La justicia no debe ser ciega

Fernando Ravsberg

Raúl Castro indultó a 2900 presos. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES, 29 dic — Apenas se supo la noticia del indulto de 2900 presos un amigo revolucionario me advirtió que “la calle se va a poner mala” y la disidencia lamentó que “la decisión del gobierno de Cuba haya sido tan limitada”. La controversia despertó mi interés y salí a buscar a los excarcelados.

Haber conversado un rato con 3 de ellos no me da ningún parámetro estadístico pero es suficiente para hacerme pensar que no necesariamente todos estos hombres y mujeres saldrán a la calle a repetir los delitos que realizaron en el pasado.

Me sirvió también para preguntarme hasta qué punto es justo mantener encerrado a un hombre de 36 años, casado y convertido en la prisión en Técnico “A” en electricidad de montajes, por un delito que cometió cuando era un adolecente de 17 años.

Seguramente algunos de los indultados no podrán reinsertarse en la sociedad y volverán a delinquir pero eso no puede servir como argumento para que se les niegue a todos los demás la posibilidad de tener una segunda oportunidad.

Es que las prisiones no deberían servir como castigo sino como lugar de reclusión para aquellos que son incapaces de vivir en sociedad sin hacer daño al resto. Bajo ese criterio no se justifica mantenerlos tras las rejas cuando ya no representan un peligro.

Es muy sano que cada año las autoridades se vean obligadas a revisar los casos de las personas que un día fueron puestos bajo su custodia a cumplir una sentencia, hombres y mujeres a los que nunca se les puede negar el derecho a la rehabilitación.

Raúl Castro conmutó la pena de muerte a todos los condenados a pesar de que muchos cubanos están a favor de que se mantenga en el código penal. Foto: Raquel Pérez

A los 2900 liberados de esta Navidad se suman los 200 presos políticos excarcelados desde que Raúl Castro asumió la presidencia y en esa misma cuenta se debería incluir la conmutación de la pena de muerte a decenas de condenados.

Ojalá sea un primer paso hacia la eliminación de la pena capital porque se trata de una sanción sin marcha atrás aun cuando la justicia se equivoque. Además es un castigo cruel que le niega al ser humano la posibilidad de rectificar.

Sé que mi opinión no es compartida por muchos cubanos, en entrevistas callejeras sobre el tema la mayoría de los hombres y mujeres con los que hablé se mostraron favorables a mantener la pena de muerte para los casos de delitos graves.

De todas formas los diputados han planteado la necesidad de revisar el código penal cubano e imagino que este será uno de los puntos de su agenda aunque seguramente no el único porque los retos que enfrenta la sociedad hoy son enormes.

A pesar de la insistencia de Raúl Castro sobre la necesidad de perseguir el robo de ganado, la pena por este delito no debería ser superior que la que se aplicó a aquellos que provocaron la muerte de decenas de enfermos mentales por hambre y frío.

Si, como afirmó el Presidente en el parlamento, el principal enemigo de la nación es la corrupción de cuello blanco, parece lógico armarse de una estrategia y un andamiaje legal que les permita combatirla con mayor dureza y eficiencia.

Cuanto ha perdido el país con los robos en la aviación civil, níquel, habanos, telefónica, alimentación, biotecnología, transporte y piezas de repuesto, azúcar e incluso dentro de algunas empresas regentadas por las Fuerzas Armadas?.

Presos participado en un acto cultural. Foto: Raquel Pérez

Lo cierto es que en un año de actividad delictiva, cualquiera de estos dirigentes y funcionarios detenidos ha hecho mucho más daño a la economía nacional que el que podría hacer un cuatrero cubano sacrificando vacas durante toda su vida.

Si el gobierno no corta semejante sangría de poco servirá que los cubanos de a pie eleven la productividad de su trabajo, gasten menos electricidad o dejen de recibir subvenciones. Los sacrificios de la gente terminarán en cuentas particulares en el extranjero.

En el parlamento el Presidente los llamó “burócratas corrompidos”, aseguró que ocupan cargos “para acumular fortunas, apostando a una eventual derrota de la Revolución” y advirtió que “seremos implacables” con esa “plaga parasitaria”.

En el mismo discurso anunció que hay documentales e interrogatorios filmados a “delincuentes de cuello blanco”, sin embargo, estos solo podrán ser vistos por los diputados y otros dirigentes, negándole esa posibilidad a la mayoría de los ciudadanos.

Puede pedírsele a la gente que entienda la gravedad de lo que sucede cuando se le oculta la mayor parte de la información?. Es correcto mantener el secretismo en un tema que afecta a toda la nación?. Volverán los medios nacionales a callar como si nada pasara?.

Por lo que ha trascendido, pocos de estos casos tienen una connotación que afecte la seguridad nacional. El silencio solo sirve para que la gente permanezca pasiva en las gradas haciéndose eco de rumores, algunos ciertos y otros disparatados.

La falta de trasparencia en el combate contra la corrupción parece dar la razón al escritor cubano Lisandro Otero cuando concluyó que en el capitalismo el ciudadano no sabe que es lo que le pasará mientras que en el socialismo nunca se entera de que fue lo que pasó.

Publicado con la autorización de BBC Mundo.