Nicaragua: En el Día Mundial de los Refugiados

relatan nicas que han huido de Ortega

Foto: La Prensa / Shutterstock

Dos jóvenes nicaragüenses relatan su vida en el exilio en Costa Rica y Estados Unidos, en ocasión del Día Mundial de los Refugiados este 20 de junio. No tenían planes de migrar

Por La Prensa

HAVANA TIMES – Este 20 de junio se conmemora el Día Mundial de los Refugiados. Los especialistas han señalado que Nicaragua no era, hasta 2018, un país de migrantes en masa, sin embargo, desde el estallido de la crisis sociopolítica y hasta el 2022 el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca + reporta 604,485 nicaragüenses fuera del país. De esta cifra, 328,443 corresponden a los reportados el último año.

Antes de abril de 2018, los jóvenes nicaragüenses no habían profundizado en la idea de migrar. Aunque querían mejorar su situación económica, creían que en Nicaragua podían encontrar mayor estabilidad cerca de la familia y en la patria que los vio nacer.

Desde el contexto de las protestas, el aumento de las detenciones arbitrarias, el cierre de espacios de pensamiento, la confiscación de las universidades, el encarcelamiento arbitrario, el acoso, hostigamiento y demás vulneraciones a los derechos humanos que organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han denunciado, ahora la migración se ha vuelto una opción número uno entre la mayoría de los nicaragüenses.

“Para mí migrar ha sido un proceso profundo de desarraigo, porque no era algo que quería hacer. Realmente no era algo que estaba en mis planes y ha significado una ruptura con mi cultura, con mis amigos, con mi familia, con todo lo que yo conocía como mi cotidianidad y mis espacios seguros”, comentó una activista de 23 años, quien huyó de Nicaragua hace poco más de un año porque empezó a tener mayores problemas de seguridad y temía por su integridad física.

Asimismo, el exdirigente estudiantil de la Unidad Nacional Azul y Blanco, Ariel Sotelo, afirmó que no estaba preparado para iniciar una vida fuera de Nicaragua, menos de manera tan repentina. “Yo nunca me imaginé salir del país, hacer vida fuera. Yo pensaba entregarle y dar lo mejor de mí a Nicaragua, pero me tomó desprevenido esta decisión, la cual sigo asimilando. Sigo intentando entender la vida en el exilio y con la esperanza profunda de algún día volver” a Nicaragua.

Esta es la historia de dos jóvenes adultos que están en proceso de conseguir refugio. Mencionaron que su proceso de solicitud de refugio ha sido complicado por la cantidad de personas que se encuentran como ellos, buscando seguridad fuera de Nicaragua. Este 20 de junio es el Día Mundial de los Refugiados que se conmemora a las personas que han tenido que huir de sus hogares.

Vivir como refugiada desde dentro

Según los organismos de derechos humanos internacionales, los principales destinos de los migrantes nicaragüenses y aquellos que solicitan refugio son: Costa Rica y Estados Unidos.

Esta activista que por temor a represalias a su familia en Nicaragua prefiere omitir su nombre, tuvo que planear su huida del país con muy poca antelación y escogió a Costa Rica como el país donde empezar de nuevo. Aunque primero había pensado en México, pero esta opción era peligrosa porque tendría que hacer el recorrido por medios terrestres y su integridad física podía ser afectada.

Desde el contexto represivo, ella tuvo que huir del departamento de donde es originaria. Había tenido una participación directa en las protestas, por lo que las fuerzas opresivas de la dictadura la empezaron a buscar. Ella afirmó que vivía como refugiada dentro de su país, cambiándose de casa de vez en cuando, saliendo lo necesario y no pudiendo llevar una vida normal, por temor a ser privada de su libertad.

Antes de abril de 2018, ella soñaba con poder estudiar fuera de Nicaragua una maestría, pero de forma temporal. “Yo realmente quería poder trabajar dentro de Nicaragua y poder aportar a los cambios sociales y políticos dentro de mi país. Poder estar cerca de mi país de esa realidad política a la cual yo quería aportar”, afirmó.

San José, Costa Rica. 26/Enero/2023. Entre el hedor de las heces , orina y las temperaturas gélidas, decenas de migrantes Nicaragüenses, Cubanos, Venezolanos y Colombianos hacen filas durante cinco días para poder acceder a la solicitud de refugio en las oficinas de migración en Costa Rica. Desde el 01 de diciembre del pasado año bajo un decreto presidencial se modifico la ley para los solicitanes de refugios. Fotos: Oscar Navarete / LA PRENSA.

Hace un par de meses cumplió un año como exiliada, que lo describe como un proceso complicado. Ella aseveró que en ese proceso se ha tenido que reconocer como víctima del Estado de Nicaragua, lo cual le trajo varias afectaciones emocionales.

“He sido víctima de discriminación por parte de las instituciones (en Costa Rica), es porque sabés que te tratan como ciudadana de segunda categoría y en realidad es muy palpable en el día a día y aparte de eso también la población ve como rara porque nunca creen que soy nicaragüense. Siempre me dicen de cualquier lado menos de Nicaragua y a veces se puede volver hasta cansado esa insistencia y que sean incisivos respecto a mi nacionalidad o que de repente me hagan comentarios de que hay ‘pero usted no habla como nicaragüense’, ‘no se ve como nicaragüense’”, relató la solicitante de refugio.

Otra de las dificultades que ella destaca en su proceso ha sido el ser joven porque representa diferentes barreras ante las instituciones y los retos diarios. Ella ha tenido que iniciar una carrera de nuevo porque sus estudios no han sido reconocidos por las universidades costarricenses. “Eso impacta directamente en el tiempo que dedico a trabajar, porque necesito priorizar mis estudios para conseguir algo mejor, pero eso afecta el nivel de vida que me puedo dar ahora”.

Ella tiene dos trabajos en paralelo para poder pagar la renta, los servicios básicos y cubrir el resto de sus necesidades. No tiene apoyo de su familia en Nicaragua, por lo que la situación es más difícil.

Huir por sentir “la prisión encima”

Por su lado, Sotelo lleva casi dos años en el exilio y destaca la labor de las instituciones de Estados Unidos, la responsabilidad, la empatía y el trato que ha recibido como migrante. “El proceso es lento y complicado, pero se va trabajando en ello. Hay algunos procesos que son sencillos, como el solicitar un permiso de trabajo, pero hay otros donde se tardan más y esto se debe a la cantidad de solicitudes de asilo político que recibe el país”.

Ser migrante en Estados Unidos representa un cambio total en el sistema a lo que uno no está acostumbrado en Latinoamérica. “Una barrera importante es la del idioma, eso te abre o te cierra puertas dependiendo cuál sea tu situación”, comentó Sotelo.

Destaca otro tipo de situaciones que pueden llegar a ser complejas, como el acceso a la salud y a la educación. Afirmó que las instituciones de apoyo a migrante siempre están dispuestas a acompañar. Con respecto a la educación indicó que las oportunidades siempre están, aunque es difícil porque uno tiene que decidir sobre el trabajo o el estudio.

Ariel Sotelo

“Es difícil, pero se puede vivir sobre todo cuando tienes las ganas de luchar y de seguir trabajando, por vos ,que al final si trabajás por vos trabajás por tu país. Primero estás vos para poder darle algo que ofrecer a tu país desde el punto de donde estés, si estás dentro de Nicaragua o estás en el exilio”, afirmó.

Comentó que la soledad en el exilio “se siente más” por la distancia. Agregó que la soledad desde la llegada y con el pasar del tiempo puede tener graves repercusiones, como la depresión y los estados de ánimo bajos. Sotelo tuvo que abandonar Nicaragua en 2021, con el aumento de las detenciones a líderes políticos desde mayo a noviembre de ese año. Él formaba parte del Consejo Política de la UNAB.

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