¡A las trincheras!

Fernando Ravsberg

La Habana de noche. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, April 15 — Conciertos en apoyo a la Revolución, actos de reivindicación patriótica en los centros de trabajo, ardientes declaración de la población en los medios de prensa y discursos en los que se recuerda que no hay que ceder «ni un tantico así».

El país regresa a las trincheras, la mentalidad de plaza sitiada se impone ante la «amenaza extranjera», encarnada esta vez por Estados Unidos y la Unión Europea que, en palabras de Raúl Castro, lanzaron una «descomunal campaña de descrédito contra Cuba».

El gobierno cubano parece dar por perdida de antemano la batalla en los medios de prensa internacionales, a los que acusa de complicidad, pero se prepara para sacar el máximo provecho político al enfrentamiento, convocando a la población a cerrar filas.

El mejor ejemplo es el de Silvio Rodríguez, un artista que pretendió expresar una posición independiente, planteando algunas críticas al gobierno.  De inmediato varios medios de prensa internacionales lo presentaron casi como un converso.

Decenas de artículos, editoriales y cartas trataron de empujar al fundador de la Nueva Trova para que rompiera con el gobierno.  La respuesta de Silvio no se hizo esperar, abrió el recital en apoyo a la Revolución Cubana el pasado fin de semana.

La primera víctima de esta batalla será el debate político interno, porque a muchos intelectuales cubanos no les agrada que se utilicen sus cuestionamientos y críticas al sistema para justificar el embargo estadounidense o la posición común europea.

La percepción de algunos es que -igual que en las películas- «cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra» por los enemigos de la revolución. Así que retoman el lenguaje polarizado, ese que no deja espacio a las dudas.

Las declaraciones de los cantantes, músicos y pintores muestran el ambiente que se vive: «nunca vamos a ceder», «éstos son los tiempos que nos definen, hay que unirse», «no hay que arrodillarse jamás» e incluso «si tenemos que agarrar un arma la agarraremos».

A lo largo de toda la isla, las empresas detienen sus actividades laborales para informar sobre la «campaña internacional contra Cuba» y los trabajadores se expresan «contra el imperialismo que pretende destruirnos desde hace 50 años».

Las posturas se radicalizan. Una amiga mía -ama de casa prácticamente apolítica- me dijo el otro día que «no me importa lo que le pase a ese que está en huelga de hambre, porque todo lo que está haciendo es para que nos jodan desde afuera».

Del otro lado tampoco contribuyen mucho a la distensión, el Presidente Obama acaba de volver a autorizar los viajes clandestinos de estadounidenses a la isla para traer dinero y equipos a la disidencia, en total decenas de millones de dólares.

La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, descartó un entendimiento argumentando que el gobierno cubano no quiere el fin del embargo, porque «perderían todas sus excusas». La Habana respondió invitándola a que suspenda el bloqueo para que la revolución se caiga.

Pero Hillary podría tener algo de razón. El pensador francés Alexis de Tocqueville escribió que «las grandes revoluciones que triunfan hacen desaparecer las causas que las produjeron y, en consecuencia, su mismo éxito las vuelve incomprensibles para las nuevas generaciones».

Y en este sentido el gobierno de Cuba sí se ha beneficiado de la hostilidad estadounidense porque ésta se ha convertido en un recordatorio permanente de que una de las causas que provocaron la Revolución Cubana fue el diferendo de siglos con Estados Unidos.

La actual política de Washington es la misma que fracasó durante 50 años, por lo que muchos creen que seguirá fracasando. Incluso la misma Hillary Clinton acaba de sorprender a todos reconociendo públicamente que «es posible que (la transición en Cuba) no ocurra a corto plazo».

Publicado con la autorizacion de BBC Mundo.