La adopción, problema difícil en Cuba

Por Ivett de las mercedes

Lourdes y su esposo.

HAVANA TIMES – No es frecuente hablar en Cuba sobre la adopción, son pocos los niños que se encuentran aptos para este proceso; para Lourdes Casas Gómez, de 32 años, ha sido una tortura; después de muchos años aún espera.

HT: ¿Cuándo deciden adoptar tú y tu esposo?

Lourdes Casas: Desde el comienzo de nuestra relación deseamos tener hijos, pero nunca quedé embarazada. Al principio no nos preocupamos, éramos jóvenes y para nosotros el sexo no tenía, como único fin, la procreación. A los 25 años asistí por primera vez a la consulta de clasificación del hospital América Arias, conocido como Maternidad Obrera, donde me mandaron un estudio.

El resultado fue inesperado: tenía problemas en los ovarios. Aquello fue muy duro para ambos, pero la aceptación llegó, y con ella decidí someterme a un régimen de pruebas muy dolorosas, para determinar si podría quedar embaraza o no con mi padecimiento. El resultado de las pruebas no tardó: no podría tener hijos.

Pasé por un largo periodo de depresión que puso en peligro mi matrimonio. No imaginaba mi vida sin hijos. De pronto me sentí seca y todo carecía de sentido, fue un proceso extenso para terminar aceptando que una mujer no se realiza por sus hijos, sino que los hijos son un aporte a su realización. Dos años después comenzamos a pensar seriamente en la adopción. 

HT: ¿A dónde se dirigieron para informarse sobre este proceso?

LC: Por una amiga supe de la existencia de casas donde se les brinda albergue a los niños sin amparo filiar.  Reuní fuerzas, y cuando me sentí preparada, me personé en la que se encuentra en el municipio de Plaza. Pedí una cita, y para mi sorpresa, fui atendida en pocas horas. Fue así como me informé de los pasos a seguir e hice mi solicitud y la entregué en la Dirección de Educación provincial.

HT: ¿Qué sucedió después?

LC: Una metodóloga me abrió un expediente y me explicó que tendrían que hacer verificaciones, que fuera paciente, pues había muchos casos pendientes y pocos niños que reunieran las condiciones. En realidad nunca tuve en cuenta esa posibilidad, ni siquiera conocía bien el Código de Familia. Es un error, pero pocos lo leemos, solo cuando nos enfrentamos a algún problema es que nos documentamos. 

Un niño solo puede ser adoptado cuando los padres han perdido la patria potestad sobre ellos, y eso ocurre cuando tristemente quedan huérfanos. Es difícil que un padre o una madre pierdan la patria potestad, incluso hay pequeños que han sufrido el abuso por parte de sus padres -y aun cuando esos padres cumplen prisión, no se les retira la patria potestad; los infantes permanecen en el hogar durante ese tiempo o hasta que sean mayores de edad.    

HT: Contando con tan pocas posibilidades, ¿cómo fue posible que no cejara en su propósito?

LC: La exposición de la metodóloga acrecentó mi deseo y así se lo hice saber, motivada por mi interés me leyó uno por uno los requisitos. No vimos mayores escollos, pues cumplíamos esas exigencias: teníamos 25 años, o sea, éramos jóvenes; trabajábamos y nuestra solvencia económica nos permitía asumir las necesidades del futuro miembro de la familia. También nuestra conducta ante la sociedad como pareja y como seres sociales era buena; tampoco teníamos limitaciones físicas ni mentales que pudieran acarrearle problemas a la criatura.

Foto: Pikara Magazine

HT: ¿Cómo pudieron dar fe del cumplimiento de los requisitos?

LC: Primero tuve que presentar certificados de nacimiento, de matrimonio y antecedentes penales, además de certificados médicos que atestiguaban nuestra salud. Más tarde en mi centro de trabajo solicité una certificación de salario, la cual tuvimos que avalar ante un tribunal.

HT: En esa etapa de la espera ¿Qué pensaron?

LC: Al principio tuve esperanzas, pero después comprendí que son pocos los niños huérfanos de ambos padres. La depresión por supuesto me atrapó otra vez y le supliqué a mi esposo por la separación. No quería privarlo de la posibilidad de tener un hijo en un nuevo matrimonio. Sé por experiencia que los sueños por realizar matan el amor y quería conservar el recuerdo de nuestra relación, pero él se opuso. Nuestro matrimonio ha pasado por mucho, pero ha salido ileso.

Algunos se preguntan cómo lo hemos logrado sin hijos, como si los hijos fueran lo único que mantiene unida a una pareja. Aún somos jóvenes y él me asegura que en algún momento esos niños que permanecen en los hogares, maltratados física y mentalmente por sus padres –que muchas veces son drogadictos, alcohólicos y criminales-, podrán tener una vida mejor junto a familias funcionales dispuestas a acogerlos.

¿Por qué no pensar que los requisitos para adoptar los niños puedan cambiar? Muchos consideran que el problema de la adopción en Cuba es cuestión de burocracia, pero no es así. Creo que se debía dar más cobertura por los medios a esta situación, tengo una amiga que se acogió al sistema de familias sustitutas y cuida de un niño hasta su mayoría de edad. Si todo esto fuera de dominio público muchas familias optarían por esa variante.  Yo no me acojo a ese sistema, porque me resultaría muy doloroso desprenderme de un niño, precisamente cuando alcanza su mayoría de edad. 

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