La homosexualidad en la escena cubana

Entrevista con Sara María Cruz, la primera directora en abordar el tema en Cuba

Helson Hernandez

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Sara Mara and her dog Luna

HAVANA TIMES — Sara Maria Cruz es una directora del teatro Cubano, con una proyección internacional, y muchas experiencias, que comparte con los lectores de Havana Times. “Para mí no había límites,” nos cuenta.

HT: ¿Formación artística?

Sara María Cruz: Primero estudié actuación y más tarde llegó la dirección. Siempre quise estudiar la segunda especialidad, pero pertenezco a una generación en la que todavía en el Instituto Superior de Arte, ISA, no estaba creada esta disciplina. Pude estudiar posterior a mi graduación como actriz, Teatrología, hasta el año 87 en que alcanzo mi titulación de esta ultima especialidad, y fue esto lo que me abrió las puertas a la condición de directora.

HT: ¿Algún recuerdo especial de esta etapa inicial?

SMC: Bueno, me vienen a la mente primero que todo mis compañeros de grupo, Renecito de la Cruz, hoy un reconocido actor, mi profesor, el gran Luis Alberto García, ya fallecido. No olvido una vez que estábamos en el aula, ensayando para un montaje, yo era extremadamente muy delgada, y Renecito me tenía entre sus brazos representando una escena en la que debía estar enferma, en ese momento llega una periodista, de mucha referencia hoy en los medios, Ada Oramas, y días después esa misma imagen la publican en el periódico.

El padre del referido actor que salía conmigo en la foto no estaba enterado de que su hijo estudiaba actuación, llevaba sus estudios escondido, ya que lo hacían en la escuela de deportes. Fue así que sus padres, hoy dos figuras importantes de nuestra cultura, el actor René de la Cruz y la pianista Pura Ortiz, supieron que su hijo les seguía los mismos pasos, y yo fui testigo de todo aquello.

HT: ¿Su primera puesta en escena en calidad de directora?

SM: La obra que me dio mi nombre en el Teatro Cubano, “La Catedral del helado”, en enero del año 91. Esta fue la primera versión para la escena que se hizo del famoso cuento de Senel Paz, “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, Premio Juan Rulfo 1991, en Radio Francia Internacional. Lo estrené en la sala Bertolt Brecht.

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Abel Prieto y Sara Maria

Recuerdo muy bien, que en aquel entonces el presidente de Artes Escénicas era el siempre querido Héctor Quintero, quien en uno de los ensayos llegó para revisar mi propuesta con otro grupo de especialistas, y determinar si podía o no ponerse.

Era un texto que salía por primera vez a la luz, y yo tenía mucho miedo en ese momento, pues se trataba de un tema que aun no era abordado en la escena por los prejuicios mismos de la época. Felizmente después de verla, Quintero me dijo: “qué día quieres presentarla…”

HT: ¿Y sobre el tema de la homosexualidad en correspondencia con la época en que estrenó el referido espectáculo?

SM: Sí, era muy fuerte, porque fue un tema que tocó e hirió a mucha gente en la isla, todavía no se había hecho ni la película para el Cine [Fresa y Chocolate], muy pocos conocían que se había editado ese texto, yo era la primera directora que lo representaba en el teatro.

Siempre fui muy osada, para mí no había límites, me enteré de la existencia de esa historia porque se leyó en Casa de las Américas para un grupo muy pequeño de personas. De casualidad pasé por ese lugar buscando algo específico, y al abrir una puerta, oigo una parte de la obra que no les diré ahora cuál fue, y me senté escurridiza a terminar de escucharlo. En el contexto teatral cubano de entonces no se había visto en escena ninguna propuesta que abordara el tema de la homosexualidad.

HT: ¿Ginebra, Saint Gervaif?

SM: Una suerte de la vida. Un productor parisino fue a ver la obra de la cual hablábamos, “La Catedral del Helado”, me invita a un Festival Francés, donde puede presentar también mí puesta en escena resultando un éxito rotundo. Estando allá, al día siguiente de nuestra actuación, choco accidentalmente con un señor mayor, el cuál después de pedirme disculpas, dice reconocerme porque estuvo en la presentación de mi obra, y casualmente estaba en la búsqueda de alguna persona que tuviera que ver con la delegación cubana, para invitarnos a Ginebra.

Barbara Rivero, Renecito de
Barbara Rivero, Renecito de la Cruz, Sara Maria y José Ignacio León.

Imagínate, al pedirme el dossier, yo no tenía ni foto, nada, pues le explico que venía de un país bloqueado. Y fue así como llegamos también a Ginebra, específicamente al Teatro Saint Gervaif, donde nos hacen un contrato por cinco años. Pude presentar otros espectáculos, como Máquina Hamlet, además de trabajar como profesora de la Facultad de Letras en la Universidad de Ginebra. Allí me llegó de igual manera el amor, pues conocí a Patrice, un muchacho estudioso en leyes, con quien me casé más adelante y viví algún tiempo en Ginebra.

HT: ¿Teatro del Sol?

SM: Surge al regresar a Cuba, en un Festival Internacional de Teatro en La Habana en el 2005, por un proyecto de trabajo con Renecito de la Cruz casualmente, y el otro actor, José Ignacio León, integrantes fundadores de mi grupo Teatro del Sol. Ese mismo año estaba en Madrid presentando con ellos “Mi socio Manolo”. Cuando regresamos a Cuba con esta pieza, el dramaturgo Gerardo Fulleda León nos invita a  poner la obra en su sala El Sótano, así la presentamos en otros espacios de La Habana, en Centros Penitenciarios, en Provincias del interior del país, motivándonos esto a crear el grupo, Teatro del Sol.

HT: ¿Premios Max?

SM: Yo andaba por Europa, y me entero de estos Premios que se otorgaban a los artistas que eran asociados a la SGAE, Sociedad General de Autores Españoles, y me inscribo a ella. Monté un espectáculo con música española, dedicado a la vida de Lola Flores, “Mamá yo soy Lola Flores”, y con esto me hacen miembro de la referida Sociedad, alcanzando así la nominación a los Max, en el año 98.

HT: ¿Cómo se distingue Teatro del Sol, en la escena cuban actual?

SM: Este es un grupo de pequeño formato, integrado por los actores José Ignacio León y Renecito de la Cruz, hoy tenemos una tercera actriz, Loreta Estévez. Nuestro principio es hacer obras principalmente cubanas donde intervengan solamente estos tres actores. Mi concepto es totalmente estético, la obra puede abordar temas de vigencia actual, pero yo trato de que haya una belleza siempre, desde el punto de vista visual desde la escena, el contraste de los colores y todo muy bien colocado en el escenario, desde las luces hasta el desplazamiento, que sea muy preciso.

Que la palabra y el buen decir ocupen un primer lugar. Nosotros los cubanos tendemos a gestualizar todo, y este acto, en ocasiones, disminuye el valor de la palabra. Es lo que hago en mi teatro, para que se entienda, el público reflexione, comprenda bien lo que se quiere decir. Esa es mi poética, priorizar el texto.

HT: ¿Su próxima obra?

SM: Quisiera tener en cuenta a Nicolás Dorr. He descubierto que últimamente ha escrito textos maravillosos, y creo que será mi próximo candidato.