Trump y Milei los “Presidentes Trolls”
¿de qué depende su éxito o fracaso?

Silvio Waisbord: “la capitulación de Jeff Bezos en el Washington Post es preocupante”. Un gran desafío para la prensa, las instituciones, y liderazgos
Por Carlos F. Chamorro (Confidencial)
HAVANA TIMES – El sociólogo argentino Silvio Waisbord, profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos en George Washington University, Estados Unidos, especialista en comunicación política, es autor de una decena de libros sobre periodismo, política y comunicación, y de varios análisis críticos sobre el estilo de comunicación política de Donald Trump y Javier Milei, a quienes califica como los “Presidentes Trolls”.
En una conversación en el programa Esta Semana, que se transmite en el canal de YouTube de CONFIDENCIAL, debido a la censura televisiva en Nicaragua, le pregunté de qué depende la efectividad de los “Presidentes Trolls”, que promueven un estilo de confrontación política, noticias falsas, y el culto a la personalidad, cuándo la realidad no se ajusta al discurso oficial, y qué pueden hacer los ciudadanos y la prensa independiente para contrarrestarlos.
Waisbord habló de “un periodismo que documenta la realidad”, frente a la avalancha de mentiras de líderes y audiencias que viven en sus propias burbujas, y destacó la capitulación del empresario Jeff Bezos, dueño del Washington Post que se alineó con el Gobierno de Trump, como “una señal preocupante”.
El experto reconoció la importancia que tienen las instituciones y la cultura democrática para enfrentar una regresión autoritaria, pero advirtió sobre la importancia de los liderazgos políticos, y la posición que éstos adoptan ante las instituciones democráticas amenazadas. “En Estados Unidos tienes una tradición de instituciones democráticas, de culturas y de normas de más de dos siglos, y llama la atención, en el caso de Trump, cómo una persona que ignora esa tradición, que violenta las normas de civilidad y de convivencia democrática, puede cambiar tanto en tan poco tiempo”, alertó.
El retorno al poder de Donald Trump en Estados Unidos ha desplegado un liderazgo que se proyecta a partir de un estilo de confrontación política. Vos lo has descrito como un “Presidente Troll”. ¿Qué es un Presidente Troll?
Silvio Waisbord: “Presidente Troll” es el que hace culto del insulto, de la burla, de la humillación de otros. Un estilo de comunicación política que es instrumental o necesario para los objetivos que quiere conseguir. Y obviamente este estilo viene de la cultura digital, el troll de muchos sitios se burla, se mofa de otra gente, no reconoce la humanidad de otros. Y creo que el presidente Trump, lamentablemente, es emblemático de ese estilo.
Durante su campaña electoral y desde el primer día de su presidencia, Trump ha diseminado no solamente exageraciones y manipulaciones, sino también mentiras, de manera reiterada. ¿Cómo puede ser efectivo y convincente si está tan divorciado en ciertos temas de la realidad?
Claramente, porque hay un porcentaje importante de la población que lo sigue apoyando. Hay un culto a la personalidad de Trump que está más allá de sus de sus mentiras, de sus exageraciones, y de sus insultos y de sus conductas anticonstitucionales. En las últimas semanas tiene una base electoral muy firme.
Él también recogió votos de gente insatisfecha, descontenta legítimamente con algunos temas económicos durante el Gobierno de Biden. Pero fundamentalmente la base que lo viene acompañando ya hace bastante tiempo durante su primera presidencia, tolera, acepta, o no le importa digamos varias de las cuestiones que has mencionado.
Este estilo de “Presidente Troll” se asemeja también a otros líderes en otros países, Milei en Argentina, Orbán en Hungría, aquí mismo en Costa Rica, un país con fuertes instituciones democráticas, con el presidente Rodrigo Chaves. ¿Es una tendencia política ideológica, o es un modelo de comunicación?
Es un modelo de comunicación presidencial que es accesorio a un proyecto político de desarticular, de deshacer el Estado, y de toda una serie de políticas a favor de diferentes grupos en la sociedad. Es instrumental, fundamentalmente, y es relativamente nuevo, en parte porque representa esta cultura digital.
Hay varios casos en los que realmente no solamente hay políticas similares, sino un estilo de comunicación presidencial en los cuales aprovechan para tirar ideas sin pensar mucho más si son reales o no, dicen cosas que después se vuelven para desdecir, rebaten argumentos con mentiras. Y no pareciera que tengan una sanción política, una sanción pública amplia por eso.
¿Cómo evalúas el desafío y el papel, que tradicionalmente han tenido los medios de comunicación independientes de fiscalizar el poder y promover el debate público, ante estos tipo de nuevos liderazgos.?
Hay cierto periodismo que trata de tener una posición equidistante de estas presidencias, de estos regímenes políticos, pero en situaciones bastante difíciles, mucho más difícil de lo que era hace 20 o 30 años en América Latina o, incluso, en Estados Unidos. Las condiciones para ser periodista, para el financiamiento de las noticias, son mucho más difíciles de lo que eran históricamente.
Hay diferencias entre países de las condiciones para hacer un periodismo independiente del régimen, pero miro con bastante preocupación el hecho de que estas presidencias tratan de socavar las bases que precisa un periodismo independiente, un periodismo crítico, que no está casado con una posición política, sino que apunta a la transparencia de la acción gubernamental.
En la primera presidencia de Trump en Estados Unidos hubo una resistencia muy fuerte de los principales medios de comunicación. Ahora vemos que los dueños de algunos medios emblemáticos como The Washington Post, el empresario Jeff Bezos, se declaran abiertamente al servicio de la política de Trump. ¿Cómo se explica esta capitulación?
Capitulación es la palabra correcta y hay un giro de 180 grados en varios medios. Hay otros medios, como el New York Times, que siguen una postura de investigar, de tener una actitud de escudriñar la acción oficial. Pero Bezos y las grandes compañías de Silicon Valley, como Meta y Google y esa es la posición de Elon Musk, totalmente a favor del Gobierno de Trump.
Esto es preocupante, pero sin ir más lejos, el presidente Trump en varias oportunidades ha criticado al Wall Street Journal que no puede ser criticado por ser un diario liberal en el sentido norteamericano de la palabra. Ha alertado en algunas notas algunas de las políticas sobre las tarifas, y Trump inmediatamente sale a agredirlo, a menospreciar a un periódico que es parte de un grupo que ha sido, un puntal en la carrera política de Trump.
Trump está poniendo la agenda en la sociedad estadounidense. ¿Qué capacidad tienen los medios de contrarrestar, de competir con esta presidencia imperial?
Creo que pones el dedo en el punto exacto. Trump tiene una habilidad de generar temas y noticias constantemente, todos los días, varias veces al día. Y así es muy difícil hacer un periodismo, no solamente por las condiciones que hablábamos antes, sino por definir cuáles son las noticias importantes o los pronunciamientos de Trump a rebatir o a verificar porque constantemente está tirando información, que en gran parte o no es válida, o es falsa, o son simplemente ataques a medios, a políticos, a gente del Senado, el Congreso, y el periodismo ya no da abasto después de estas ocho semanas de constantemente estar tirando y provocando estos temas.
¿Cómo comparas el fenómeno de Trump en Estados Unidos con lo que está pasando en Argentina con Milei?
En el caso de Milei y Trump hay un matrimonio intelectual, político, una visión de mundo. Esta idea de la motosierra que el presidente Milei le regaló a Musk es emblemática de esta visión de destrozar, desmantelar, colapsar el Estado, en términos de programas de educación, de ciencia y programas de derechos. Hay una empatía política y hasta personal. El otro punto es justamente un estilo de comunicación política agresivo, en el cual los dos están en una sintonía muy similar.

Trump tiene una base electoral mucho más firme que la que tiene Milei, la coyuntura de Milei tiene que ver específicamente con la situación de muy alta inflación que le permitió como el candidato que enfrentó al peronismo ganar la elección. Pero si el presidente Milei no puede sostener una inflación baja en su mandato, su horizonte político sería mucho más comprometido. Se especula que algo podría pasar contra si la economía se sale de cauce, pero es muy temprano como para anticipar lo que va a ocurrir.
Este discurso de la posverdad o de las realidades alternativas de presidentes que están imponiendo su propia agenda, ¿puede sostenerse, puede sustituir a los hechos y la realidad, sí la economía, la política, y la sociedad van por otro lado?
Lamentablemente, creo que sí, porque viven en una burbuja en la cual es difícil por personalidad propia y por su compromiso reconocer errores y que si dan marcha atrás van a hacer un reconocimiento público, van a seguir empecinados en algunas cosas. No me parece que estos dos sean personalidades que reconozcan, corrijan errores y que vuelvan a un curso para beneficio de gran parte de la población.
Lamentablemente, por el personalismo, cómo manejan las decisiones, con quién consultan, cuáles son sus asesores, no veo que estén dispuestos, no son el tipo de políticos que puedan superar las dificultades por errores propios.
La prensa independiente además de enfrentar estos estilos de presidencialismo autoritario, tiene que contrarrestar las noticias falsas y la desinformación que predomina en las redes sociales. ¿Hay algún antídoto para sobrevivir, en el caso de la credibilidad de la prensa?
No hay antídoto infalible y rápido. La desinformación y las noticias falsas continúan y la situación se ahonda. La ciudadanía vive o cree en realidades muy diferentes, más allá del excelente trabajo de mucho periodismo de documentar la realidad, de verificar la realidad, de replicar mentiras con verdades y con evidencia.
Ese trabajo es importante más allá de que no necesariamente lleva a resolver el problema que estamos viendo, pero el periodismo deja testimonio de lo que es verdad, más allá que la gente o los políticos y los diferentes actores estén dispuestos a creer en eso, porque contradice su su visión propia. Entonces no hay solución rápida y efectiva frente a este problema. Pero al mismo tiempo reconozco la validez que el periodismo tiene de dejar por sentado qué es y qué no es realidad.
¿Qué capacidad tienen las audiencias o la ciudadanía, la sociedad civil, de demandar la rendición de cuentas de estos liderazgo y la rendición de cuentas de los mismos medios de comunicación?
Varía, como el tema de la confianza en el periodismo. La confianza del periodismo en América Latina sigue siendo baja desde hace bastante tiempo. Pero cuando la gente se le pregunta por medios en particular muestra una actitud mucho más diferenciada de creerle a ciertos medios.
Por otro lado, gran parte es deber de la ciudadanía, no solamente del periodismo, de tener una actitud más cautelosa, más crítica frente a la información que circula y no creer que lo que aparece en las redes o incluso en algunos medios es toda la realidad.
Si bien los medios tienen mucha responsabilidad en esto, creo que es importante seguir insistiendo que la ciudadanía últimamente es quien decide qué es verdad y qué no es verdad, y para ello tiene que tener una actitud más más atenta a la calidad de la información.

Además de este panorama bastante pesimista, hay una crisis de la industria, de los medios de comunicación. Hay una enorme desafío de sostenibilidad de los medios, no solamente en Estados Unidos, en América Latina, en todas partes del mundo.
Es una situación que ha empeorado bastante en las últimas décadas. Aquellos que seguimos esta situación de hace décadas sabemos que no es totalmente nuevo, pero la profundidad de la crisis nos preocupa. El periodismo no ha encontrado una alternativa viable frente al colapso de la inversión publicitaria en los medios tradicionales y la búsqueda de fuentes alternativas frente a la publicidad no llegan a subsanar los grandes grandes déficit que existen.
Esto es un problema importantísimo que hace más preocupante la situación sobre la posverdad y de medios que no tienen cuidado o interés por la verdad.
Para mí, es imposible pensar alternativas, sino soluciones amplias. Lo que ha habido en las últimas décadas son soluciones puntuales por varios medios de tratar de tener un modelo de financiamiento viable, pero es una crisis que va más allá de medios particulares, es una crisis que incluso golpea a los medios tradicionales en la mayoría de nuestros países.
En América Latina, además de las tres dictaduras, la de Nicaragua, Cuba y Venezuela, hay una tendencia general de regresión democrática y de fortalecimiento de tendencias autoritarias. Pero hay dos países que siempre marcan una gran diferencia por la fortaleza de sus instituciones democráticas, Uruguay y Costa Rica. En Costa Rica, por ejemplo, hay preocupación de tendencias autoritarias amenacen estas instituciones e incluso la fortaleza que ha tenido la prensa. ¿Cómo ves estas dos excepciones?
Hay una lección importante en lo que está pasando actualmente. Por una parte la tradición de instituciones democráticas sólidas es fundamental para entender los casos de Costa Rica y Uruguay, que siguen siendo importantes y te explican una tradición con una cultura democrática.
Lo que hemos comprobado en los últimos años es la importancia de los liderazgos políticos, que no es solamente un fenómeno estructural o de la historia, importa quiénes son los líderes y la posición que tienen frente a instituciones democráticas.
Hago la analogía con el caso de Estados Unidos, porque tienes una tradición de instituciones democráticas, de culturas y de normas de más de dos siglos, y llama la atención en el caso de Trump es cómo una persona que desoye, que ignora esa tradición, que violenta las normas de civilidad y de convivencia democrática, puede cambiar tanto en tan poco tiempo. Y esto tiene que ver con un problema de liderazgo, de personalidades, de comunicación política.
En el caso de Costa Rica y Uruguay, mientras haya liderazgos que son respetuosos de esas tradiciones, que no apoyen medidas anticonstitucionales, que creen en una norma de la tolerancia y de convivencia entre diferentes facciones políticas, creo que esa tradición pervive. De lo contrario, entramos en un territorio de incertidumbre, en el cual una persona se arroga el poder por haber llegado al poder de forma democráticamente y vulnera, violenta, ignora absolutamente estas tradiciones que tanto importan.
En última instancia es ver si los anticuerpos que una democracia tiene son suficientes para rebatir, para resistir estos golpes contra las instituciones democráticas. Esa es la pregunta, si la oposición será lo suficientemente fuerte y sólida como para aguantar estos embates. Por eso yo recalco el tema de los liderazgos.