La «polea» atascada

Fernando Ravsberg

Cargas. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 30 dic. — «Mira que a ti te gusta meterte en problemas, compadre», me dijo un funcionario cubano al enterarse de la nota que estoy preparando para inicios del próximo ano. La verdad es que me dejó meditando en esa filosofía de vida tan extendida.

«No meterse en problemas» es una meta mucho más difícil de lo que parece. Para lograrlo no basta con venderle el alma al diablo, también hay que vendérsela a Dios y uno termina convertido en una especie de mercader espiritual.

Lo que resulta irónico es que estos consejos me llegaron apenas unas horas antes de que el presidente Raúl Castro convocara a los cubanos a expresar sus críticas y a los periodistas a publicarlas, barriendo con el nefasto «secretismo».

«No teman buscarse problemas por enfrentar lo mal hecho, porque buscarse problemas es en estos momentos una de nuestras tareas principales para superar todas esas deficiencias que hemos mencionado», afirmó en el parlamento.

Los comunistas vietnamitas advirtieron a los cubanos que ninguna transformación económica será efectiva si no se acompaña de un «cambio de mentalidad» y para eso es imprescindible contar con una militancia dispuesta a «meterse en problemas».

Lo sé porque revisé la teoría marxista, que es por la que se rigen aquí, y me enteré de que los miembros del Partido son la «polea de trasmisión» entre los dirigentes y el pueblo, canal por el cual bajan las directrices de los de arriba y suben las opiniones de los de abajo.

Consulté el asunto con varios miembros del PCC, algunos de base, otros con cargos, uno tan antiguo que es fundador de la organización y hasta con un funcionario del gobierno, todos coincidieron en que el Partido no está cumpliendo ese rol.

Durante décadas la comunicación dirigentes-pueblo fue en la Plaza de la Revolución, donde se rendía cuentas y se hablaba de los nuevos proyectos. La gente aplaudía y así se daban por refrendados los grandes planes de la nación.

Después no había por qué buscarse problemas, bastaba con hacer un «círculo de estudio» y leer el mismo discurso que se había trasmitido en directo por radio y televisión, que se publicó integro en todos los periódicos y que se volvió a sintetizar horas después en el noticiero.

Foto: Yosvanny Deya

El cubano de a pie se limitaba a oírlos, unos alegres de tener una pausa laboral y otros preocupados porque «llega la hora de la telenovela». Todo se aprobaba por unanimidad y si alguien intervenía siempre era para «reafirmar».

Así fue como algunos militantes perdieron práctica en eso de «concientizar a las masas». Por el contrario, se enraizaron en el poder y desde el gobierno se dedicaron a bombardear a sus compatriotas con circulares y resoluciones.

El estado de ánimo del pueblo

Cuando necesitaban «medir el estado de ánimo del pueblo» sobre uno u otro tema, ponían a trabajar a organizaciones ad hoc que hacían «consultas», más o menos discretas, con resultados siempre agradables pero muy poco fiables.

Recuerdo que un día llegué a un centro de estudios sobre la juventud y encontré a los investigadores de muy mal humor porque tuvieron que repetir tres veces una encuesta hasta que los resultados «coincidieron» con la opinión de los dirigentes.

Antes del último discurso de Raúl Castro, algunos militantes se me habían acercado para hablar de política y economía. Creí que intentaban influirme pero me equivocaba, en realidad buscaban información para entender «hacia dónde vamos».

Es que solo leen el periódico del PCC y este anda a la saga de lo que ocurre en el país, lo mismo «denuncia» el enriquecimiento de los parqueadores que -reculando con chancletas- da loas a los cuentapropistas apenas el gobierno les cambia la jugada.

Y aquí vuelve a notarse la falta de un partido eficaz. Crearon un departamento para orientar a los periodistas y devino en aparato de censura. Hábil «castigador» que, sin embargo, ha sido totalmente incapaz de estructurar una política de prensa que mejore la imagen de la Revolución, dentro y fuera de la isla.

Pero nada de esto es noticia después que el segundo secretario del PCC dijo en el parlamento que el Partido anda mezclado en demasiadas cosas y ha dejado de jugar su verdadero rol para dedicarse a gobernar.

Yo agregaría que también a dirigir empresas, una gran parte de los gerentes arrestados por malversación llevaban en el bolsillo el carnet rojo. Así que es muy improbable que la polea empiece a desatascarse en los burós de los funcionarios.

Por el contrario, desde allí solo han bajado sanciones ejemplarizantes contra los militantes que se atreven a «meterse en problemas» proponiendo alternativas a la política oficial o denunciando la corrupción de algún personaje.

Eliminan así a los sectores más interesados en las transformaciones, envían un señal paralizante a la militancia y mantienen alejados a los cubanos que, a pesar de reconocerse revolucionarios, se han negado hasta ahora a ingresar en ese Partido.

Sí, parece que el presidente Raúl Castro tiene razón cuando afirma que es imprescindible un «cambio de mentalidad».

Publicado con la autorizacion de BBC Mundo.

One thought on “La «polea» atascada

  • Puntual y necesario análisis. Un señalamiento de corrector empedernido: la «saga» a la que hace referencia Ravsberg en el décimoquinto párrafo debería ser «zaga».

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