La burocracia es una enfermedad contagiosa

Fernando Ravsberg

HAVANA TIMES — Cuando en Cuba se habla de la burocracia siempre pensamos en funcionarios con mucho poder que nos hacen la vida imposible creando trámites cada vez más complejos para justificar su salario y sus privilegios, oficina, auto, gasolina, etc, etc, etc.

Se trata de personajes repartidos por todas las oficinas públicas, vivienda, aguas de La Habana, migración y otros etc. Con algunos chocamos directamente y podemos decirles 4 cosas pero los que más problemas nos traen no dan la cara, dan las órdenes.

La burocracia no es exclusiva del modelo estalinista pero en él tiene un caldo de cultivo excepcional porque todos los medios de producción, hasta los puestos de venta de fritas, están en manos del Estado y este necesita crear un aparato gigantesco para controlar la economía.

Después la burocracia toma vida propia, tal como advertía José Martí, y se hace imprescindible porque ha creado tantos trámites absurdos que se necesitan cientos de miles de oficinistas llenando formularios y emitiendo certificados solicitados por otros oficinistas.

Hace poco presencié la venta de un automóvil viejo de una empresa extranjera a otra y me hizo mucha gracia. En primer lugar, las dos compañías tuvieron que presentar en la Cámara de Comercio toda la documentación que los acredita para operar en Cuba.

La plaga de la burocracia se extiende a todo el entramado social y nos contagia. Foto: Raquel Pérez Díaz

Primer trámite inútil porque las dos empresas tienen oficinas en la isla y por ende la Cámara de Comercio tiene todos esos documentos archivados. Con la autorización de este organismo acudieron a una notaría para hacer los trámites de compra-venta.

Allí se llevaron la gran sorpresa, la notaria les informa que para la transacción es imprescindible la presencia de los dueños de las dos compañías. Así que fue necesario coordinar los viajes de uno desde España y del otro desde Canadá para que estén en Cuba al mismo tiempo.

No se trata de la venta de un auto de lujo ni de un clásico de colección sino de un vehículo de trabajo, de origen rumano, con 10 años de existencia y 160 mil km recorrido. Un coche que en Cuba vale además el doble de lo que costó cuando se compró nuevo.

Para los trámites de migración se solicitan una serie de documentos con una vigencia determinada, por ejemplo la Fe de Soltería o los Antecedentes Penales. Parece lógico que tengan que ser actuales porque puede haber cambiado el estatus de la persona.

Sin embargo, piden una Partida de Nacimiento con un máximo de 6 meses de expedida y uno se pregunta por qué no sirve una con 1 año o 2 de antigüedad?. Al fin y al cabo el lugar, el día y la hora en que nacimos no podemos cambiarlo nosotros ni ninguna autoridad.

Pero lo peor de la burocracia es que es una enfermedad contagiosa a la que todos estamos expuestos aunque nuestro poder sea limitadísimo. Nos imprime su “razonamiento” y empezamos a repetir absurdos como si fuéramos autómatas.

Ahora, por ejemplo, para ser miembro de la Sociedad Cultural Canaria de Pinar del Río ya no basta con mostrar el pasaporte español, la inscripción en el consulado o la partida de nacimiento que se usó para obtener la nacionalidad como herencia del abuelo.

Las “autoridades” de la Sociedad Canaria pinareña, copiando a las de migración, exigen una Partida de Nacimiento expedida hace menos de 6 meses, con lo cual los nietos de los emigrantes tienen que volver a conseguir en España en bendito certificado.

La burocracia está presente en cada problema que sufren los cubanos. Foto: Raquel Pérez Díaz

¿Será que todos llevamos un pequeño burócrata dentro?, ¿será que el poder, por muy limitado que sea, nos transforma?, ¿será que el virus está esperando la mínima oportunidad para manifestarse?, ¿será que nos vengamos en otros de lo que nos hacen a nosotros?

En todo caso, hay dos tipos de burócratas, los de arriba y los de abajo. Con los primeros no hay arreglo porque defienden sus privilegios económicos pero los de abajo somos nosotros mismos haciéndonos la vida muy difícil unos a otros.

Hacer las cosas innecesariamente complicadas y lentas para obtener dinero a cambio de mayor agilidad es un círculo vicioso en el que el dinero que le entra por un lado se pierde por otro, cuando el pequeño burócrata necesita hacer sus propios trámites.

La nación puede ser mejor y eso no depende exclusivamente de los cambios que haga el gobierno, tiene que ver también con una elección personal. En última instancia se trata de actuar como un hermano de los demás o como su depredador.

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