“Yo quería una camisa nueva”, desde Santa Clara, Cuba

Por Alejandro Langape

Jayr en compañía de su cotorra Frida.

HAVANA TIMES – Es posible que de niño usted haya escuchado más de una vez el cuento del gallo de bodas y comprendiera la duda del animal al tener que decidir entre dar la mejor imagen en la boda del tío Perico o ayudar a los que reclamaban sus servicios.

Vamos, que a una boda se va con el mejor atuendo posible y, si no se tiene…, bueno, entonces le invito a conocer a mi entrevistado al que el deseo de tener una bonita camisa para asistir a una boda le cambió radicalmente la vida.

Se llama Jayr y tiene más de cuarenta y cinco años. Es gay y, como suele decirse en Cuba, eso se nota a la legua, pero eso carece de relevancia en una ciudad como Santa Clara, en la que la existencia del club El Mejunje que ha sacudido la pacatería propia de las capitales de provincia.

Conocí a Jayr en medio de la calurosa efervescencia de una Feria del Libro a finales de marzo. Iba él con un antiguo amigo mío y, mientras mi amigo y yo nos mirábamos reconociéndonos al cabo de más de diez años sin saber de nuestras respectivas vidas (mi amigo ahora vive en Suecia), Jayr, acaso sin percatarse, siguió hablando, y el tema de su charla era un concurso internacional de belleza de travestis/transformistas que había ganado Zulema Anderson, una “mis” del universo transformista cubano, de quien me habían hablado recientemente.

Pronto comencé a indagar sobre la relación de Jayr con el mundo del transformismo y, tras algunas pinceladas, me pidió que lo visitase algún día en su casa para hacer la interviú y nos despedimos.

Confieso que pensé no volver a verlo, al menos no en un buen tiempo, pero Dios o el destino habían determinado todo lo contrario y apenas un rato más tarde volví a encontrarlo, una vez más junto a mi amigo.

Pidió, entonces, que fuéramos a su casa y allí, mientras nos preparaba un té, me contaría sobre su convicción de ser capaz de superar claramente a los competidores del reality de Televisión Española Maestros de la Costura, porque eso es Jayr, un maestro del complicado arte de coser para el universo transformista, aunque, al cortar la primera pieza de su vida, él solo pretendiera tener una bonita camisa para asistir a una boda.

¿Cuándo y cómo surge tu interés por la costura?

Jayr: Mi mamá era costurera y tenía en casa una máquina Singer de pedal, pero yo no le prestaba mayor atención, porque estuve becado durante la secundaria y luego en el pre, y allí trabajábamos en el campo, ya fuera en el tabaco al que, por cierto, le hacíamos de todo, desde escardar hasta cosechar la hoja, o en el boniato y otros cultivos varios. Y así, me interesé más en la Agronomía[1] y cuando termino el pre pedí la carrera de Ingeniero Agrónomo, que no terminé.

Pero, ¿cuándo llegamos al momento en que coses por primera vez?

Jayr: Espera un poco que te siga contando mientras hierve el agua para el té. Dejé la carrera en tercer año y luego matriculé Bibliotecología por curso libre, pero solo saqué algunas asignaturas y lo dejé también. Entonces empecé a trabajar como cajero pagador en la textilera, una plaza cíclica. Estaba mucho tiempo en la casa solo, porque mi mamá hacía guardias nocturnas. Por aquel tiempo se casaba una prima mía y yo quería llevar una camisa bonita a la boda y, como mi mamá llegaba cansada, yo mismo decidí cortar las piezas guiándome por otra camisa.

¿Y las cortaste bien?

Jayr: Sí. Se las di a mi mamá y ella la armó. Era una tela de listas verticales sobre fondo blanco y salió una bonita camisa de mangas largas. Al menos la gente que fue a la boda la encontró muy bonita.

Y a partir de ahí decidiste confeccionar otras prendas.

Sí. Practicaba con telas de sacos de harina que eran como lienzos y había que teñirlas para taparles los letreros. Hice camisas, shorts. Primero para mí, luego para amistades que me las veían puestas en mi trabajo y querían tener prendas iguales.

Jayr junto a la ganadora del último Mis Cuba Travesti que tiene el nombre artístico de Nahyla.

También tenía un amigo llamado Ríder que tenía unas tías en Placetas y en la casa de esas tías había retales de telas de distinto tipo, de percal, guinga, todas de antes de la Revolución, botones antiguos. Tuve acceso a todo aquello y comencé a inventar diseños. En aquella época había tiendas artesanales y mi mamá cosía para ellas en la Singer, y allí se inició mi aprendizaje. Luego matriculé en un curso de costura de la FMC.

¿No te rechazaron por ser hombre?

Jayr: No, no tuve ningún problema. En el curso te enseñaban dos métodos de costura, el tradicional que llaman Ana Betancourt y que es el mismo que enseñaron al principio de la Revolución en la escuela aquella que hubo en el hotel Nacional y por donde pasaron miles de muchachas campesinas. El otro método no recuerdo si tenía nombre, y lo inventó la propia profesora que impartía el curso. Te enseñaban a tomar bien las medidas, confeccionar los patrones.

¿Y cómo empiezas a coser para transformistas?

Jayr: Algunas compañeras de trabajo me pedían que les hiciera prendas femeninas. Me atreví y poco a poco fui mejorando. Y como tenía amigos transformistas que actuaban en El Mejunje…

¿Frecuentabas esa institución?

Jayr: Desde su surgimiento, cuando aún no tenía sede.

¿Y cómo es coser para un transformista? Por ejemplo, el proceso de tomarle las medidas para crear los patrones.

Jayr: En los sistemas de costura el primer paso siempre es tomar las medidas. Si previamente tienes el modelo, sea tomado de una foto, una revista, un video, diseño o algo así, se toman solo algunas medidas específicas. Los travestis deben ponerse el cuerpo postizo, los senos y los zapatos que suelen usar en los shows para tomarles las medidas. A partir de esas mediciones se hacen los patrones o moldes en cartulina o papel y, si son muy grandes, hay que pegarlos. Después se cortan procurando respetar el hilo y rompiéndote la cabeza para que te alcance la tela. Tienes que tener hilos de todos los colores, elásticos, zippers y adornos.

¿Tienes idea de cuantos vestidos para shows transformistas has confeccionado?

Jayr: Vestidos para shows, eventos. Tengo un amigo con el cual trabajé un tiempo en la cayería norte que tiene montones de fotos de esos trajes. Yo le he cosido a Vanessa, Lily Martín, Brenda Liz, Cinthia, Shayla, Salma, Cristina, Luna, Omega, Zulema Anderson, Nahyla, Solange, Chanel, Verena, Alma y muchas más.

¿Y cómo son los encargos? ¿Te piden hacer un vestido concreto o te dejan elegir?

Jayr: Lo más común es que tengan definido un modelo que vieron en una revista, un desfile de un concurso de belleza, un videoclip. Yo tengo que fijarme por ese modelo y confeccionar un vestuario que se ajuste al cuerpo de mis clientes. Pero si no traen un modelo concreto lo creo conociendo sus gustos y necesidades.

¿Y con respecto a los materiales?

Jayr: Casi siempre son traídos del exterior o comprados en las TRD. También pueden ser prendas reutilizadas, vestidos, ropa reciclada, telas de fantasía como las que se usan en los trajes de las carrozas de parrandas.

Un mismo transformista, ¿cuántos vestidos puede encargar?

Jayr: Muchos. En cada actuación usan varios y, como los ven cientos de personas en cada función, ese vestuario no debe repetirse muy seguido.

¿Conoces muchas personas que hagan tu trabajo?

Jayr: Pocas. Es un trabajo muy laborioso. Las telas de fantasía son difíciles de coser y los modelos muy complicados. Los clientes suelen ser muy exigentes y de diferente temperamento.

Pero supongo se pague bien.

Jayr: No lo creas. En ocasiones te quedan a deber y luego da trabajo cobrar.

¿Porque los precios son muy altos?

Jayr: Los precios a cobrar por la mano de obra empiezan en cinco CUC y pueden llegar a lo que uno quiera y hay vestidos que por el trabajo tan enorme que demanda hacerlos puede decirse que no tienen precio. Yo suelo “llevar bien” a mis clientes.

No he cobrado más de veinte CUC, sin contar los materiales que se ponen como suelen ser elásticos, zippers, broches, ballenas, galones, aplicaciones, hilo de lentejuelas, bordados a mano, tela de forro o la tela del vestido, encajes y piedras.

En el exterior, varios de los vestidos que yo he confeccionado pueden costar miles de dólares, porque toda la ropa que se hace a la medida y no en serie siempre es costosa. A eso súmale que, modestia aparte, el acabado y calidad de mi trabajo es bueno. Yo uso máquinas modernas, programables, que he podido comprar y eso ayuda mucho para que el cliente salga complacido. Y ese esfuerzo por complacer los deseos del cliente aquí no se retribuye todo lo bien que se debiera.

¿Y de verdad eres tan bueno en tu trabajo?

Jayr: Yo te garantizo que mis cremalleras no se ven, mis costuras no se rompen y eso no lo hace todo el mundo a conciencia. (Hace una pausa mientras me tiende la taza de té verde). Niño, allá, en Uruguay, Zulema Anderson se sigue poniendo los vestidos que le cosí cuando vivía en Santa Clara. Por algo será, ¿no?

[1]Jayr tiene en su pequeña pero confortable vivienda una buena colección de cactus cuyos nombres científicos es capaz de repetir con facilidad.

2 thoughts on ““Yo quería una camisa nueva”, desde Santa Clara, Cuba

  • Buen arte el de el…buen gusto y costura de primera…lo demás no importa…si su realización es plena…

  • A mí jayr me ha echo algunas cosas y mira que les gusta a la gente dicen que es muy bueno en la costura.
    PD soy mexicano

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