Entrevista al actor holguinero Rubén Mulet
Por Lien Estrada
HAVANA TIMES – Le decimos el médico de la familia, porque cada vez que nos sentimos mal de la digestión es él quien tiene la amabilidad de «sobarnos» por las piernas y es así que recuperamos nuestra salud. También hace guardia por las noches en el mercadito, porque nuestro Rubén no recibe remesas, ni es asistenciado social. Y con la pensión solamente no se puede mantener.
En estos tiempos, como la mayoría de los cubanos, Rubén tiene que hacer frente a los desafíos económicos imperantes en la Isla, porque la vida resulta sumamente costosa, además de los apagones, y todo lo que involucra vivir en un país en una crisis aguda.
Pero nuestro guardia y médico es ante todo y sobretodo actor. Actor de Teatro casi toda su vida. Vive sólo. Tiene una hija que vive en Rusia. Se jubiló de la Casa de Cultura en Holguín. Pero se reincorporó inmediatamente, como muchas jubiladas y jubilados de Cuba. Continúa llevando a cabo proyectos culturales, actuando para escuelas primarias y secundarias de la localidad de Holguín, donde reside.
Señor Rubén, ¿dónde y cuándo nació usted?
El 25 de Agosto de 1942. En un lugar llamado Ojo de Agua, que está entre Banes y Sao Arriba, aquí en Oriente.
¿Cómo se encuentra por primera vez con el Teatro?
En la escuela primaria. Hacía muy buenas improvisaciones y un profesor llamado Roberto me elogiaba. Me decía que tenía condiciones para el teatro. Hasta llegué a escribir una pequeña obra.
¿Dónde estudió teatro? ¿Siempre ha sido su vocación?
Primero en el Comodoro, en Marianao, La Habana. Tres años. Y luego en Leningrado o Antiguo San Petersburgo, cinco años.
Así es. Es mi vocación, siempre lo sentí así y quiero pensarlo así. Hubo una convocatoria a un seminario de tres meses en el Comodoro en La Habana, a donde me presenté. Estaban de tribunales Raquel Revuelta, Adela Escartín y Bebo Ruiz.
¿Qué es lo que más y menos le gusta de su trabajo?
¡Las alabanzas! Me alaban mucho los aplausos! Ese reconocimiento visible, tan evidente del público a tu trabajo, es todo un privilegio.
Lo menos, cuando salen las malas actuaciones. Hay un disgusto inmenso.
¿Ha dudado alguna vez de la importancia de su arte en alguna de las circunstancias que hemos vivido?, Por ejemplo, en el presente cubano, que se muestra tan desafiante en el aspecto económico como en tantos otros.?
No, nunca he dudado de la importancia del Teatro en la sociedad. Independientemente de las circunstancias que se esté atravesando. Porque ayuda a las relaciones humanas, denuncia las injusticias, con su crítica a su contexto sociocultural, genera ideas, crea sentido de vida. El Teatro nunca ha sido poca cosa desde su surgimiento con los griegos.
¿Cuánto tiempo hace que se dedica al teatro? ¿Y cuáles son los lugares donde ha trabajado?
¡Llevo 59 años en las Tablas! Cuando me gradué fui a trabajar a Vertiente, Camaguey en 1963. Por aquellos años también teníamos que ayudar a reconstituir los daños ocasionados por el ciclón Flora. Eran tiempos de inicio del triunfo revolucionario, años muy difíciles. También teníamos que atender las fábricas, y las cooperativas. Luego, en la Sierra Maestra. No se me olvida la recogida de café en Sagua, y nuestro trabajo en Moa. En Pinares de Mayarí. Manzanillo, Bayamo.
En aquellos años donde te movilizaban trabajabas. También estuve en la frontera en Caimanera preparando instructores de arte emergentes dentro de lo militar.
En la Unidad Militar en Holguin, fue cuando llegó Carlos Gondin, y me dijo si quería superarme estudiando en Rusia. Y yo le respondí: le estás diciendo a un sapo si quiere tirarse al lago. Y fue cuando me extendió una carta a presentarme en la Habana para una beca en San Petersburgo.
De este tiempo estudiando en Rusia me cuenta que en una ocasión le dijeron a los estudiantes cubanos que si querían ir a trabajar en Siberia en las vacaciones nos la pagarían. Y allá fueron. Pero al concluir los reunieron para decirles lo necesario que era que donaran aquel aporte al Estado cubano. Entonces protestaron en grande. Tanta fue la resistencia sostenida que tuvieron que pagarles parte del dinero.
Luego cuando regresó a Cuba:
Estuve creo que en toda la Isla realizando mi trabajo como instructor de teatro o como actor, y en otras tareas que se me asignaban, claro está. Eran tiempos como te dije muy complejos. Después de trabajar tres años en Bayamo, regresé a Holguín. Y empecé en el Guiñol, que es teatro para niños y niñas. Y por último en la Casa de la Cultura donde todavía trabajo.
¿Le gusta trabajar con niñas y niños?
Sí. Creo que mis mejores logros han sido con ellas y ellos.
¿Cuál es su dramaturgo preferido?
Arthur Miller. La muerte de un viajante.
¿Usted se exige leer mucho? ¿Es necesario para un actor leer mucho o no?
Sí, sin leer no puedo vivir. Leo constantemente. Y por supuesto que lo considero importante para toda aquella persona que se dedique al mundo de la actuación. Entre más se nutra literariamente un actor, más aristas, caracteres puede encontrar en sus personajes. Ese arsenal es fundamental en la creación.
¿Qué libros son los que prefiere leer además de los de teatro?
Libros de cuentos, y noveletas. Hay noveletas que son formidables.
¿Algún consejo a los jóvenes artistas que se inician en sus vocaciones?
Que lo vivan intensamente y con alegría.
Gracias señor Rubén Mulet, ha sido un enorme placer este encuentro. Éxitos!