El milagro de las palabras

Entrevista por Yusimí Rodríguez

Verónica Pérez Vega (Amrit)

HAVANA TIMES, 28 nov — Durante meses he querido entrevistar a dos personas: una de ellas, la colega que los lectores de Havana Times conocen como Amrit; la otra, la escritora Verónica Pérez Vega, quien, antes de haberse dado a conocer en nuestro país, acaba de publicar su primera novela “Aquí lo que hay es que irse”, en Francia.

Ahora, cuando por fin apareció la oportunidad, me resultaba un poco difícil decidir a cuál entrevistaría primero. La solución ha partido de ellas y es simple: entrevistar a ambas a la vez, porque Verónica Pérez Vega y nuestra colega Amrit son la misma persona.

HT: Vero, quisiera que comenzáramos hablando de este texto de ficción que has publicado en Francia y luego de tu trabajo en Havana Times. Aunque conozco la historia, creo que a los lectores les gustaría sabe qué te llevó a escribir esta novela.

Verónica: En el 2006 estaba escribía una novela y conocí a una escritora cubana que vive en Alemania, por correo electrónico. Es amiga del grupo Omni, y nos planteó a Eligio, integrante de Omni, y a mí, un proyecto que consistía en escribir una novela a tres voces, en la que cada uno contaría treinta días de su vida. Mi razón principal para aceptar fue que tenía muchas necesidades económicas en ese momento.

Ella dijo que cuando cada uno hubiese escrito una semana de su vida, podría presentar el proyecto a una institución y obtener financiamiento. Además, era interesante porque se trataba de escribir todo a medida que sucedía.

Libro de Veronica recien publicado en Francia.

Escribía en el parque, en la playa, en la parada. Me detenía a tomar notas de lo que sentía, los olores. Se convirtió en un hábito. El tiempo fue pasando y nuestras vidas se hicieron más convulsas; apareció aquel viaje de Omni a Alemania, ella los invitó.

Los treinta días de la idea original se convirtieron en meses. Al cabo de un año le escribí preguntándole que iba a suceder, pero ni ella ni Eligio se sentían ya con fuerzas de continuar con el proyecto. Seguí sola y tuve problemas con ella… Pude haber tomado mi parte y ya, pero sentía que debía reflejar la historia de la idea original.

Inserté fragmentos de ellos, pero ella no quiso aparecer en la novela ni que estuviesen sus textos. Así es que tuve que reescribir la novela, eliminando todo lo que esta amiga quería que quitara, incluyendo el título, que era suyo. Creé un personaje que en parte es otra amiga que tuve hace años y es el único de ficción, pero las circunstancias reales se mantienen.

Cuando terminé, no sabía que hacer con la novela. Marie, una amiga francesa que me había entrevistado antes, preguntó si estaba de acuerdo con que intentara publicarla en Francia y me pareció bien. Contactó con una traductora llamada Cristila, que accedió a leer el texto por compromiso. Pero pasaba el tiempo sin que lo leyera.

Cuando finalmente lo hizo, le encantó y convenció a la editorial de publicarla. Los editores me escribieron que ella había defendido el texto con tanta pasión que habían decidido correr el riesgo con una escritora inédita y desconocida como yo. Fue como un milagro, aunque la vez no me asombró demasiado. No sé si es porque una lo sueña mucho, y cuando por fin ocurre, es como un asombro tranquilo.

HT: El título de tu novela suena bastante radical, como si la única opción de los cubanos fuera abandonar el país. ¿Es lo que piensas?

Verónica: Cuando tuve que cambiar el título me costó mucho trabajo encontrar uno. Al eliminar el original, sentía que arrancaba un filamento de algo. “Aquí lo que hay es que irse” es una frase que siempre ha estado presente en mi vida; además había publicado un artículo en la revista digital Esquife, con ese título, y supe que había levantado muchas ronchas. También quería hacer un documental que se llamara así, en el que entrevistaría a personas que se hubiesen ido, personas que estuvieran esperando la salida y personas que soñaran con irse. En cierto modo el documental está en la novela. Mi idea es que, como no puedo filmar, hago imágenes con palabras.

Me percaté de que la novela era la agonía y los sueños de un grupo de personas que están en un país que se deshace, y luchan por encontrar un sentido a permanecer ahí, quién sabe por cuanto tiempo. Uno no debería estar cuestionándose si hay que irse o no, porque todos somos parte del mundo. Pero de la forma que hemos vivido aquí, sentimos la patria y el país de una manera demasiado dolorosa, y hasta con un sentimiento de culpa.

Verónica con sus animales.

Además, cuando el cubano se va, no es como para una persona del primer mundo. La forma en que se va siempre es un poco traumática. Si lo hace, tal vez no pueda regresar en mucho tiempo. Hay tanto dolor en el hecho de irse como en el de quedarse. Entonces, sentí que en esa frase estaba la historia.

Los personajes se mueven entre personas que les dicen que no vale la pena esforzarse, que aquí lo que hay es que irse, pero ellos tratan todo el tiempo de demostrarse que se puede construir algo aquí también, que no es solo una estación donde esperas el tren que te va a llevar.

HT: Sin embargo, cuando te conocí, en el 2003, tu principal objetivo era abandonar este país. Tenías la oportunidad de que tu padre te sacara y ese parecía ser tu futuro. De hecho, pensábamos en mantener nuestra amistad por cartas y correos electrónicos. Te veías fuera de este país. ¿Qué ha cambiado?

Verónica: Sigo viéndome fuera de este país, o casi. Veo testimonios de personas que se fueron en los ochenta y me siento un marielito más. Siempre tuve el sueño de reencontrarme con mi padre y nunca creí que iba a quedarme. Fue un sentimiento que se me arraigó junto a todas las frustraciones que vivimos aquí.

Eso crea una especie de exilio interior. No me atrevo a decir que voy a quedarme en Cuba, tampoco puedo decir que me iré, pero siento más alivio cuando pienso que no me voy a quedar. Quisiera lo que tal vez la mayoría de la gente, poder entrar y salir libremente de mi país, sin que sea una tragedia.

HT: Verónica está justo a punto de cumplir un sueño que acompaña a la mayoría de los cubanos a lo largo de sus vidas, y que muchos mueren sin cumplir: viajar. El Festival Bellas Latinas, la ha invitado a Francia, tras la publicación de su novela. Antes, viajar parecía algo casi imposible; ahora…

Enid, madre de Verónica.

Verónica: No ha sido nada sencillo. Tal vez si yo fuera miembro de la UNEAC o de alguna otra institución que pudiera acelerar los trámites, pero lo que le espera a un cubano que no es aparado por ningún organismo que se haya responsable de los trámites es correr la suerte de ser invitado como turista. No importa el peso de la invitación que recibas, al final eres alguien que está viajando como un simple turista.

HT: Pero viajar como turista es algo sencillo en cualquier parte del mundo, ¿o no?

Verónica: No sé. Aquí no lo es. Cuando la invitación es personal, hay que hacer un montón de trámites. Pero tal vez lo más engorroso es que quien te invita generalmente no conoce cómo funcionan las cosas aquí. Lo digo porque en otras ocasiones me han invitado y se ha diluido el intento.

Las personas del otro lado se rinden porque son demasiados trámites. Si se trata de un evento que va a ocurrir en un momento específico, se necesitan por lo menos seis meses, para que no haya estrés ni presión, pero sí debe haber constancia y regularidad del otro lado. En mi caso, estas personas han sido muy amables y han hecho todo lo posible. No entendieron bien lo difícil que era sacar a un cubano de esa forma.

HT: Pero tuvieron que hacer la invitación a título personal, porque la institución no podía invitarte. ¿Un cubano no puede ser invitado por una institución, si a la vez no pertenece a otra aquí? Te puede invitar un francés, pero no una institución, ¿es así?

Verónica: Se supone que si hay una institución del lado de allá, aquí debe existir una que me respalde. Pero es muy difícil encontrarla. Estas personas en Francia estaban muy desconcertadas con lo que estaba ocurriendo. Llevan diez años realizando el festival y nunca habían chocado con un caso así. De hecho, para que me otorgaran la visa ellos debían enviarme un seguro de viaje que me pedía la embajada francesa en Cuba. Ellos no entendían; tuvieron que llamar a la embajada, porque nunca habían tenido que hacer eso.

Otros escritores cubanos, como Wendy Guerra y Leonardo Padura, han sido invitados a este festival francés y en ningún caso ha sido tan engorroso. Wendy Guerra reside en el extranjero y Leonardo Padura es miembro de la UNEAC.

HT: Durante mucho tiempo miraste con cierta envidia a personas más jóvenes que tú, que habían logrado viajar, ver el mundo; algunas porque se habían casado con personas extranjeras, otras que emigraron por otras vías. Te comparabas con ellas y sentías que en cierto modo habías fracasado. ¿Cómo ves las cosas ahora?

Verónica: Creo que al igual que tenemos una memoria hacia el pasado, la tenemos hacia el futuro. Siempre tuve la intuición de que había nexos entre Francia y yo. La carrera de la vida se puede volver muy convulsa, porque una siempre está comparándose con los demás. Por ejemplo, durante el Período Especial, que para mí fue un gran shock, me sentía atrapada aquí, porque siempre había imaginado que viviría afuera.

En aquella época practicaba danza y por eso no me daba cuenta totalmente de lo que sucedía alrededor mío, hasta un día llegué a una parada y vi aquella masa enorme de gente tendida en la acera de la calle G, esperando sin saber cuando vendría el ómnibus. La mitad de los que estábamos allí sabíamos que no podríamos montarnos en la primera, y eso me hizo sentir una desesperación y una impotencia.

Se volvió una meta y una obsesión salir de este país. Una se equivoca y empieza a correr hacia fuera, hasta que la vida te demuestra que no es por ahí. Quizás otros han tenido más suerte para encontrar lo que quieren. Siempre escribí, desde niña, cartas, poemas, un intento de novela a los nueve años.

Pero a la vez sentía la necesidad de hacer otras cosas y no me había centrado en escribir. La vida fue llevándome por donde debía ir y fui aceptando. Puedo decirlo en estos términos: Fui entendiendo lo que Dios quería de mí. Podría decirlo de otra forma: hay una voluntad que opera en mi vida y sabe lo que necesito mejor que ciertas tendencias de mi mente. Descubrí ese camino que ya existía y fui cooperando con él… Cuando estas personas me escribieron invitándome al festival, me dije: “Qué sencillo, sucedió con la novela”.

En la novela escribo que espero que ese montón de palabras sin síntesis estática opere un milagro como en los cuentos de hada o las malas películas, y sucedió todo de manera natural, sin manipular ni forzar nada.

HT: ¿Qué posibilidades hay de que publiques tu novela en Cuba? ¿Has pensado en hacerlo?

Verónica: No tengo la intención porque no creo que acepten publicarla. Me encantaría, pero cuando publiqué aquel artículo bajo ese título, en Esquife, el editor me dijo que había levantado muchas ronchas. Segundo, porque en la novela está Omni Zona Franca, que era parte de mi vida en aquel momento, y ahora mismo ellos están censurados. No creo que a las editoriales les interese publicar una novela en la que ellos están presentes.

Sinceramente no he hecho el intento; hablo a priori. No sé si es una intuición o un prejuicio. Además, aquí la publicación de un libro puede tomar años. El de Nonardo, nuestro amigo común, estuvo diez años en la editorial antes de que lo publicaran.

HT: Cuando te pregunté hace unos días, si podía entrevistarte como Verónica Pérez Vega o como Amrit, colaboradora de Havana Times, y respondiste que no había problema en revelar tu identidad en el sitio, me sorprendí mucho porque hasta ahora has escrito bajo pseudónimo. ¿Qué te ha hecho revelar tu identidad en esta entrevista?

Veroinica at the beach with her dog Surat.

Verónica: Firmé mis primeros artículos con mi nombre. Pero en aquel momento estaba vinculada con personas que podían sentirse amenazadas por el hecho de que colaborara en el sitio. Algunos de ellos tenían prejuicios.

HT: Pero personalmente no sientes que corres ningún peligro por escribir para HT.

Verónica: Siento que no soy responsable de lo que digan otros, sino de lo que digo yo. No escribo bajo un impulso de ira, trato de hacerlo a conciencia, de que me sea posible defender lo que escribo, en cualquier espacio.

HT: Estás entre los pocos colaboradores que no tiene esa pequeña ficha donde cada cual expresa por qué escribe para el sitio. Quizás, esta es una buena oportunidad para que digas a los lectores por qué empezaste a escribir para HT y por qué te has mantenido haciéndolo.

Verónica: Mi idea era tener una especie de columna sobre temas espirituales. Circles es una persona muy abierta y le gustó la propuesta. Comencé a entrevistar personas que tenían proyectos de alguna forma espirituales, que habían estado buscando a Dios de maneras disímiles. Pero fui encontrando persona cuyas formas de vivir no me convencían; empezó a resultar muy desalentador.

Por otro lado, a medida que una pasa por los lugares y experimenta cosas, reacciona hacia el mal funcionamiento, las injusticias, y siente necesidad de expresarse. HT se convirtió en el sitio donde podía expresar esas inconformidades que no podría poner aquí en ninguna revista.

Aquí he publicado en el Caimán Barbudo, en Extramuros, una vez, en Esquife, pero sé que en ninguna de esas publicaciones podría proponer artículos como los que escribo para HT, aparte

de todo lo que se demoran las revistas impresas para publicar. En los medios digitales todo es mucho más rápido. HT es el lugar donde puedo expresarme y hacer sugerencias para transformaciones que considero posibles. Si además puedo hablar de Dios, me gustaría hacerlo.

HT: ¿Qué es lo que más te duele del país en este momento?

Verónica: Los animales que sufren en las calles, la cantidad de perros hambrientos. A veces me detengo y gasto diez pesos en un pan con jamón para uno, pero entonces aparece otro, y es que cada vez hay más animales abandonados. Me afecta también la tala indiscriminada de árboles, toda la basura que hay regada por ahí. Me duele la falta de ética, una especie de cinismo que han desarrollado los jóvenes.

Otra cosa que no soporto es la hipocresía. La sociedad cubana está imponiendo un nivel de vida que es insostenible para la mayoría de las personas, viviendo de manera honesta; sin embargo la gente tiene un sentimiento de culpa, les avergüenza decir que no pueden o no tienen, o que ganan poco, como si fuese indigno decir que uno es pobre, no porque uno no trabaje los suficiente, sino porque no hay un sistema de salario que te permita vivir de manera mínimamente holgada.

Verónica en su cocina.

HT: ¿O cómo si ser pobre fuera un delito?

Verónica: Sí, como si ser pobre fuera un delito… O sea, no importa si para tener ese nivel de vida robas o haces negocios ilícitos. Lo que es malo es ser pobre. Es un fenómeno que veo en personas de cualquier edad.

Hay una gran falta de libertad, pero creo que esta no es algo que te pueda dar alguien. Es cierto que el medio influye, pero la libertad y la seguridad son cosas que una va descubriendo sola.

Hay algo más que me afecta muchísimo y es el problema del transporte, es terrible.

Recordaba hace poco un poema de Ángel Escobar que dice: “Es el eterno rito de la espera al que me sometes”. Sabes que en Alamar todo se vuelve más difícil, los taxis particulares cuestan veinte pesos, y me enteré de que después de las doce de la noche cuestan treinta. Pero en general, creo que hay una gran crisis espiritual; hace falta una revolución a nivel de conciencia. Creo que eso está por encima de cualquier cuestión económica o política.

HT: Pero ese es un problema a nivel mundial, no existe solo en Cuba. Por tanto, ¿cuál sería la diferencia entre irte o quedarte?

Verónica: Lo que sucede es que una va necesitando otras cosas. Pero en realidad no sé si me vaya de Cuba, porque cada día tengo más compromisos afectivos. No voy a abandonar a mis animales, por ejemplo. Emigrar tampoco es tan sencillo. Además no me gustaría irme a un lugar donde no pudiera trabajar en lo que me gusta, sé que no lo soportaría.

HT: Vero, ¿hay algo quisieras decirle a los lectores de HT antes de terminar?

Verónica: Sólo que nunca responderé un comentario que no sea respetuoso, porque al hacerlo, la única alternativa que tienes es actuar igual, y eso no conducirá nunca a un diálogo. Las personas tienen derecho a decir lo que quieran, pero pienso que si la intención es llegar a un diálogo, cada cual debería expresar su opinión con respeto.

HT: ¿Crees que es algo que necesitamos dentro de nuestra sociedad?

Verónica: Por supuesto. Los cubanos tenemos tendencia a no escuchar, a reproducir esa tendencia de imponer y de no creer ni confiar en lo que el otro tiene que decir; sin darle al menos la oportunidad de expresarse y de que nos convenza, o no.

HT: Te deseo un feliz viaje a Francia y espero que al regreso nos cuentes sobre la experiencia.

8 thoughts on “El milagro de las palabras

  • Creo que la mejor manera de salir de Cuba sin problemas es hacer como Juan Juan Almeida, el hijo del dirigente histórico de la Revolución Juan Almeida. Un buen día se encontró con que su mujer y su hija estaban en el extranjero sin poder entrar en Cuba, mientras que él estaba en Cuba y no le dejaban salir.

    Agarró un cartón. Escribió encima de él que quería viajar y se puso a andar desde su casa hasta la Plaza de la Revolución a la vista de todos con el cartón bien alto. Le detuvieron y le mandaron a Villa Marista. En cuanto le soltaron volvió a repetir la hazaña, y así siguió hasta que la prensa extranjera se empezó a hacer eco de su caso.

    Terminaron por dejarle salir de Cuba para reunirse con su esposa y su hija.

    Si el régimen tiene que elegir entre dejar salir a alguien de Cuba, o aguantar a la prensa internacional destacando el ejemplo de un cubano a quien no le dejan salir, entonces opta por la primera opción.

  • Que alegria verte, te leo siempre y si amas los animales eres una persona de buen corazon, te deseo lo mejor de este mundo y que tu libro tenga un buen exito y que te vaya muy bien en Francia y que se realizen todos tus suenos

  • Me encantó la entrevista, pues a Amrit la leo siempre que publica acá. Felicitaciones por la novela. Abrazos

  • Es la primera ves que visito el sitio y he quedado encantado!!
    Muy buena entrevista con sabias palabras. Creo definitivamente que el problema no es “irse o quedarse”” lo importante es hacer lo mejor donde te encuentres. Es importante destacar que la mayoria de los que salen de Cuba, de una manera u otra viven añorando poder regresar (como es mi caso).
    No me fui de Cuba por problemas politicos ni economicos, simplemente seguí el camino que en aquel entonces pensé que Dios me habia tendido. Todo me fue muy facil. Pero lo dificil ha siempre sido estar fuera de mi país, es muy doloroso y hoy (unos 25 años fuera) no sé si podré regresar, otras cosas me atan a esta parte del mundo. Y mi corazon se parte en dos, una parte está siempre en Cuba y la otra no sé donde??

  • Felicidades Verónica.

  • El titulo del libro m hace recordar cuando un dia “tambien lo dije”,lo intente por la Base Naval juntos con otro amigos,estuve “preso” por el “delito de salida ilegal” era pleno periodo especial ,me encontraba como en “una jaula”a veces solo comia”pan y agua con azucar”los “apagones” de 23 horas de duracion,..toda la ciudad a “oscura”(Stgo de Cuba) solo habia luz en el Hotel Melia,era como estrella en medio de la oscuridad,
    Mi salida si “fue dificil”despues de “pagar” en Cuba,aunque mi objetivo era EEUU ,como la mayoria de los cubanos,se presento Europa, y solo me dije “aqui lo que hay que hacer es irse”,despues de sacrificios lo “logre”,pero la “adaptacion” es dificil,aprender el idioma(como el aleman),en Cuba nunca habia tenido un Jacke,aqui lo llevo casi 8 meses,
    Despues viene lo del trabajo,a veces trabajas en cosas que ni te inmaginabas en Cuba,el “choque” de que “tienes” que pagarlo todo hasta “una consulta medica” pero en si tambien como muchos quiero “regresar”y “poder salir” cundo quiera y por supuesto “pueda” exitos con el libro..saludos–

  • Pero repasando las fotografias me “encantaron” Dos…la primera “reflexiba” tambien bella! la otra,la ultima “un caos como la mia aqui en Berlin”..y lo digo en serio!! lo unico que falta,es un “frio” al lado de la puerta,pero es igual “el reguero”…a veces boto la ollas,para no “fregar”!! inmaginate!?

  • Gracias a los lectores de Havana Times por sus comentarios y gracias por su interés en Cuba.
    No suelo participar en los debates por no tener acceso a internet. Incluso las entrevistas que me hicieron en la radio francesa y están disponibles en internet no puedo escucharlas, como tampoco puedo ver los videos de las entrevistas grabadas, como la de “El Salón del Libro”. Una vez en Cuba, la condición de isla se hace muy tangible… A los lectores interesados en leer mi novela, debo decirles que, lamentablemente ésta sólo está disponible en francés, el sitio de la editorial es http:// http://www.christianbourgois-editeur.fr
    Pero albergo la esperanza de que se publique en español y en inglés. Saludos con todo cariño.
    Verónica (Amrit)

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