Habitante de la libertad

Por Amrit

Fernando

HAVANA TIMES, 20 oct. — Con la vida de mi amigo Fernando podría escribirse una telenovela.  Claro que no para la TV cubana.   De una familia de la clase media, muy integrada a la Revolución, fanático él del cine e influido por las películas soviéticas, decidió ingresar en una escuela militar.

Ahí, en plena adolescencia, su pensamiento dio un vuelco violento.  Renegó de la ideología que había defendido fue expulsado de su casa.

Sin hogar ni rumbo fijo, inició una vida errante que lo sumió en los excesos, en la ausencia de reglas.  Condenado al movimiento, al desarraigo, en tres ocasiones intentó salir en balsa del país.  En la última tentativa fue descubierto y cumplió tres años de prisión.

Al borde de los 40, y después del rechazo de la oficina de Intereses de EE.UU. para salir de Cuba como preso político, presentó al año siguiente, una vez más, su caso y entonces sí se le concedió una visa y el derecho a vivir en Salt Lake City, en el estado de Utah.

Ese último día fuimos a la orilla del río de Cojímar y meditamos juntos, en un ambiente de paz, casi paradisíaco.

Cuando pienso en él lo primero que recuerdo es su sonrisa.  Su figura frágil, casi escuálida, sus accesos de tos cuando lo atormentaba el asma, y su increíble serenidad.

Cuando caminábamos juntos por las calles de Regla, yo sabía que demoraríamos mucho en llegar a nuestro destino porque todo el que lo conocía se detenía a saludarlo, y él siempre estaba dispuesto a conversar unos minutos.

Después de once años sin vernos y varios sin tener contacto, acepta responder mis preguntas, y entre desencuentros y envíos masivos recibo al fin sus respuestas y dos fotos donde apenas logro reconocerlo.

HT: ¿Cómo fue tu infancia?

Fernando: Puedo decir que fue la de un niño de la clase media cubana, sabes que mis padres estuvieron bien integrados al proceso político.  Pero sólo me di cuenta de eso después, cuando con algo más de conciencia empecé a notar las diferencias de vida de las casas de mis amiguitos.  En ese sentido diría que tuve una infancia diferente a muchos niños cubanos: abundancia de comida, variedad, (gracias al período de relaciones con la ex Unión Soviética) y también variedad de juguetes.

Eso me volvió algo malcriado, e hice gala más de lo necesario de la innata crueldad infantil, con los otros niños y con los animales de la casa.  No quiero justificarme diciendo que fue consecuencia del abuso sexual a la edad de 3 o 4 años.  Vi eso también en otros niños, (aunque no conocí a fondo sus vidas) una crueldad casi fascista.

HT: ¿Podrías hablarme un poco de tu experiencia en “Los Camilitos”?  

Fernando: “Los Camilitos” entonces era diferente a lo que fue años después.   No sé si hubo quejas de lo que pasó.  No quiero contarte muchos detalles, porque algunas personas podrían salir lastimadas.  Pero puedo decirte que en ese tiempo sí se preparaba con el propósito de formar soldados eficientes, con todo lo que esto conlleva.

Los ejercicios militares, el entrenamiento, que incluía, por ejemplo, ir en grupos a matar animales, cada cierto tiempo.  No a cazar, lo cual es más natural, sino a matar animales de corral con bayonetas, a palos, para que sintiéramos el calor de un cuerpo vivo… Yo, en lo personal, no disfruté nunca el ejercicio.  Siempre trataba de que el animal que llegaba a mi ya no tuviera remedio.  Y hubo otros experimentos más serios, pero no voy a hablar de eso.

HT: ¿Cómo viviste desde el momento en que tuviste que dejar tu casa?

Fernando: Bueno, ¿cómo crees?  La sociedad cubana no está estructurada para que la gente viva independiente.  Sabes que el problema de la vivienda en Cuba es algo caótico, además (no sé ahora) pero entonces el sistema de renta no existía.

Así que yo y la que en aquel tiempo era mi esposa tuvimos que subsistir como podíamos. Sí, recurrimos al mercado negro, a lo ilegal, a la prostitución, incluso, para sobrevivir.  Y por supuesto, no todo en ese tiempo fue malo.  Conocí un mundo que yo ignoraba que existía, y con él, personas fabulosas… como otras a su vez, terribles.

Fernando

Pero todo junto, la combinación de lo terrible con la total libertad que implica vivir sin reglas, sin responder a las normas de una sociedad que asfixiaba a sus seguidores, me dio un sentido diferente de la vida que quizás aun conservo.

HT: Háblame de lo que podríamos llamar experiencia “espiritual” en tu vida.  ¿Cómo ocurrió ese encuentro?

Fernando: Eso también es complicado como para tratarlo en tan poco espacio.  Pero quizás mi curiosidad empezó por ese mismo tiempo que viví en la calle.  Tratando de encontrar una “explicación” a toda la barbarie vista, fuimos a parar (mi ex de aquel tiempo y yo) a la Sociedad Teosófica.  Fue muy interesante y eso mismo me llevó a leer sobre Hinduismo, Budismo, etc.  También visité las tradicionales iglesias Católicas.  La prisión me mantuvo alejado de eso, aún cuando incluso en prisión tuve experiencias “inexplicables.”

No mucho después de salir de la cárcel fue que encontré aquella meditación donde conocí muy buenas personas, incluyéndote a ti, mi amiga de todo este tiempo.   Pero sí puedo garantizar que el sistema definitivamente no es para mí.

Y aunque sé que hay algo más, no creo que ninguna filosofía o religión tengan la llave para algo trascendental.  Y lo digo con respeto a los millones de creyentes en el mundo que están dispuestos a matar por sus creencias o simplemente a censurar, a discriminar en nombre de ellas.

HT: ¿Te acuerdas de aquella experiencia que me contaste y parecía un contacto con extraterrestres… ?  

Fernando: Sí… fue interesante.  Ocurrió dos o tres veces, y simplemente fui testigo de algo, como dije antes, completamente inusual.  Vi una persona totalmente fosforescente a mi lado; vi sombras atravesando una puerta repetidas veces y la persona al lado mío hablando en un idioma desconocido (después vi una película con Mila Jovovich donde relataban experiencias muy parecidas aquí, en Alaska).  Escuché muchas vibraciones y yo mismo tuve un breve “diálogo” con una luz que me dio una información que increíblemente comprobé unas horas después.

Así que, yo mismo sé que alrededor nuestro hay otro mundo, otra vida.  Sin embargo, no creo que ninguna organización pueda llevarte allí.

HT: Si tus padres, en lugar de echarte de la casa, te hubieran entendido y apoyado, ¿cómo crees que hubiera sido tu vida?

Fernando: Es difícil de predecir.  Ya en los Camilitos vi muchas cosas que me hicieron pensar, dudar… Quizás hubiera llegado a ser un mayor graduado de la escuela de cadetes.  Quizás hubiera sido como tantos otros que después desertaron e hicieron noticia.  ¿Quién sabe…?

HT: ¿Cómo ves Cuba ahora?

Fernando: Esa es una pregunta bien difícil…  Si te refieres al futuro de Cuba te tendría que decir que no lo sé, pues el mundo entero está cambiando, incluso el futuro de los EEUU, ahora mismo, es totalmente incierto.

Unos dicen que es por aquello de las profecías del 2012, (aunque los Mayas no hablan de destrucción, sino de cambio), otros dicen que son los ciclos del capitalismo… y las teorías van y vienen.  No sé, porque no soy un experto.  Sin embargo el futuro de Cuba está sujeto a transformaciones tanto como lo está el resto del mundo.

Ahora, si te refieres a cómo veo a Cuba, como cubano fuera de Cuba, te diré: echo de menos terriblemente conversar contigo, darte un abrazo… Echo de menos los presidiarios de la esquina con sus rumbas de cajón.

Echo de menos el increíble placer de darle la mitad de una croqueta al perrito callejero, porque probablemente sea lo único que comerá durante el día, echo de menos a las jineteras con su increíble energía y despliegue de putería cuando van a “cazar.”   Echo de menos amigos…

Aparte de eso, creo que a diferencia de otros cubanos, nada más me da nostalgia pues me siento un habitante del mundo, no sólo de Cuba.

HT: ¿Crees que las únicas alternativas que tenemos para construir una sociedad son socialismo o capitalismo?

Fernando: No, tiene que surgir algo más.  Ya es un hecho que ninguno de los dos sistemas ha conseguido hacer de éste, un mejor mundo.  Ahora vemos la crisis del capitalismo como sistema económico, político y social.  Todo está colapsándose alrededor de nosotros.  Y aunque  el sistema capitalista imperó en la lucha entre capitalismo y socialismo, no es porque fuera mejor, como bien sabemos.

Quizás la solución esté en re-enfocarnos hacia nosotros mismos.  Porque no importa el nombre del sistema, mientras el mismo ser humano no cambie estaremos dando vueltas en el mismo lugar.  La ambición, el control del uno sobre el otro, no importa si proviene de un político o del Papa o del Guru, siempre será un gran impedimento para la creación de un sistema justo y balanceado, donde humanos, naturaleza y animales podamos vivir en paz.

Mirando la súper población de un país como India, por ejemplo, ¿cómo va a existir la armonía entre hombre y naturaleza?  Aquí también se ve, cuando las máquinas arrasan con los terrenos para hacer más autopistas o complejos de apartamentos…  Es una locura.  Y así va el mundo entero.  Entonces, necesariamente tiene que surgir un sistema que equilibre todo eso.

HT: Dime un sueño tuyo para Cuba

Fernando: Te diré uno muy simple… Que algún día puedan sentirse con la misma libertad de expresar lo que sienten, cualquier cosa que sea, como yo lo hago hoy en día.  Y no estoy hablando de sistemas políticos, ¿OK?