La computadora de la familia cubana
Por Osmel Almaguer
El uso y aplicación de la computación en las más variadas esferas en los últimos veinte años, incluso en las actividades más insospechadas, ha tenido un impacto en la vida de las personas a nivel mundial. En Cuba, como país socialista subdesarrollado, este proceso ha tenido características específicas.
Las dos medidas fundamentales tomadas por el gobierno cubano para paliar la falta de computadoras, son:
1. La compra masiva para su uso y conocimiento en las escuelas.
2. La apertura de los Joven Club de Computación (JCC). Locales construidos o habilitados a los que cualquier persona tiene derecho y oportunidad de acceder a un tiempo de máquina.
Las experiencias que a continuación se relatan son una muestra, un intento de reflejar la relación del pueblo con los JCC, más allá de los reportajes que se exhiben en el noticiero, y de su prometedor slogan que divulga que, los JCC, son “la computadora de la familia cubana.”
Pedro (44 años) no tiene computadora
Si algo le tuviera que sugerir a los JCC es que actualicen un poco los software que utilizan. Todavía están con el Windows 2000. Ah, y que mejoren un poco la capacidad de las máquinas, para que el tiempo rinda más.
Leslie (27 años) no tiene computadora
Quería pasar un curso de computación. Fui con mi hermano a matricularme. Como no sabíamos nada de computadoras, le pedimos al que hacía las matrículas que nos incluyera en las clases para principiantes.
Debían habernos apuntado en el curso de trabajadores, pero parece que el hombre entendió mal. El primer día nos vimos entre una camada de niños de primaria, de los que parecíamos los padres.
Casi todos los días se iba la luz. Al final desistimos de aprender computación.
Ernesto (31 años) no tiene computadora
Las únicas oportunidades que tengo de adelantar el trabajo atrasado están en el JCC. Los fines de semana tengo mi tiempo de máquina, porque en la empresa no consigo hacerlo todo. A veces, sin que nadie se dé cuenta, hasta veo una peliculita.
Camila (24 años) tiene computadora
Después que una descubre las cosas que se pueden hacer en la computadora, te parece que la necesitas para todo. Cerca de mi casa queda un JCC. Lo te voy a contar sucedió cuando yo todavía no tenía mi Lap top.
Necesitaba hacer un trabajo que me habían orientado en la escuela.
Había visto por la TV los anuncios de que los JCC funcionaban a las mil maravillas. Me dirigí al de mi barrio y me recibió un muchachito más o menos de mi edad. Cuando intenté solicitarle un tiempo de máquina, me dijo que volviera por la noche, porque en ese momento el local estaba lleno. Yo no supe qué responderle. Se suponía que debía hacer una reservación formal.
Por encima de su hombro pude ver como unos cuantos adolescentes tenían ocupadas las máquinas de allí. Jugaban en red. Le quise explicar que yo no quería interrumpir, sino simplemente reservar una máquina para otro momento, pero él ya cerraba la puerta y no me escuchó.
Por la noche volví a ir. Nadie me abrió la puerta. Jamás he vuelto a ir.
Félix (44 años) tiene computadora
Mi esposa y yo estábamos interesados en pasar un curso de administración de Windows. Fuimos al JCC y la persona que nos atendió nos dijo que a mi compañera sí la aceptaban, pero a mí no.
Yo tengo problemas en la vista, razón que parece haberle parecido un impedimento a la empleada. Nos dijo que próximamente traerían unos “programas buenísimos para discapacitados,” que esperara.
Fui a ver a una pariente de mi esposa, que dirige en otro JCC. Ella si me aceptó. Es una pena que tengamos que recurrir a los familiares para resolver problemas que tienen solución en las empresas del Estado.
Comencé el curso. Lo malo de aquello era que tenía que coger guagua, porque quedaba en Guanabo, a unos trece kms de Alamar.
Me esforcé mucho y terminé como alumno destacado de todo el municipio.
Esto no lo digo con jactancia, sino para demostrar que a veces solemos menospreciar a las personas.
En la graduación estaba la misma persona que me subestimó. Imagino que se tiene que haber sentido sorprendida, si es que se acordaba de mí.
Miguel (72 años) tiene computadora
Cuando yo era director del JCC, brindábamos muy buen servicio. Había tiempo de máquina para quien lo reservara, cursos de diferentes especialidades y conexión a la red nacional. Teníamos una nómina con siete profesores y dos informáticos que mantenían las máquinas con buen funcionamiento. No permitíamos el uso de la pornografía ni compraventa ilícita de artículos de computación.
Kendry (16 años) tiene computadora
En el JCC del barrio alquilo películas de todo tipo y me venden alguna que otra pieza para mejorar mi máquina. Yo no juego allá porque tengo mi propia computadora, pero mis socios les pasan dinero a los informáticos para echar allí sus campeonatos de MVP.
Lidis (28 años) no tiene computadora
Personalmente no he tenido ninguna experiencia con los JCC, a pero un vecino mío, que es discapacitado, la directora del JCC en donde trabajaba le hizo la vida imposible. Como no lo podía despedir, utilizaba métodos sucios de presión para que se sintiera mal y pidiera la baja. Eso finalmente sucedió.
La computación es su vida, pero después de eso no ha trabajado más. Lo mantienen sus hermanos desde los EE UU.
Omar (67 años) no tiene computadora
Toda esa gente que tanto se queja, tiene sus cosas gracias a la Revolución. Los JCC son solo una iniciativa casi insignificante, si la comparamos con la obra mayor, que es el proceso revolucionario.
Julio César (50 años) no tiene computadora
¿Los JCC? ¿Y eso qué es?
Ahmed (22 años) no tiene computadora
Mi JCC no es como los del noticiero, pero se consigue bastante en él.
Clases de computación y tiempo de máquina para resolver un montón de problemas.
Andrés (59 años) no tiene computadora
Nunca he tenido uno de esos aparatos y creo que ya a esta altura no los voy a tener. Pero hace unos años me embullé con el lío de que “hay que saber computación e inglés,” y me fui al JCC de mi municipio.
Cuando hice la solicitud me dijeron que volviera la semana entrante y buscara mi nombre en un listado que iban a poner. Si no aparecía, era que no había sido aceptado.
Mi nombre no estaba, y nadie me dio una explicación. No pude saber cómo seleccionan o desechan a los aspirantes.
Indira (37 años) tiene computadora
Casi todo lo que sé de computación se lo debo a los JCC. Conozco gente que no le ha ido bien en ellos, pero no es mi caso.