Julia María no puede llegar lejos
Por Laura Gómez
HAVANA TIMES – Julia María Rojas tiene 64 años y padece de miopía avanzada. Hasta hace poco no tenía grandes problemas, pero en la crisis actual que atraviesa Cuba y que sufren con más gravedad los ancianos, adquirir espejuelos nuevos se convierte en un largo y escabroso camino.
¿Cómo lleva su día a día con unos lentes que no tienen la graduación que necesita?
JULIA MARÍA ROJAS: Es difícil porque estoy muy limitada. Cuando mi nieta no puede venir a cocinar tengo que arreglármelas para encender la hornilla o cargar el agua caliente hasta el baño. Después de haberme quemado los dedos más de una vez, empecé a bañarme con agua fría y cocino en la olla eléctrica cuando hay luz. En cuanto a mis relaciones sociales le cuento que salgo poco. En un principio muchos de mis vecinos o antiguos compañeros de trabajo me comentaban: ayer te saludé de lejos y no me contestaste. La gente me veía en la calle como siempre, caminando… tuve que asumir y después explicarle a algunos que mi visión se había reducido.
Me imagino que también se le dificulta la compra de alimentos
Si no voy acompañada tengo que comprar lo que encuentre en lugares cercanos, porque no me atrevo a cruzar la avenida. Al principio esperaba que alguien me ayudara, pero he dejado de hacerlo, me da temor caerme o que un carro me atropelle. Con 60 años y en perfecto estado de salud, tengo mis salidas restringidas, por una carencia que el Estado debía garantizar, sobre todo en un país que se precia de socialista y de poner por delante el bienestar del pueblo.
¿Cuánto tiempo lleva tratando de comprar unos espejuelos nuevos?
Hace más de dos años estoy intentando comprarlos, pero estos espejuelos que uso tienen mi graduación de 2018. Ahora al fin me hice la refracción y comprobé cómo la miopía había empeorado, necesito nuevos cristales. Ahí empezó otra etapa, ya no solo veía mal, sino que tenía que empezar a recorrer lugares para ver dónde podía encargar mis espejuelos, con la escasez tan grande que hay. El estrés ha sido grande, y todavía no descanso.
¿Qué ha encontrado en sus recorridos por las ópticas estatales?
Recorrí con mi nieta todas las ópticas de los municipios Centro Habana, Habana Vieja, Plaza de la Revolución, Marianao y La Lisa, hasta las de la Habana del Este y la situación es la misma. Por falta de armaduras y cristales en algunas ópticas han puesto en las vidrieras mercancías variadas, de aseo personal y limpieza; parece que le alquilan el local a alguna MiPyMe. En la óptica de Centro Habana, que en algún momento tuvo tan buen servicio, la administradora me dijo que no reciben insumos desde el principio de la pandemia, así que incluso si llevaba la armadura no se podía hacer nada por falta de cristales. Entonces me recomendó que fuera a una óptica privada. Yo ni sabía que eso existía aquí. Esa noche pensé mucho en los ancianos de mi barrio que andan con las patas de sus espejuelos amarradas con cordones o alambres, o los cristales pegados con cualquier goma; y también pensé en todos los niños miopes de Cuba. Me sentí muy deprimida.
¿Y las ópticas internacionales que antes cobraban en divisa?
Bueno, resulta que me habían dicho que no fuera porque no iba a resolver. Luego supe que en la de Obispo sí están midiendo la vista y cuesta 500 pesos, aunque igual tenía que acudir después a una óptica privada porque esas que antes eran en divisa y tenían de todo, ya tampoco cuentan siempre con materiales.
¿Resolvió en la óptica privada?
Por suerte yo tengo a mi nieta, ella enseguida se ofreció para ayudarme con el dinero, e iniciamos un nuevo recorrido. El servicio en esas ópticas es variado, en algunos lugares solo venden espejuelos ya graduados; donde finalmente me atendí no solo ofertan Consultas de Refracción, sino también venden espejuelos bifocales, progresivos de diversos colores, varios modelos de armaduras, lentes, gafas de sol y accesorios de todo tipo. El ambiente es acogedor y muy limpio. Tanto la recepcionista como los demás trabajadores fueron excesivamente amables. Pero… el precio de los espejuelos que necesito es de 12 mil pesos en moneda nacional.
¿Qué sintió al escuchar esa cifra tan elevada?
Fue una mezcla de sensaciones porque durante treinta minutos me había sentido tratada como un ser humano, que es muy difícil eso en este país. Por otro lado, yo vivo en Cuba, sé cómo ha subido el costo de la vida en general, sabía que el precio iba a ser elevado, debía pagar el paquete completo: la refracción y los espejuelos; de todas maneras quedé en shock.
Mira, yo había empezado a sonreír desde que entré y me dieron los buenos días, no podía dejar de hacerlo porque el trato era muy agradable. Pero esa risa continuada fue la culminación de mi sueño, un sueño del que acababa de despertar con la certeza de que seguiría tropezando, quemándome los dedos y dando vueltas eternamente por mi barrio en busca de mi sustento. Mi pensión es de 1500 pesos y mi nieta no es millonaria, por mucho que quiera, su salario de enfermera no alcanza, ni las croquetas que vende a sus compañeros de trabajo en el hospital dan para tanto.