Entrevista con la nica Tamara Dávila: “El cielo me salvó”
“Hablaba con las arañas y los pájaros en El Chipote”
Estuvo sin saber nada de su hija durante 90 días. Cuando al fin se reencontraron en la cárcel, la niña le secó las lágrimas y le dijo que todo pasa.
HAVANA TIMES – La activista Tamara Dávila no solo fue privada de su libertad durante 606 días, sino que se le negó el derecho a ver a su hija, por el cual luchó hasta haciendo huelga de hambre. El encierro lo vivió en soledad, la cual mitigó viendo el pedazo de cielo que le cabía por una diminuta ventana que le sirvió de escape en aquel sitio donde un pajarito y las arañas eran sus amigos, relató en entrevista con 100% Noticias.
“Les hablaba a las arañas y cuando había revisión de celdas y las mataban, cuando los carceleros salían yo lloraba por mis amigas arañitas, porque con ellas hablaba”, comparte esta mujer luchadora que llegó ensangrentada a la Dirección de Auxilio Judicial, porque al momento de su captura una oficial la golpeó fuertemente y le reventó la nariz.
“El pedacito de cielo que veía me salvó, el pajarito que llegaba a mi ventana de medio metro, el viento, la lluvia que me inundaba la celda, todo eso disfrutaba”, continúa. Sin embargo, Dávila le agradece a esa mujer policía, porque aunque la golpeó fuerte, le dio con la mano abierta, pues reconoce que si le hubiera pegado con el puño quizás la hubiera matado.
Durante 90 días vivió la tortura de no saber qué había sido de su pequeña hija, quien estaba en la casa cuando llegaron a capturarla, tampoco tenía información del destino de su familia, pues no tenía permiso para recibir visitas. En cambio, sus carceleros le decían que su familia ni llegaba a preguntar por ella y que después que anduvo gritando por todo el mundo, todos se habían olvidado de ella.
Después de tres meses recibió la primera visita y el insomnio que sufría desapareció, al saber que su hija estaba bien y que su familia también.
En los interrogatorios le preguntaban con quiénes trabajaba, pero asegura que nunca habló de otras personas y que solo asumió su responsabilidad por la lucha de la cual no se arrepiente y responsabiliza a la pareja dictatorial por todo lo que sucedía en El Chipote.
“Cuando logramos tener esa primera visita solo fueron 20 minutos que se nos fueron a todos como agua entre los dedos. Respiré porque supe que la niña estaba bien, supe que mi mamá estaba bien y que mi niña estaba segura. Ya no tuve que volver a tomar Alprazolam. El método que usa la dirección de auxilio judicial bajo el mandato de Ortega y de la Rosario, porque ahí no sucedía nada sin que el Carmen no lo ordenara, por eso toda la responsabilidad de todo lo que está pasando en este país y de todo lo que hemos sufrido los nicaragüenses ha sido por orden de ellos, que saben el efecto de terror que causa el que no tengas contacto con tu familia y lo usaron desde el primer momento”, señala Dávila.
Tamara Dávila se reconoce fuerte y sensible como el bambú, asegura que como presa política tuvo que aprender a vivir un día a la vez, empezó a valorar la belleza de la vida que nos regala Dios.
Ella se fortaleció espiritual y físicamente. Hacía ejercicios en su celda y oraba mucho, no solo por ella, sino también por los demás presos políticos que estaban recluidos en El Chipote.
La comida como método para ablandar o recrudecer
Dávila comparte que después de mantenerlos un año y dos meses con raciones raquíticas de comida, cuando empezó la campaña del retrato hablado en el que se les veía extremadamente delgados, empezaron a darles comida en abundancia, para luego presentarlos y sacarles fotografías.
“Las porciones de comida eran pequeñas y bajamos de peso, la comida era utilizada como un mecanismo de tortura psicológica y siempre fue utilizado como como un mecanismo para ablandar o para recrudecer el encarcelamiento. A todos nos dieron muy poquísima comida los primeros meses, pero después de la campaña del retrato hablado que hicieron nuestra familia y con ustedes los medios de comunicación y en general la gente, comenzaron a darnos unas cantidades de comida exorbitante”, señaló.
Para ella los juicios fueron “lindos”
Aunque el juicio que celebraron en su contra ha sido considerado una pantomima, ella, con una actitud relajada, asegura que lo disfrutó, porque pudo salir todos los días de la celda y aprendió mucho al escuchar los alegatos bien fundamentados de los abogados defensores, contrario a los argumentos oficialistas.
“Los fiscales mandaban a los jueces”, dice Dávila, quien señala que fue hermoso “ver la defensa de todos los abogados de cada uno de nosotros, ver la fuerza de esos abogados y sus argumentos frente a tanta ignominia de ese Ministerio Público. El fiscal decía lo que tenía que hacer el juez, ver los testigos desfilar durante 7 días un mismo policía, a la fiscal escuchar tanta sandez, pero al escuchar los argumentos jurídicos de las defensas de nuestros abogados yo aprendí un montón sobre derecho”.
El encuentro con su hija
Tamara Dávila no puede evitar emocionarse cuando habla de su hija, quien al visitarla por primera vez en prisión le dio una gran lección de fortaleza y de optimismo, pues secó sus lágrimas.
“Yo la abrazaba, lloraba, le decía te amo y ella me secaba las lágrimas y me decía mamá, tranquila todo va a pasar, ya vamos a estar juntas”, recuerda Tamara sobre ese primer encuentro en el que su niña se mostró fuerte.
La pequeña vio cuando la policía se llevó secuestrada a su madre y sabía que era esa institución la que la mantenía alejada de ella. Durante el encierro de Tamara la niña estuvo con una psicóloga en terapia permanente, lo cual le ayudó a comprender lo que pasaba.
Dávila aún no ha podido reunirse con la niña después de su excarcelación, pero espera que sea muy pronto, porque asegura que el gobierno de Estados Unidos está haciendo todo lo posible por la reunificación familiar de los excarcelados políticos.
Finalmente, Dávila expresó que seguirá luchando por la libertad de Nicaragua y de los presos políticos que continúan en el país, pues cree firmemente en que los días de la dictadura están contados.
¡Qué historia tan conmovedora!