La solidaridad está en el “ADN” del ser humano

Dmitri Prieto

Ecos de la X Semana social católica de Cuba: entrevista a Cristina Calvo.

Cristina Calvo, photo: catapulta.com.ar

HAVANA TIMES, 17 julio — En la X Semana social católica cubana (La Habana, 16-20 de junio) especial interés despertó el panel sobre economía y sociedad, protagonizado por los excelentes especialistas cubanos Pável Vidal, Omar Everleny (ambos de la Universidad de La Habana) y Carmelo Mesa-Lago (Universidad de Pittsburgh), y la argentina Cristina Calvo(*). Mientras los primeros abordaron las realidades de Cuba, la Dra. Calvo disertó sobre la economía solidaria.

HT: Me gustaría primero preguntarle sobre su  trayectoria como creyente y economista. Y: ¿cómo y por qué participa en la X Semana social católica de Cuba? ¿Recibió Ud. una invitación del Cardenal Jaime Ortega?

Cristino Calvo: En cuanto a mi trayectoria, desde muy pequeña tuve una fuerte inclinación por trabajar por la justicia social en mi país (Argentina) y la elección de estudiar ciencias económicas tuvo que ver con la vocación de que también mi profesión pudiera aportar a solucionar los problemas de pobreza y exclusión social. Participé por invitación del Cardenal Jaime Ortega y de su equipo de laicos y, para mí, fue una de las experiencias más importantes de los últimos tiempos.

Le tocó a Ud. ser la única mujer y la única extranjera en un panel formado por notables economistas cubanos. También el tema era distinto: mientras sus colegas disertaron sobre la situación económica de Cuba, Ud. habló sobre la economía solidaria, y en particular la economía de la comunión. ¿Cuáles son los caracteres distintivos de esa economía?

Fue un gran honor compartir dicho panel. La economía solidaria y sus distintas expresiones pone el acento principal en la persona y la comunidad, ponen a la economía al servicio del “bien vivir” de cada persona y de toda persona en función del bien común, no una economía que se beneficia a sí misma y sacraliza al mercado como regulador de las relaciones sociales, incluso de la familia.

Busca que la economía recupere su significación original: “oikos”=casa “nomos”= gestión, es decir la “gestión de la casa de todos”, incluido el respeto por la naturaleza y el medio ambiente.

La “economía de comunión” también es una forma de economía social pero se diferencia de tener como “humus” una espiritualidad (la del Movimiento de los Focolares) que considera que todas las personas constituimos una “única familia humana” y que, de esa manera, la fraternidad también tiene que ser una categoría económica que aporte a un nuevo paradigma en economía, superado del actual neoliberal excluyente de grandes masas de población.

En un mundo rapazmente capitalista, ¿ha tenido éxito en alguna parte la solidaridad como concepto económico? ¿Tiene algún futuro?

Tiene mucho éxito, precisamente porque el otro modelo sigue haciendo mucho daño pero está “agotado.” El mundo está atravesando una “crisis de sentido” y la solidaridad tiene que ver con el “ADN” más profundo del ser humano. En toda América Latina y también en África y en experiencias aún dentro de países del llamado “primer mundo” la solidaridad va tomando espacio y lugar para que las personas alcancen condiciones de vida digna: sustento de la vida, autoestima y libertad para elegir sus propios destinos.

¿Por qué el interés en dar una presentación sobre ese tipo de economía en el marco de una Semana social católica en Cuba?

La invitación se me hizo porque la economía y la temática social son un medio muy apto para el diálogo y la búsqueda de caminos convergentes para el bien común de los países de América Latina. Y, este tipo de economía, es el que mejor representa a la realidad profunda del ser humano y de la vida en sociedad.

En medio de la crisis económica y virtuales cambios en el modelo cubano de socialismo de Estado, muchos piensan que para que la economía “funcione” hace falta que las empresas vuelvan a tener dueños, es decir, pasen a manos privadas.  De hecho, algunos participantes en la Semana se expresaron en ese sentido. Hay quien sigue defendiendo el modelo estatista. Otros insisten en que si los propios trabajadores se convierten en verdaderos propietarios, tendremos una economía eficiente y una sociedad más equitativa, democrática y justa. ¿Inversión privada, propiedad estatal o autogestión solidaria? ¿Qué opina?

En todo el mundo en este momento el debate gira alrededor de estos puntos: cuánto de estado, cuánto de privado, cuánto de propiedad comunitaria. Cada país, cada pueblo debe darse su propia fisonomía en función de su historia, subjetividad e identidad cultural. Hoy, más que nunca, es necesaria una articulación entre sector privado, sector público y el sector de la sociedad civil. La economía solidaria aporta nuevas formas de propiedad pública no estatal que defienden los intereses de las personas y no del capital, por lo cual, en la actualidad, se presentan como las formas más aptas para que la economía se ponga al servicio del desarrollo humano integral sustentable.

¿Podría la economía solidaria cambiar el carácter capitalista y desigual del sistema económico mundial?

La economía solidaria junto con la economía de comunión y todas las formas de economía que colocan a la persona y sus relaciones como centro de la actividad, tienen que constituirse en nuevo paradigma y para eso es necesario darles dignidad científica, inclusive un corpus teórico sólido, que llegue a transformar las políticas públicas y seguir multiplicando las experiencias en todo el mundo que indican que “otro mundo, otra economía es posible.”

En su opinión, ¿podría la Iglesia Católica sostener diálogos no sólo con los gobernantes, sino también con quienes defienden la autogestión de los trabajadores como camino a la emancipación social?

La Iglesia Católica por su legitimidad y compromiso es un actor imprescindible para ofrecer un espacio de diálogo y concertación en todos los ámbitos, para la búsqueda de caminos comunes para el bien de todo el pueblo cubano.

¿Cree que la defensa de la solidaridad y la autogestión en materia económica tiene raíces evangélicas?

Profundamente. El Evangelio es todo “comunión”: compartir, comunidad, corazón, cooperación, colaboración.  Es el mismo Jesús el que llama a poner todos los bienes tanto espirituales como materiales en común para que “ninguno sufra necesidad.”

¿Cuál es su opinión sobre la Semana social católica? ¿Sobre las presentaciones de sus colegas economistas y los debates suscitados por el panel?

Como decía, fue un honor poder compartir con mis colegas economistas cubanos.  Fue un enriquecimiento enorme.  Espero fervientemente que podamos seguir compartiendo espacios similares. Todo se dio en un clima de gran respeto, confianza, se evidenció el sentimiento común de buscar alternativas para mejorar la calidad de vida del pueblo cubano.  El debate fue muy intenso; como siempre el tiempo es escaso dentro de un Congreso, pero el interés fue enorme.

¿Qué futuro le desearía a lo/as cubano/as?

Que sean los protagonistas de su propio futuro, de sus propios destinos.  Es una tierra y un pueblo bendecido por Dios, tienen una fuerza y una pureza de corazón envidiables y una capacidad para ser un “faro” para el mundo que les da una potencialidad inmensa.  Los siento hermanos y hermanas más que nunca.

(*) Cristina Calvo (Argentina): invitada a la X Semana social católica de Cuba. PhD en Comportamiento Humano y Magister en Gobernabilidad y Desarrollo Humano. Profesora de la  Universidad de Buenos Aires. Directiva de Caritas Argentina y asesora de la Cancillería argentina en materia de Mercosur social. Colabora en instituciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas. Responsable para Sudamérica del proyecto “por una economía de comunión” del Movimiento de los Focolares para humanizar las empresas y la economía global. Participó en el diálogo nacional a raíz de la crisis argentina de 2001. Autora de muchos artículos y publicaciones de difusión general, con varios premios, entre ellos el “Declaración Universal sobre eliminación de toda intolerancia y discriminación fundadas en las convicciones personales”, de la Cancillería argentina por su compromiso nacional e internacional con la promoción de una sociedad plural e inclusiva, la paz, el diálogo y los derechos inviolables de la persona. En la Semana social católica, compartió con destacados expertos cubanos de la Isla y la diáspora un panel sobre las perspectivas  económicas de Cuba.