Todos los cubanos somos un albatros

Por Amrit

Luis Eligio protesta por una prolongada falta de agua en Centro Habana.

HAVANA TIMES, 10 feb — Luis Eligio Pérez Meriño, poeta y performer ha sido una figura controvertida incluso fuera de su centro de acción más común: el proyecto Omni Zona Franca, que oscila entre el mito y el escándalo pero ha mantenido por doce años un festival de poesía sin precedentes en Cuba.

Eligio era una de las tres voces que componían originalmente mi primera novela publicada sólo en francés. Antes de que este proyecto se disolviese, cada noche me enviaba lo que sería su parte de un diario de 30 días.

Recuerdo la sensación, mezcla de tristeza y asombro, que me causaban aquellas inmersiones en su infancia: la aguda mirada de un niño que crece con la conciencia de su marginalidad. “Todos los cubanos somos un albatros,” escribió evocando el poema de Baudelaire donde un pájaro aletea contra el suelo de un barco resistiéndose a morir.

HT: Háblame un poco de tu infancia, cuando llegaste a la Habana y qué recuerdas antes de eso…

Luis Eligio: Yo soy el primero de mi familia que nace en la capital. Mi familia toda viene dela Sierra Maestra, de Guisa, provincia Granma. Viví una infancia de pobreza, en mi casa no había televisor, ni refrigerador… Recuerdo haberme caído de la barbacoa hasta el piso de abajo por las malas condiciones en que estaba la casa, un espacio pequeño que había sido una tienda de santería.

Recuerdo muchísimas veces haberme acostado sin comer. Mi madre ganaba el sueldo más bajo que se puede ganar en Cuba a pesar de que alfabetizó casi al costo de su vida en lugares muy intrincados, a pesar de que fue una persona integrada a todas las movilizaciones políticas. Yo tuve que vivir en el sistema de becas, y las becas son como una prisión. Vives alejado de tu familia, en un ambiente de gran violencia.

HT: ¿Dónde estuviste becado?

Luis Eligio:  Estuve en Güira de Melena, en Victoria del Uvero, en Varsovia, en República de Guyana… Todas esas películas norteamericanas sobre niños que son recluidos en prisiones de menores, de niños que son violados, (te hablo de las películas más serias), yo las sufría, porque veía cosas que había visto en la beca: escenas de violencia inenarrables.

Regresaba de la beca desesperado y llorando le pedía a mi madre que no me mandara más allí y ella me decía que tenía que volver porque ella no podía sostenerme. Ahora, fíjate, mi padre era un oficial de alto rango y el padre de mis hermanos un alto funcionario de Vivienda enla Isladela Juventudque fue removido de su cargo en los años 90 por corrupción.

HT: ¿Tenías alguna relación con tu padre?

Luis Eligio: De niño nunca lo conocí. Yo tendría unos 33 años cuando un día mi madre tropezó con él por la calle y lo agarró por el brazo trayéndolo hasta la casa. Ese fue mi primer encuentro con mi padre. En esa conversación, él, casi sin escucharme me decía que todo lo que yo defendía: mi arte y Omni, la idea de que este país necesita ser cambiado, ser salvado, todo eso estaba absolutamente errado. Me dijo: A partir de mañana tú no vas a vivir más así, déjame ver qué trabajo te consigo. Entonces yo pensé: Dios me quitó a un padre porque no lo necesitaba.

HT: ¿Podrías contarme esa experiencia que viviste cuando los amenazaron con sacarlos de la casa?

Luis Eligio: Esta casa en la que vivo, en Escobar 264, la obtuvo mi madre casi a riesgo de su vida, porque tuvo que cuidar a la dueña, que estaba enferma de cáncer, era como un feto en una cama, había que cargarla, hacérselo todo, además de mantener la limpieza de esta casa y ya ves que es inmensa, y mi madre no estaba bien de salud. La propietaria hizo un testamento a favor de mi madre y su familia estaba de acuerdo, pero la jefa de vigilancia y algunos vecinos avisaron a Vivienda y hasta hubo amenazas de que vendría la policía.

El día que estaba anunciado el desalojo mi madre se apertrechó aquí adentro con unas tanquetas de alcohol y dijo que al que pusiera un pie adentro de la casa ella le iba a dar candela. Y luego dijo, con nosotros aquí presentes, que le daba candela también a todos sus hijos y después se daba candela ella.

Y te puedo decir que yo vi en ese momento a mi madre como un ejemplo cívico. Y comprendí que el ciudadano común no tenía una voluntad cívica, comprendí cómo la política, que es sólo una parte del cuerpo de una nación, había usurpado todo en esta sociedad.

HT: Recuerdo una experiencia que contabas en aquellos textos que enviabas para la novela, un acto de repudio que presenciaste en los 80…

Luis Eligio: 1980 es un año que me marca muchísimo, fue un punto de giro. Aunque yo tenía 8 años, recuerdo muchos momentos como si los estuviera viendo ahora mismo. Uno de ellos es el de un personaje del barrio, al que los niños le decíamos Agamenón, por aquel mayordomo circunspecto, muy serio, que casi no hablaba, del programa de TV “San Nicolás del peladero.”

Este hombre vivía frente a nosotros allá en la calle Neptuno, y era muy querido por todos los muchachos porque era idéntico al personaje del programa. Le caíamos atrás y le gritábamos: ¡Agamenón! Y él, siempre muy serio, se volvía, sonreía por un momento y seguía.

Pero en el año 80 se reúne una gran turba frente a su casa. Yo tenía acceso visual a casi toda la escalera porque ésta tenía cristales y estaban rotos, así que vi cómo lo bajaban a golpes y aquello me impresionó tanto, tanto, cómo lo sacaban por la puerta del edificio y lo levantan en una vidriera rota y ahí le gritaban ofensas y le tiraban tomates, papas, huevos.

Y ese hombre estaba ahí, tan triste, era sobrecogedor, yo sentí un dolor tan grande que… mira eso está en un poema en mi libro “Canción para Centro Habana”: …como un cartel de niños / con moscas en la boca / es una ciudad donde los rostros tienen sed de justicia…

HT: ¿Y todo eso era porque él se iba del país?

Luis Eligio: Sí, porque él se iba del país.

HT: ¿Y nadie lo defendió?

Luis Eligio: No, en ese tiempo no había defensa, nunca. Pero de los 80 también recuerdo que un primo mío se iba y él nos dejó toda su ropa, ropa americana, muy cara en aquel momento. Y de repente él dudaba de si se iría y pidió le devolviésemos la ropa.

Performance en la vía pública.

Íbamos nosotros, mi mamá y mis hermanos con aquel maletón ruso, enorme, y de pronto… Yo recuerdo que eso era como por la avenida de 26, aunque no podría decirte el lugar exacto. Había unas guagüitas militares y unos militares con cascos dándole cascazos a la gente, recuerdo que golpeaban a uno y caía, y lo metían en la guagua.

Eran mis 8 años, no sé si había una revuelta, por qué estaba pasando eso. Sólo recuerdo que mi madre y nosotros nos mandamos a correr calle abajo, se abrió la maleta y la ropa cayéndose, te puedes imaginar el terror con el que nosotros corrimos calle abajo.

HT: ¿Tú presenciaste el Maleconazo (1994)?

Luis Eligio: Sí, yo lo viví, aunque en ese momento no entendía lo que estaba pasando. A pesar de tener una gran preocupación social, y aunque comprendía toda la injusticia y la corrupción que había abajo en la calle, porque la estaba viviendo directamente, yo sentía una profunda admiración por Fidel.

Y el Maleconazo lo vivo con la emoción que de repente yo estaba de acuerdo con toda aquella revuelta, pero más bien porque también tenía acumulada, porque es lo que he vivido siempre, una ausencia total de libertad de expresión y el Maleconazo era como una alegría de libertad de expresión. Yo no vi cuando llegó Fidel, pero creo que lo que pasó fue que él aparece ante un pueblo que estaba virando todo al revés pero que al mismo tiempo lo amaba, o lo admiraba aún lo suficiente.

Pero también recuerdo que venían camiones con trabajadores del contingente Blas Roca, e hicieron un cordón, porla Puntay por toda la avenida del Puerto, tenían palos y una actitud abiertamente represiva.

Y del lado opuesto estaba el pueblo mirando a esos constructores comportarse como esbirros y todos hablaban de eso con mucho, mucho malestar. Y ahí vi, pude palpar ese sentimiento que yo abogo con toda mi fuerza porque no se propague.

Ahí yo vi la posibilidad de un enfrentamiento sangriento entre cubanos. Porque tanto aquellos que actuaban en ese momento como represores y los que estábamos del lado de acá, ambos éramos cubanos. Como son cubanos los que están gritando en Miami. Cubanos metidos en una maquinaria de rencor y de dolor.

HT: Hace poco leí una cita de Artaud :  “No hay nadie que haya jamás escrito, pintado, esculpido, modelado, construido, inventado, a no ser para salir de su infierno.” ¿Era eso el Arte también para ti?

Luis Eligio: Para mí es, nunca era. La vida es Arte y lo que te hace un artista, y no precisamente por escribir, pintar, esculpir, actuar… Mi vida es Arte, y es algo que no tiene discusión, por más que haya gente conceptualizando y tratando de decidir qué es y qué no es Arte.

Pero tú hablas de Artaud y es él quien empieza a denotar la vida como teatro, los actos cotidianos como sucesos teatrales, aporta nuevos elementos para la escena, el espectáculo. Él  veía su propio drama como Arte y el mundo como el escenario. Para mí es un precursor  fundamental del performance.

HT: ¿Cómo fue tu encuentro con la poesía?

Luis Eligio: Yo empecé a leer conscientemente a los once años. A los quince escribí una novela de horror, con un vocabulario muy precario, y a los dieciséis, mis primeros poemas. Había tenido un primer encuentro con poetas neorrománticos, pero mi encuentro profundo con la poesía ocurrió a través de Martí, con sus poemas cívicos. Cuando tenía diecisiete años mi tía me botó todos mis poemas, y fue bueno, pero en aquel momento me causó mucho dolor.

Estuve un tiempo alejado de la poesía, entonces ya yo había pasado el servicio militar y estaba trabajando en una fábrica de cigarros. Ya empezaba a tener una actitud contestataria porque veía los abusos de poder, cómo el obrero es sólo un peón que cumple las órdenes de la administración. El sindicato jamás respalda los intereses de los trabajadores, siempre está de parte de la administración y del Partido. Y el partido siempre está de parte de la administración…

Pero yo había sido irreverente ya desde el tecnológico, una vez me paré frente a un profesor y denuncié los abusos que veía cometer con los alumnos. Por ese tiempo escribía un tipo de poesía patriótica pero no me satisfacía y es que mis poemas tenían ese aliento de las cosas oficiales, y no era eso lo que yo quería escribir. Yo quería escribir sobre mis amigos que se iban en balsa, sobre las inquietudes de la juventud.

HT: ¿Es entonces que llegas a Alamar?

Luis Eligio: El poeta Leonardo Guevara, fundador de Zonafranca fue quien me llevó a Alamar y allí vi a Juan Carlos Flores, que causaba una gran algarabía, una gran emoción con sus lecturas. No había visto nunca eso que pasaba ahí con la poesía y me dije: “¡Yo quiero esto!.”

Las lecturas de poesía que había entonces eran totalmente jerarquizadas en una ambiente de pobreza de libertad de expresión, no eran sucesos vivos y nosotros a nuestros 26, 27 años, queríamos transformar el mundo, teníamos inquietudes que no eran solamente poéticas. Eran inquietudes existenciales, de conocimiento, cívicas, políticas… Queríamos movilizar la poesía, queríamos que la poesía se convirtiera en acción. Que la poesía fuera una noticia, un escándalo.

HT: ¿Y a las instituciones no les interesaba apoyarlos?

Luis Eligio: No. Yo creo que las instituciones tuvieron la oportunidad de abrirse, de ver y canalizar lo más importante de lo que estaba ocurriendo. Pero lo que hicieron fue asumir posiciones de aparente aceptación de ese arte para burocratizarlo, dividirlo, paralizarlo.

Yo estoy consciente de cómo debería funcionar la sociedad cubana. Los proyectos alternativos no deberían verse como enemigos. Las instituciones deberían apreciar y agradecer la presencia de estos proyectos, ¡deberían estar felices de que aparezcan proyectos con proposiciones, con soluciones a los problemas sociales!

Debería haber una relación y las instituciones deberían apoyar estos proyectos. Pero a las instituciones no le interesa la cultura, lo que se está promoviendo, lo que se está masificando de la cultura es lo peor.

Creo que los proyectos que están siendo censurados ahora mismo es porque son proyectos revolucionarios de verdad. Y Omni es sólo una gota de todos esos grupos que están surgiendo en Cuba y que están dinamitando el país.

HT: ¿Cómo se manifiesta la censura? ¿Tienen ustedes prohibido el acceso a determinados espacios, se les ha informado eso?

Luis Eligio: No, en el caso de Omni la censura no obra así. La directora del municipio de cultura ha difundido una carta donde nos acusa de ser un grupo contrarrevolucionario. El ministro de cultura, Abel Prieto y el viceministro, Fernando Rojas, han dicho enla Asociación Hermanos Saíz que no deben, que no pueden apoyarnos porque trabajamos para el enemigo.

HT: ¿Pero les dan argumentos de por qué los consideran un grupo contrarrevolucionario?

Luis Eligio: A nosotros no.

Luis Eligio. Performance pan con poeta.

HT:  En tu opinión, ¿hay criterios diferentes para iniciar un proceso de censura contra un proyecto alternativo? Quiero decir, las razones por las que la institución se apropió del Festival Rotilla, ¿son las mismas que impulsaron la intervención del festival de Rap, las mismas por las que a Omni le prohibieron hacer “Poesía sin Fin” en el 2009?

Luis Eligio: Yo creo que todo esto tiene que ver con lo que dio origen a los UMAP y al llamado Quinquenio Gris, que no ha cesado. Ha habido sólo aperturas aparentes. Es evidente que no hay una voluntad política de desarrollar la cultura, sino, no se reprimiría.

Si hubiera la idea de que la cultura es vital para el desarrollo de Cuba no habría toda esa historia de represión y la hay, ejemplos terribles, ha habido de hecho una devastación en la política y en la cultura.

Es por eso que dije en Estado de Sats que nosotros como cubanos no tenemos nación. Una nación se constituye con todos los componentes que la han constituido desde la diversidad ideológica hasta los exponentes de su desarrollo civil, artístico, de pensamiento.

Cuando se ha omitido parte de esa historia, cuando se han borrado figuras cruciales en su desarrollo no se puede hablar de nación. Por ejemplo, ¿dónde están los hombres que construyeron esta ciudad? ¿Dónde está la continuidad de esas mentes? ¿Dónde está José Martí? ¿Martí es el de las consignas, el de los libros, el que citan en los discursos? Evidentemente hay un hueco en Cuba y un hueco abismal.

Pero la censura sólo puede obstruir un movimiento, no apagarlo. Esos que censuran no creen en la libertad, están obsesionados con el poder, con ese concepto maquiavélico de la preservación del estado (o de un grupo de personas enquistadas en ese poder) a cualquier precio, por cualquier medio y lo justifican con cualquier argumento y son capaces incluso de apoderarse de los argumentos más nobles.

HT: Yo veo que en Cuba nos quejamos de que no tenemos libertad de expresión, de que obstruyen los proyectos, pero en otros países donde sí es posible desarrollar proyectos independientes, la libertad sólo parece llegar hasta ahí. Veo que están atrapados en la compulsión por mantener un estándar de vida, pero, ¿es eso la libertad, o es sólo otro entretenimiento?

Luis Eligio: Sí. Yo creo que es importante que los cubanos despertemos ya, porque todos estamos dormidos y se nos va la vida y la oportunidad de trabajar y prosperar en una patria propia. Todo el mundo debe tener autoridad para desarrollar sus proyectos, comerciales, culturales, espirituales… Creo que se necesita una revolución a través de la cultura y que cada uno entienda que tiene que tomar el mando de su vida, ser auto-responsable.

Pero también el mundo entero está en un sueño. Por eso estamos luchando porque se respeten las libertades comunitarias. Esto significa que el hombre mismo decida su propio modo de alimentación, de relación, de educación… ya esas comunidades existen en el mundo, y crecen. Toda esta locura del desarrollo. Hay que poner un pie en Europa para ver el desarrollo descomunal que tienen y lo que eso demanda.

Sacamos todo de la naturaleza y no devolvemos nada. Pero somos, ante nada, naturaleza. Alguien puede decir que Dios no existe o lo que sea, pero no puede negar que este cuerpo se convertirá en polvo. Y le pasa al político, al patriota, al millonario. Incluso las naciones, las fronteras son prisiones mentales del hombre. Nosotros pertenecemos a la respiración del universo.

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