Entrevista con Armando Chaguaceda sobre tendencias y posibilidades

Por Lynn Cruz

Armando Chaguaceda

HAVANA TIMES – Armando Chaguaceda es un politólogo e historiador con una larga trayectoria en el estudio de las sociedades civiles bajo contextos autoritarios en Latinoamérica y Rusia. Es la segunda entrevista que hago relacionada con los colores dentro de la oposición cubana.

Me había resistido a usar el término oposición, pero la persistencia de determinados grupos con propuestas sobre una Cuba donde quepan todas las Cubas como propone Ramón García Guerra tal vez sea la forma más cercana de entender su existencia.

El Sars-Covid 2 ha dejado un mensaje muy claro para mí, el Hombre tiene que revisar su manera de relacionarse con su entorno. Se habla del peligro que corren las democracias occidentales. En el caso de Cuba, ¿crees que este nuevo escenario permitirá un diálogo con el poder, o simplemente será aprovechado por este para retomar su autoritarismo?

Las tendencias globales ahora están dando soluciones restrictivas a los derechos, pero también eso permite revisar formatos tradicionales. ¿Cómo se gobierna? ¿Para quién se gobierna? Entonces sí, hay una tendencia general a restringir derechos en el mundo. Diferentes en las dictaduras que, en las democracias, pero en todas se dan. También se dan buenas prácticas y, sobre todo, existe una búsqueda de nuevas avenidas a la imaginación democrática, como han hecho Sudcorea, Taiwán y otros países empeñados en ofrecer a sus ciudadanos una combinación entre seguridad y libertad.

En los últimos años ha surgido un grupo de artistas, intelectuales, periodistas independientes, que no se relacionan directamente ni con esa parte de la oposición alineada a los políticos de la Florida, ni con el Gobierno cubano. ¿Crees que esa libertad pueda despertar sospecha dentro de grupos más reaccionarios?

Esos movimientos autónomos son una realidad de los últimos 30 años. Son criaturas de una Cuba postsoviética, con un régimen que se mantiene inalterable en sus pilares básicos -Partido único, policía política, ideología de estado- pero que coexiste con una sociedad y economía que cambian: más dinámicas, más diversas, más desiguales.

Algunos de estos movimientos no son tradicionalmente políticos -representan causas particulares, de emprendedores, vecinos pobres, defensores del medioambiente- y otros son pospolíticos, más abarcadores en ese sentido: defensa de las diversidades sexuales con apego a derechos, promoción de la democracia deliberativa.

Son movimientos que tienen que ver con viejas identidades que reemergen junto a nuevas demandas. Eso genera siempre recelos de actores tradicionales, de un bando o de otro, aunque no es justo ni analíticamente exacto equiparar el impacto de las acciones punitivas de un Estado que suele vetar la existencia de esos movimientos autónomos con los recelos fundamentalmente ideológicos de sectores conservadores de un viejo exilio que puede, en todo caso, atacarlos mediáticamente.

Nuestra realidad actual sería lo más parecido a un escenario de posguerra. En Colombia, por ejemplo, existe el programa de reparación a las víctimas del conflicto armado. ¿Crees que esa experiencia sería aplicable en nuestro contexto?

Sobre la reconciliación, yo creo que es un tema que ya está logrado desde abajo. La familia cubana se ha reconciliado en una sociedad cada vez más transnacional, que depende, para hacer las tres comidas, de las remesas de sus parientes emigrados.

Una característica del Gobierno cubano es que es el único de los enemigos de la democracia liberal que depende del dinero de esta: China, Rusia e Irán, entre otros, sustentan económicamente sus regímenes políticos. Pero el Gobierno cubano, al igual que su población, sobrevive en buena medida por el dinero del enemigo.

Volviendo sobre el tema de la reconciliación, claro que quedan posturas enfrentadas desde las militancias más extremas del Partido Comunista y del exilio. Experiencias que están ligadas a vivencias personales, como víctimas del enfrentamiento político de décadas pasadas; pero yo creo que la reconciliación está lograda fundamentalmente desde abajo.

Hay buenos estudios sobre el tema como los del Cuban Research Institute de la Universidad Internacional de la Florida. Con un enfoque adecuado han sostenido el enfoque de reconciliación para rearticular la nación cubana, una comunidad que de facto es transnacional e insisto, ya en lo fundamental está reconciliada.

Para mí es importante encontrar los colores dentro de la oposición. Siento que ayuda a que no estemos dándonos bandazos como ciegos, y especialmente saber qué queremos cambiar y la metodología para lograrlo. ¿Qué piensas respecto a esa diversidad?

Hace años existe diversidad ideológica en la oposición. Desde su génesis.  La oposición es un fenómeno que se constituye a fines de los 70, quince años después de la derrota de las fuerzas que se opusieron al triunfo revolucionario, fuerzas que vinieron del seno de la misma Revolución.

Fuerzas que no fueron todas -ni en su mayoría- batistianas, sino que provinieron de las corrientes nacionalistas, católicas y populares, no comunistas, que se enfrentaron a los comunistas en su hegemonización de la Revolución a partir de los 60.

La rearticulación de lo que se llama oposición o disidencia comienza a finales de los 70 e inicios de los 80, con varios funcionarios procedentes en buena medida del aparato del propio Estado, del viejo Partido Socialista Popular, gente incluso con antecedentes comunistas. Ahí surgen los primeros grupos de derechos humanos, eso es importante recordarlo.

Entonces, es un hecho que siempre ha habido diversidad ideológica, si la disidencia surge con figuras de la izquierda desencantadas del rumbo del régimen y después se ha mantenido esa diversidad. Concurre la diversidad ideológica: hay liberales, democristianos, socialdemócratas, gente variopinta con ideología mixta o difusa.

Existe, además, diversidad de identidades en la oposición. Están los grupos que trabajan temas raciales, laborales, comunitarios, etc. Sobre eso se han escrito varios libros. Yo recomiendo el de Ariel Hidalgo -el mismo intelectual de izquierda y activista de la primera oposición- que se llama así mismo Disidencia, que es un buen testimonio con análisis incluido. Marie L. Geoffray también ha escrito algunos textos analíticos sobre temas sociológicos, sobre grupos y actores de la oposición y activismo más recientes, que es importante consultar.

Ahora quiero decir una cosa: siendo en sí mismo un fenómeno heterogéneo y dinámico, a nadie le corresponde el monopolio de la representación de los intereses o de la virtud de la sociedad cubana, sea en la disidencia o en los sectores críticos.

Aunque algunos hayan dado más sacrificios de sí que otros, si evaluamos por criterios de representación de intereses, coherencia organizativa, impacto social, elaboración político programática, por ejemplo, se hace muy complicado que alguien sea EL“activista en Jefe” o LA “disidente de vanguardia”.

Ninguna ideología, además, puede reclamar para sí un protagonismo exagerado en una sociedad concentrada en sobrevivir, uno de cuyos principales rasgos es el descreimiento en grandes relatos emancipadores, asociados a la retórica del poder. Además de que ningún ismo, creo, capta la riqueza de los sectores de esa sociedad que, con más fuerza y a la vez dificultades, tratan de articularse cada día: artistas, periodistas, activistas comunitarios, emprendedores, entre muchos otros.

Soy consciente de cómo el Gobierno cubano ha usado la excusa del embargo para enmascarar el hecho de que en 61 años ha sido incapaz de producir un boniato diario para la población. Pero me gustaría saber, ¿qué piensas de este nuevo escenario donde se han incrementado las sanciones del actual mandatario de los Estados Unidos, Donald Trump?

El impacto del embargo -uso aquí el término que creo es analíticamente correcto- hay que definirlo con precisión y hay que historiarlo. El embargo ha sido más o menos severo, más o menos relajado, en dependencia de los gobiernos estadounidenses en sus intentos de acercarse o aislar al Gobierno cubano. 

En todo caso ha sido mucho menos severo que el que sufrió Sadam Husein de 1990 a 2003 o con el que se castigó por un tiempo a la España de Franco. Yo creo que la clave es algo que tú mencionas en tus textos: el comercio exterior de Cuba y el acceso a crédito están afectados por las trabas impuestas por la Administración de Estados Unidos, pero existen otros actores como Unión Europea, China o Rusia.

Ese comercio exterior y ese acceso de crédito está lastrado ante todo por la falta de divisa derivada del ineficaz modelo cubano, modelo que es incapaz de impulsar las exportaciones, de fomentar el mercado interno y de generar un nuevo modelo de desarrollo. Yo creo que aquí hay un peso del embargo, pero que el llamado bloqueo interactúa perversa -y decisivamente- con el bloqueo externo, agudizando los problemas de la nación cubana.

El Sars-Covid-2 ha tomado al mundo occidental desprevenido. En Asia hay una experiencia acumulada para lidiar con este tipo de situaciones, a pesar de que se trata de una nueva mutación.  He leído que en muchos casos ha terminado en medicina de guerra, o sea, decidiendo a quién salvar. ¿Qué crees de este dilema ético y los posibles daños morales de ese tipo de decisión?

Sería irresponsable emitir juicios sobre ello, ya que los principales expertos en los países están divididos sobre qué hacer cuando llega el pico de expansión de la pandemia, cuando se prolonga la cuarentena. Divididos en decidir a quién salvar bajo situaciones de medicina de guerra.

Yo creo que una de las cosas que nos puede enseñar esta coyuntura es que no se puede ser todólogo y que no se deben emitir opiniones a la ligera en temas complejos. Todos tenemos opiniones más o menos informadas, derivadas de nuestra experiencia. Pero ante asuntos tan relevantes, que puedan impactar conductas de otras personas que nos pueden tomar como referentes de autoridad, tenemos que ser muy cuidadosos al emitir criterios sobre la estructura social o sobre las estrategias gubernamentales. Se debe tener responsabilidad intelectual y cívica en todos estos casos. 

One thought on “Entrevista con Armando Chaguaceda sobre tendencias y posibilidades

  • Muy oportuna y esclarecedora esta entrevista a Armando Chaguceda, quien además de su solida formación académica fue un miembro destacado de la Izquierda democrática cubana en el interior de Cuba, para argumentar mi comentario cito un párrafo de del entrevistado: “Aunque algunos hayan dado más sacrificios de sí que otros, si evaluamos por criterios de representación de intereses, coherencia organizativa, impacto social, elaboración político programática, por ejemplo, se hace muy complicado que alguien sea EL“activista en Jefe” o LA “disidente de vanguardia”. Históricamente la vieja mentalidad anticastrista, a mi modo de ver, ha intentado imponerle un “comandante en jefe” a la democratización de Cuba, , por distintos modos que van desde crear artificialmente un “Mandela cubano” reclutar algún opositor que haya logrado una destacado liderazgo en determinada agrupación en el interior de Cuba, incluso atraer a su redil determinado formador de opinión de la izquierda democrática, pienso que eso es imposible teniendo en cuenta el presente análisis de Chaguceda y otras opiniones al respecto formuladas por otros formadores de opiniones sobre la democratización de Cuba.
    Moustafa Hamze Guilart, São Paulo, Brasil.

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