El sueño pospuesto de Leonel

HAVANA TIMES – En Cuba hay muchas personas que han tenido que renunciar a sus estudios para convertirse en vendedores, mensajeros y zapateros remendones. Leonel tiene 24 años, dejó sus clases de música y se dedica a vender cucuruchos de maní en las calles de la Habana.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías que cambiar la música por el negocio del maní?

Mi padre me decía que vivir de la música, en estos momentos, no iba a traerme nada positivo y de cierta forma le doy la razón. Cuando nos vimos sin nada que comer, lo primero que hice fue aislarme en mi cuarto. No entendía qué estaba pasando. Hasta ese momento mi mundo interior había estado alejado de la realidad porque mi padre lo asumía todo, inclusive, hasta mis clases de música.

En esos días de aislamiento comprendí que el camino no era estar distante y menos darle la espalda a la realidad. Mi padre, que había quedado disponible en su trabajo, me aconsejó que vendiera la guitarra. Era una entrada urgente para comprar alimentos. Y preferí crecerme. Entre las tantas opciones que me vinieron a la mente fue vender cucuruchos de maní.

¿Tu proceso de aceptación cómo lo asumiste?

Lo primero era dejar de verme como un estudiante de música. Mis colegas de las clases, que tenían un modo de vida diferente, me dijeron que podían ayudarme. Pero esa ayuda iba a ser momentánea, yo necesitaba algo que se sostuviera en el tiempo. Recordé cuán socorrido es el maní cuando uno anda en la calle con hambre, y comencé a buscar opciones de precios.

La libra de maní está a 300 pesos y seguirá subiendo.

¿Fuiste por los mercados agropecuarios?

Si, los precios en los mercados son los mismos, 300 pesos la libra de maní. Cultivarlo nunca fue mi idea. Se imagina conseguir un terreno en la Cuba de hoy y comprar las semillas, eso sería imposible para mí.

¿Tenías dinero para la inversión?

Un amigo me prestó el dinero y se lo fui pagando poco a poco. Primero compré cuatro libras para probar. Después fui comprando seis y me he mantenido en esa cifra. Mi padre me dice que antes un cucurucho costaba un peso y ahora cuesta 10 pesos. De cada libra salen más o menos 47 cucuruchos, trato de rellenarlos bien. O sea que, por seis libras son unos 2820 pesos, si le saco lo que invertí me quedo con mil de ganacia. Mil pesos ahora no es mucho, pero nos ayuda en el diario.

Los cucuruchos se hace con lo que aparezca, no hay lugares donde comprar papel.

¿Cómo es el proceso de tostado?

Las condiciones las tuve que ir creando. Compré una cazuela grande y una cuchara de madera. Tenemos la suerte de tener gas de la calle, que no son balitas, aunque cuando se va, es un día perdido. El proceso es muy sencillo, aunque agotador. Hay que dedicarle mucho tiempo y estar pendiente de que no se pegue o se queme. Por eso hay que estar moviéndolo sin parar y a fuego bajo. El cambio de coloración da señales de que el maní está listo. Hay algunas personas que le quitan la cáscara cuando está tostado, pero en mi caso no hay mucho tiempo. Paso largas horas en un calor constante, al principio me daba fatigas y me sentía ahogado. Tomo suficiente agua y me baño cuando termino. No es fácil, no es lo mismo tostar una libra que la cantidad que ya tengo prevista.

¿Cómo consigues el papel para los cucuruchos y la sal?

Uf!!!. Una pregunta difícil de responder. Con la escasez de papel cualquier hoja es bienvenida. He tenido que sacrificar algunos libros, sobre todo los grandes y es penoso. Tengo un amigo que trabaja en una imprenta y solo están haciendo tarjetas para marcar la hora en el reloj y modelos de comprobantes para las empresas, con él no puedo conseguir nada. Otra amiga me regaló hojas desechables escritas por las dos caras. Sé que no es lo ideal. La tinta contiene productos químicos. Me gustaría mucho poder vender con respeto, pero en Cuba todo se ha ido degenerando, y así se vive.

La sal estuvo perdida de la bodega y los mercados. Tenía que comprar los paquetes a 200 pesos. He tenido noticias que muchas personas fueron estafadas y compraron paquetes de sal unida con cal. Yo me aseguraba de comprarla siempre en un mercado o a personas confiables. Gracias a Dios ahora está a granel y es más económica.

En algún momento los maniseros dejaron de ser señores mayores, ahora hay variedad etarea.

¿Vendes maní por tu barrio?

No solo por mi barrio. Voy por los municipios aledaños con mi mochila al hombro. Es muy peligroso llevar una lata con carbón, como los maniseros de antes, aunque la gente lo agradecería. Es cierto que de esa manera se conservaría caliente y sabría delicioso, pero es una utopía invertir en el carbón. Además, no tengo licencia, tengo que andar discreto. A veces no necesito pregonar. Llevo los cucuruchos en la mano. Prefiero pasar desapercibido de los inspectores. Creo que es cuestión de suerte, siempre llego a casa con la mochila vacía.

¿Entonces consideras que es un buen negocio?

Negocio no es. Es tan solo una acción con la cual sobrevivo, que me da un dinero para comer y comprar lo indispensable. La semana pasada tuve que comprarme una gorra, unos tenis y una camisa de margas largas de uso. Es demasiado la caminata y bajo el sol.

Los guitarras son instrumentos difíciles de conseguir y siempre a precios elevados para el cubano de a pie.

¿Volverás algún día a la música?

Ese es mi mayor deseo. No pierdo las esperanzas de que la situación cambie y no tenga que seguir frente al calor de una cazuela. Tengo amigos que insisten en que vuelva. Realmente ahora el tiempo no me alcanza y las clases han subido mucho de precio. A veces me llaman por si me decido a vender la guitarra. Solo lo haría en caso extremo. Conozco a muchos músicos que tienen que inventar el día a día, la música ya no da tanto dinero como hace unos años, a menos que seas profesional y tengas la suerte de entrar en una buena orquesta etc. o que incursiones en el reguetón y tengas algún padrino.

Mi mundo espiritual no ha desaparecido, tampoco las partituras. Considero que es un periodo difícil, pero como empieza termina.

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