El Lumpen, el humor político que nos faltaba

Fernando Ravsberg*

HAVANA TIMES — El filólogo cubano Rolando Jacomino Páez es la persona que se esconde tras el seudónimo “Siro4el”, promotor de la página de humor político “El Lumpen”(1). Su trabajo está despertando ronchas desde el inicio, cuando nadie sabía que sus entrevistas eran imaginarias.

Un artista amigo fue la primera persona que me habló de Siro; estaba indignado, porque había aparecido una entrevista apócrifa con él. Y en aquel momento yo pensé también que la manipulación mediática estaba alcanzando niveles record.

Por suerte, antes de que me “entrevistara” a mí ya me había enterado que Siro no era un fraude, sino una nueva estrella en el ciberespacio. El humor político entraba a Cuba sin avisar ni pedir permiso, bromeando con lo que hasta ahora era intocable.

Las reacciones iniciales fueron lógicas, pero lo curioso es que aun hoy, a pesar de lo absurdas que son sus entrevistas y noticias, muchos siguen tomándolas en serio. Lo muestran las reacciones coléricas de más de uno cuando comparto un artículo de El Lumpen en Facebook.

Rolando Jacomino asegura que su principal fuente de información es el periódico Granma, de ahí saca buena parte de sus chistes, aunque el “Nuevo Herald también me aporta mucho material”, nos comenta.

Está teniendo una repercusión increíble, no solo en Cuba, sino también en el extranjero, si a Miami se le puede llamar así. Recientemente, los dueños del restaurante Versailles se vieron obligados a desmentir públicamente a El Lumpen para frenar la pérdida de clientes.

Los asiduos del restaurante, insignia del anticastrismo, dejaron de visitarlo cuando el Lumpen informó que en el Versailles “a partir del martes 2 de Julio de 2015 queda absolutamente prohibida toda manifestación en contra del Gobierno de la República de Cuba”(2).

La nota “oficial” anunciaba, además, la apertura de una sucursal en La Habana, porque “tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas” entre Cuba y EE.UU. “es hora de enterrar el hacha de guerra y trabajar juntos por el futuro de la Patria”.

Las crisis fue tal que la directora de operaciones se vio obligada a decir a la prensa que “El Versailles y sus áreas exteriores continúan abiertos a los medios de prensa y a todo el que prefiere reunirse aquí para tratar cualquier tema, incluido lo concerniente a Cuba”(3).

La trascendencia de El Lumpen solo se explica por la falta de humor político entre los cubanos. Y no me refiero a burlarse del “enemigo”, sino a ser capaces de satirizar sobre tirios y troyanos, a tener suficiente irreverencia como para poner en la picota pública a todos por igual.

El restaurante de Miami tuvo que salir a aclarar que seguían tan anticastristas como siempre, para volver a atraer la clientela, espantada por El Lumpen.

Hasta ahora el “humor político” consistía en hacer sátiras sobre Fidel Castro en Miami y burlarse de la congresista Iliana Ross en Cuba. El Lumpen rompe ese esquema y pone al estadounidense Alan Gross a comer croquetas de bacalao en la casa de Fidel Castro.

Afirman que regresó Elián González a Miami y que el coronel que dirige la censura amenaza juró: “periodista que a partir de ahora no entre por el aro, le partiremos la siquitrilla”. Para asegurar después que Hialeah (Miami) quiere que se celebre allí el acto central por el 26 de julio.

En Miami, El Lumpen se burla de la protesta de Miguel Saavedra contra la política de Obama hacia Cuba, diciendo que concurrieron cinco personas y cuentan que Donald Trump quiere hacer un muro antinmigrantes en el estrecho de La Florida si gana las elecciones.

Es paradójico que con el sentido del humor que se gastan los cubanos, sus políticos soporten tan mal las bromas. Sobre todo, porque ya es hora de que algunos temas se toquen de forma más divertida, porque ya no se pueden tomar en serio.

Todos los años la prensa nacional refleja la muerte de miles de cabezas de ganado por hambre, sed o sacrificadas por matarifes. Los discursos de los responsables de esa situación, tras sus reiterados fracasos merecen, al menos, el escarnio público.

Los precios fijados por el Gobierno para los automóviles han llevado a que se venda este vehículo desarmado, con medio siglo de vida, sin dirección ni diferencial y con el motor en piezas en 11 mil 500 dólares. Es una historia para El Lumpen.

Y qué decir de los precios de los automóviles, yo mismo no lo creí hasta que lo vi con mis propios ojos en la concesionaria Peugeot. Es que parece una broma de El Lumpen que un automóvil normalito cueste un cuarto de millón de dólares.

A Jacomino no le faltarán temas, el funcionamiento del transporte, los precios de los alimentos, las tarifas de Etecsa, los baches de las calles, las cruzadas contra El Paquete, los artículos de la prensa nacional, los discursos de la disidencia o las aplanadoras rompediscos de Miami.

Para mí, que adolezco de tomarme a veces las cosas demasiado en serio, ha sido un respiro leer los trabajos de El Lumpen. Espero que siga haciéndonos reír con sus “exclusivas” y con esas exquisitas entrevistas, las únicas que son “noticia” incluso para los propios entrevistados.

De todas formas, el escritor satírico aseguró a Cartas desde Cuba que no pretende ofender a nadie y en caso de que sus textos molesten a algún lector pueden quejarse por correo a: Rolando Jacomino, Calle de la Picota S/N, % San Antonio y Maisí, Cuba (*).

(*) Como este es un post serio, me veo obligado a aclarar que el nombre y la dirección del autor de El Lumpen no se corresponden con la realidad. Todo lo demás refleja seriamente mi punto de vista sobre este personaje.
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(*) Visita la página de Fernando Ravsberg.

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