venderles los sistemas de riego que tiene en sus almacenes. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES — Cuando oigo hablar de burócratas siempre recuerdo a un dirigente de la agricultura al que le plantee mi preocupación por las cosechas perdidas debido a la negligencia de los organismos encargados de recogerlas y distribuirlas a la población.

El funcionario me respondió que ellos ya habían solucionado ese asunto, obligando a los campesinos y cooperativistas a asegurar las cosechas, de tal forma que estos cobran aunque sus producciones de alimentos se pudran a la vera del camino.

Me volvió el asunto a la cabeza leyendo en el Granma -periódico oficial del Partido Comunista- un artículo sobre una empresa del Ministerio de la Agricultura que, desde hace 6 meses, tiene en sus almacenes 66 sistemas de riego y se niega a venderlos a los campesinos.

Casi todos los guajiros que conozco se quejan de la falta de estas bombas de regadío para llevar el agua hasta los sembrados y aseguran que sus producciones podrían crecer mucho más si contaran con el vital líquido en las cantidades necesarias y en los lugares adecuados.

Pero para un burócrata lo verdaderamente importante no es la producción de comida sino “gestionar la concreción del nuevo precio de venta de las turbinas”, sin importarle que medio año después no “haya obtenido la solución esperada”, es decir que sigan sin venderse.

La culpa, como siempre, se diluye entre diferentes organismos de los ministerios de Agricultura, Industria y Finanzas, de forma que sea cual sea el daño que provocan a la economía nacional, nunca se podrá hallar a un culpable del desastre.

Si la función central del Ministerio de la Agricultura es garantizar que las tierras produzcan, resulta inexplicable que se hayan limitado a esperar 6 meses una respuesta, teniendo la posibilidad de apelar incluso al Presidente de la República si fuera necesario.

El periódico asegura que muy cerca de esa empresa, en la zona de Manicaragua, existen unos 80 campesinos que podrían dedicar sus tierras a sembrar frijoles si contaran con sistemas de riego apropiados, como los que duermen en manos de esos funcionarios.

La descentralización política puede beneficiar mucho a la agricultura si el poder de decisión deja de estar en las oficinas climatizadas del Ministerio. Foto: Raquel Pérez
La descentralización política puede beneficiar mucho a la agricultura si el poder de decisión deja de estar en las oficinas climatizadas del Ministerio. Foto: Raquel Pérez

De todas formas, por si acaso la Contraloría debería asegurarse de que están todos los sistemas de riego íntegros en los almacenes de esa empresa. No hay que ser desconfiado pero en más de una ocasión “el fallo burocrático” esconde un delito.

En el transporte, por ejemplo, la inoperancia para poner en funcionamiento los cientos de autobuses descompuestos protege un jugoso negocio de “canibaleo” de piezas de repuesto. Así, cada vez que importan las que faltaban se encuentran con que le han robado otras.

Decía Eduardo Galeano que el burócrata es aquel que para cada solución tiene un problema y se lo podríamos aplicar a los funcionarios agrícolas, los que prohíben importar tractores a los campesinos, les impedían construir casas y ahora se niegan a venderles los sistemas de riego.

Pero la burocracia sabe cuidarse las espaldas y el cargo, siempre se “amparan” en las leyes, la de importaciones, las de la vivienda o las de las finanzas. Nadie puede “probarles” nunca que cometen un delito, mucho menos un sabotaje a la economía nacional.

Desde hace 50 años, una y otra vez el Ministerio de Agricultura le falla al país repitiendo el mismo discurso de “yo no fui” para eludir sus responsabilidades acusando a los campesinos, a los desastres naturales o a las “dificultades objetivas que provoca el bloqueo”.

Difícilmente las cosas vayan a mejorar mientras los principales responsables de la debacle agrícola sigan culpando a otros de los fracasos. Contribuiría a encontrar las soluciones de estos problemas que cada uno asumiera lo que le toca y en primer lugar los que dirigen el sector.

Pero habría que pensar también cuanta culpa tiene el modelo cubano que creó un ministerio descomunal, compuesto en su mayoría por funcionarios desligados de la producción agrícola pero con potestad para decidir hasta la altura que tendrán las cercas de los campesinos.

La descentralización política del país puede llegar a ser el agua y el aire que la agricultura cubana necesita, si finalmente el poder de decisión deja de estar en las oficinas aclimatadas del Ministerio y recae en los hombres y mujeres que sudan en los surcos.
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(*) Publicado originalmente por BBC Mundo.

3 thoughts on “Ministerio de agricultura, para cada solución un problema

  • Fernando,
    este articulo es una demostración perfecta del dicho ese de

    “Jueguen con la cadena pero no con el mono”!! :-)

    No te gusta jugar con el mono verdad? :-)

    Veamos

    quien puso en la posición a todos estos ministros de la agricultura?
    No fue Fidel y Raul? Entonces ellos son los ineptos mayores por poner personas ineptas en posiciones que no pueden ejercer por que ellos mismos no pueden ejercer sus funciones también y nota que la excusa del “bloqueo” también se extiende allá arriba en el Olimpo donde todo lo malo es culpa del “bloqueo” algunos cubanos le quitan la “b” y le llaman “loqueo” y creo que tienen mucho de razón en esto. Las locuras del comandante. Esto que vemos y que siempre es igual es el resultado de eso. De el loqueo de el comandante.

  • Este texto de Ravsberg va sobre esa vaina sucediendo en Cuba, el problema es cruel porque lo podría trasladar a casi cualquier país de latinoamérica y no habría diferencia, la situación estaría casi idéntica… de pronto se podría engordar con temas como la semilla transgénica, el uso de agroquímicos sumamente dañinos para el ecosistema y por tanto para el humano; la contaminación ambiental, se puede mencionar el desajuste en el clima, los cambios de temporadas o la desaparición de estas, y todos esos sumarían problemas y problemas que acabarían por considerar que el campo es sitio negado para la producción; curiosamente eso no es así ni donde existen los recursos ni donde los lineamientos legales son claros y se acatan en consideración del bien del agricultor y el consumidor. Si estos pueblos tienen la posibilidad tan cercana de crear un verdadero movimiento de producción orgánico y autosustentable, porqué los entes estatales coadyuvan a que “el catastrofismo” y la oleada de males sea la constante? los intereses de las empresas productoras de agroquímicos y semillas transgénicas llegaron hace rato a las oficinas gubernamentales y lo hicieron dando golpe de dinero en cada escritorio que tuvieron enfrente; ante ese panorama de qué manera va a capearla el agricultor? el campesino que labora en pequeño estaría a simple vista destinado a la extinción, pero precisamente ahí mismo es donde está el detonante de un potencial sector agrícola funcional y rentable socialmente.

  • La burocracia es la consecuencia de un sistema de concepciones, que en lo económico y en lo político concentra la propiedad y el poder de decisión en unas pocas manos. Mientras el modelo de capitalismo monopolista de estado persista, habrá burocracia y grande, apropiándose de los resultados de la producción y de las decisiones que deberían ser tomadas por el pueblo, por los trabajadores, en cada centro de producción o servicios, en cada municipio, en cada comunidad. La solución no es quitar a un burócrata y poner a otro, la solución es cambiar todo el conjunto de concepciones neoestalinistas, -nada que ver con el socialismo de Marx- con que se ha venido dirigiendo el país desde hace medio siglo. Y desde luego los que durante tanto tiempo se acostumbraron a dirigir burocráticamente, difícilmente puedan cambiar “estructuras y conceptos” básicos. Por ello se hace necesario democratizar el sistema político, de manera que el pueblo pueda discutir y decidir libremente sobre la forma en que se pueda conducir el país y quiénes deben ser encargados de ejecutar e implementar las decisiones que sean tomadas por el conjunto de los ciudadanos y no por una pequeña parte de ellos.

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