Un general disidente de Fidel Castro en la literatura EUA

Por Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES – Stephen H. Murphy acaba de alumbrar su nueva criatura, segunda incursión testimonial y literaria por la tierra más bella que ojos humanos han visto (Ver On de Edge; an Odyssey, 2016). Esta vez se trata de una novela histórica que recomiendo a los millones de interesados por saber de Cuba.

Digo “saber” con marcada intención, porque el bagaje de controversial información sobre los ya casi 62 años de Revolución cubana, unidos a la singularidad de su sobrevivencia, hacen muy difícil decir a plenitud Yo sí sé de Cuba.

Conocí a Steve dos años atrás en La Habana, rodeado de una atmósfera de perceptible discreción. La prudencia era indispensable a la misión que estaba a punto de concluir: había rastreado las múltiples e incesantes apariciones del fantasma de un hombre cuya humanidad intentó disolver el poderoso aparato represivo del castrismo.

El General de División Arnaldo Ochoa Sánchez pasó a la historia, a pesar de sus ejecutores. Él fue “legalmente” fusilado junto a otros tres altos oficiales de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, el 13 de julio de 1989. Era el acto final de un juicio sumario, supuestamente público, televisado, además, cuyo guion y actuaciones especiales fueron de la autoría de Fidel y Raúl Castro.

Ochoa enfrentó el último suceso de su vida con gallardía, limpieza de expresión y claridad en los interrogatorios. Tanto así, que ni siquiera la edición amañada de la TV pudo refrenar una ola callada de simpatía popular hacia su persona.

El apuesto general, previamente despojado de uniforme y títulos, terminó desvaneciendo la idílica y metódicamente fabricada confianza popular en la dirección revolucionaria.

Desde entonces vaga por el imaginario del pueblo, en las mil formas que solo las prohibiciones engendran, el fantasma de quien recibiera de Fidel Castro el título supremo de Héroe de la República de Cuba.

Su valía ha trascendido al punto que varias academias militares, incluso en los Estados Unidos, citan algunas maniobras brillantes ejecutadas por el general cubano en África.

El autor ha convertido en novela un romance personal vivido en Cuba. Esta está salpicada de salsa criolla, cual auténtica “ropa vieja”, ese plato de la cocina cubana, antaño salvador de las familias pobres cuando no había para el filete de palomilla.

 El premio merecido para Esteban, un estadounidense preguntón, arriesgado entre la gente de un país donde dicen los sabios Babalaos que “lo que se sabe, no se pregunta.”

Aquí nuestra conversación:

Arnaldo Ochoa, Heroe de la Republica

HT: ¿Por qué escribir este libro sobre Ochoa?

En 1989 era director de USIA-TV (Televisión de la Agencia de Información de Estados Unidos), en Washington DC. Entonces, prometí a Ana Sánchez, sobrina del héroe asesinado, que contaría la historia de Arnaldo Ochoa al mundo.

HT: ¿Cuál es tu apreciación del conocimiento que tienen los estadounidense sobre las denominadas causas judiciales # 1 y 2 de 1989 en Cuba?

Confieso que poca gente se dio cuenta sobre el fusilamiento de Ochoa en 1989. De más impacto fueron los eventos de Tiananmen Square y la caída del muro en Berlín. Solo en la comunidad cubana americana acompañaron el proceso del tribunal, contando con los reportajes del Miami Herald y del New York Times.

HT: ¿Historia o novela? 

Havana Odyssey: Chasing Ochoa’s Ghost es una novela histórica. Está basada en la experiencia (y romance) con Ana María, sobrina de Ochoa. El libro se divide en tres partes, siendo la primera más autobiográfica. Se incluye el interrogatorio ejecutado por el inspector en el aeropuerto José Martí. La segunda parte es factual casi totalmente y la tercera ficción en su mayoría, al contar el escape de la protagonista de Cuba.

HT: ¿Ochoa: héroe o villano?

Sus victorias en África le concedieron el status de Héroe de la República, hasta que dejó de servirle a los Castro. Su popularidad en Cuba fue grande de 1988 a 1989. Con el clamor del “drug running” por la prensa internacional, los Castros lo hicieron el chivo expiatorio de su posible complicidad con tan peligroso asunto.

HT: ¿Cómo lograste acopiar información en la Isla?

Entrevisté a 65 cubanos dentro del país de manera confidencial, incluido un oficial operativo del Ministerio del Interior, a quien refiero como ‘Big Man’ (capítulos 4, 23, 31). Él sirvió con Ochoa en Angola.

HT: ¿Cuáles fueron tus métodos?

Como mencioné, sufrí interrogación dura en el aeropuerto, por el inspector. Él alegó que “este profesor americano de Seattle University es un ‘troublemaker’.

Captura de pantalla durante el juicio al General Arnaldo Ochoa

Para conseguir entrevistar a 65 personas, hice tres visitas a Cuba y conocí a ‘amigos de amigos’, incluso amigos en la Iglesia Católica y entre los creyentes protestantes. Descubrí la gran red de ‘home churches’ en Cuba, cuyos fieles me ayudaban con cautela. En la Universidad de La Habana, tuve que identificar instructores y estudiantes, amigos de amigos que no seguían la línea marxista del rector.

HT: ¿Fuentes indirectas, digamos, influencias literarias?

De la literatura cubana me ha influenciado la poesía de José Martí, los libros y serie Netflix de las Estaciones de La Habana, de Leonardo Padura, y Our Man in Havana, de Graham Greene.

HT: ¿Cuál es el vínculo entre Stephen Murphy persona y Stephen Murphy escritor?

Mi promesa hecha y no cumplida a Ana María me volvía en la conciencia y hasta en los sueños por 31 años. A pesar de los desafíos de 2020, doy gracias a Dios de poder honrar mi compromiso, contando mi versión de la historia del General de División Arnaldo Ochoa a los lectores de Havana Odyssey.

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