Cubanos hablan de su viaje a Sierra Leona
Por Yusimí Rodríguez López (Fotos: Sergio Leyva)
HAVANA TIMES — La entrevista con la Dra. Emma Christopher, directora del documental “They are we”, y su director de fotografía fija y productor de campo, Sergio Leyva, satisfizo mi curiosidad sobre la experiencia de ambos en ese proyecto. Pero también la despertó acerca de mis cuatro compatriotas involucrados en él.
Para conocerlos, he viajado a Perico, un pueblo situado en la provincia de Matanzas, del que no había escuchado nunca. Se ubica después de Jovellanos, poco antes de llegar a Colón. Tras casi tres horas de viaje, me siento afortunada. Pudieron ser seis o siete, si Sergio no hubiese necesitado regresar a filmar unas imágenes para el documental y no hubiese tenido la amabilidad de traerme.
La prisa y el poco tiempo del que disponemos, no me permiten ver mucho de Perico. Al marcharme, tuve la sensación de haber estado en un pueblo rural, donde la vida es lenta, a donde todo llega con retraso. A la vez, veo que prosperan varios restaurantes privados.
Elvira Fumero Añí, una de mis dos entrevistados, nacida en Perico hace 58 años, me cuenta que el pueblo llevó el nombre de Cervantes hasta la primera mitad del siglo XIX, y luego adoptó el de Perico por un carretonero al que llamaban así. Lo recuerda como un pueblo hermoso, muy limpio, lleno de comercios de los chinos.
Elvira: Había muchas casas hermosas que se han destruido por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. El parque era hermoso, pudo haber sido declarado patrimonio porque era antiguo, con una glorieta antigua. Un día, en los años setenta, tumbaron la glorieta y le cambiaron la estructura al parque.
Alfredo Duquesne, mi otro entrevistado, me cuenta que es difícil adquirir allí literatura sobre arte. Es un escultor autodidacta, que llegó a ser profesor de escultura en la Escuela de Instructores de Arte de Matanzas.
Alfredo: A veces llega algún libro que me interesa a Matanzas, pero cuando voy, se acabaron los ejemplares.
Pero aunque ambos viajaron a Sierra Leona, ninguno es descendiente de Josefa, quien fue arrancada de su hogar en Liberia por los colonizadores españoles, y traída como esclava a Cuba. Humberto Casanova Corvea (Cuco) y su nieto Yandrys Izquierdo Casanova, descendientes directos de Josefa no han podido reunirse conmigo por razones de trabajo.
Alfredo: Mi abuela era íntima amiga de Florinda Diago que era descendiente de Josefa. En la embarcación que la trajo de África vinieron otros descendientes del gangá, que fueron los precursores en Cuba. Yo recibí esto a través de mi abuela y mi tía. Conozco los bailes, los cantos y los toques desde chiquito porque me crié dentro de esto, aunque no formo parte del grupo folklórico Gangá Longobá. Mi tía siempre está cantando y mi abuela me contaba muchas historias. En Mukpangumba, toqué y bailé.
Desconozco de donde exactamente eran mis antepasados en África. Orlando Herrera, antiguo historiador de Perico, decía que debíamos ser de Nigeria o el Congo, por los rasgos físicos.
Elvira me cuenta además que Gangá Longobá es una etnia única en América Latina.
Elvira: Josefa fue vendida a un central llamado Santa Elena, cuyo dueño se apellidaba Diago y ese fue el apellido que recibió ella y su descendencia. Se han mantenido las tradiciones por transmisión oral de generación en generación.
Elvira, sin embargo no tiene la menor relación con Josefa, ni pertenece a la familia de Alfredo.
Elvira: Venía a las celebraciones desde niña y siempre me sentí interesada. Con el paso de los años me interesé más. Me decía que algún día iba a pertenecer.
Florinda, la abuela de Alfredo y Magdalena Mora Herrera (Piyuya), tía de Alfredo, fueron fundadoras del grupo folklórico Gangá Longobá, que también sirvió para afianzar la conservación de las tradiciones. Yo entré como bailadora, pero empecé a escuchar a Piyuya cantar y capté todo muy rápido. Actualmente, ella delegó en mí y soy la cantante del grupo. Los secretos no me los transmitió, porque ni ellos los saben. Se los llevaron los ancestros.
HT: ¿Qué sabe de sus propios antepasados?
Elvira: Mi bisabuelo materno descendía de chinos. Se casó con una mujer haitiana. Somos una mezcla de chinos y negros. En mi casa había muchos altares chinos a los que se les encendía incienso y un buda grande; nada de África. Pero siempre me sentí atraída por esto.
Durante veinte años, Elvira fue cantante de cabaret. Es completamente autodidacta. Interpreta todos los géneros desde el bolero y el son hasta la guaracha. Los sábados, canta en el Club de Amigos del Bolero.
Elvira: Pero lo que más me gusta es mi trabajo con Gangá Longobá.
HT: ¿No tuvo miedo de no ser bien acogida en Mukpangumba, ya que no es descendiente directa de Josefa, ni familia de Piyuya, que creó el grupo y mantenido los cantos y las ceremonias?
Elvira: Un poco, al principio. Pero desde que pisé aquella tierra, supe que me aceptarían y así fue.
Alfredo: Una cosa que se me quedó grabada fue la espiritualidad que sentí en aquel lugar, y el brillo indescifrable en la mirada de las personas. A veces, no sabía si era alegría, tristeza, añoranza. Nos recibieron con todo el amor del mundo. Me marcó mucho que no se quejan de nada, y me pregunto si nosotros merecemos hacerlo.
HT: ¿No les chocó encontrarse en esa aldea tan pobre, sin baños, agua potable, infraestructura…?
Alfredo: Sí y no. Aquí a veces llego apurado y orino en el patio; allá me sentía tan humilde que pregunté a alguien dónde podía hacer pis y me señaló unas matas. Allá eso es muy natural y pregunté qué es lo que estamos viviendo nosotros. Nos hicieron un bañito, y al principio cerrábamos la puerta. Luego comprendimos que no era necesario, porque no hay maldad en ellos. Llegué a sentirme muy cómodo.
HT: Sin embargo, en pleno siglo XXI, allí se practica la ablación a las mujeres. ¿No les chocó eso?
Alfredo: Muchísimo, conversaba con Elvira sobre eso. Quizás nuestra presencia allí fue un aliciente, una gota de alegría. Pudieron ver cómo se vive en otras partes del mundo. A la vez, me pregunto cuántas generaciones de mujeres tendrán que sufrir esas vejaciones y maltratos para que se termine. Creo que el mundo tendrá que tomar conciencia y hacer algo.
Elvira: A veces las miraba y me decía: “así no se puede vivir”, pero es la ley de ellos y tenía que respetarla. Eso me afectó, pero no la falta de luz eléctrica, ni lavar mi ropa a la orilla del río, ni cargar el agua para bañarme. La comida tampoco. Aquí me cuesta trabajo dormir y allá dormía con mucha tranquilidad, sentía mucha paz.
Alfredo: Yo miraba la alegría de las niñas, que ignoraban lo que les esperaba unos años después, y solo podía sumarme a su alegría.
HT: ¿Piensan mantener los vínculos con la comunidad de alguna forma?
Alfredo: Hay un proyecto de hacer esculturas y tallar las canoas, buscar formas de fomentar el turismo hacia la comunidad. También enseñarle escultura a los niños, porque las pocas personas que vimos en la comunidad, que saben tallar, no enseñan los secretos de su arte. Sería bueno, no solo para que los niños tengan un medio de vida en un futuro, sino para promover intercambios culturales, que ellos puedan aprender de la vida en esta parte del mundo, pero también para que aprendamos de ellos que tienen mucho que enseñar.
HT: Me hablas del fomento del turismo. ¿Eso no mataría algo de esa nobleza que admiraste y añoras tanto de Mukpangumba?
Alfredo: De hecho ya el mundo occidental ha contaminado África. Ellos se han salvado un poco de eso por estar más alejados, aunque ya algunos conocen la vida occidental. Pero creo que ese contacto no llegaría al punto de echar a perder lo mejor de la comunidad. Siempre serán más respetuosos que nosotros con sus tradiciones. Además, han sufrido mucho y no quieren regresar al pasado de guerras que vivieron.
HT: ¿Piensan regresar a Sierra Leona?
Alfredo: Sí.
HT: ¿Por qué medios? No pueden contar con que la Dra. Christopher los lleve otra vez. Aunque ahora no se requiere un permiso de salida para viajar, hace falta dinero. Usted me dijo antes que puede vivir de la escultura, pero debe economizar. ¿Cómo logrará viajar entonces?
Alfredo: No sé si será por la vía cultural o por otra. La suerte está echada. Ya establecimos los vínculos y no pueden quedarse ahí. Es importante que regresemos para que sepan que los tenemos presentes. Espero que ellos puedan venir también en algún momento. Sé que viajar allá otra vez me será difícil. Pero estos vínculos tardaron doscientos años en establecerse y no creo que puedan tardar otros doscientos años. Quizás no logre regresar en dos o tres años, pero lo haré aunque sea más adelante. Ya tendré que limitarme de más cosas, ahorrar, para regresar a Sierra Leona.
Elvira: Tengo un hermano que vive en Londres. Pienso pedirle ayuda a él.
HT: Pero él podría invitarla a Inglaterra, a ver el primer mundo.
Elvira: Es verdad, pero si pudiera escoger, preferiría regresar a Sierra Leona.
HT: ¿Les gustaría decir algo más a los lectores de HT, que han seguido esta historia desde la publicación de los artículos de la Dra. Emma Christopher y Sergio Leyva?
Elvira: Que lean sobre esto. Van a encontrar cosas sorprendentes. Que se metan de lleno.
Alfredo: Que divulguen sobre este viaje, que conozcan la historia de Sierra Leona y de África.
El grupo Gangá Longobá ha participado en eventos y festivales a lo largo del país. Cada 17 de diciembre celebran una fiesta a la que asiste todo el pueblo y personas de afuera, incluso extranjeros. Por su trascendencia, está propuesto para ser declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
El documental “They are we”, será presentado en La Casa de África, en noviembre. Antes, el mismo sitio será sede de una exposición de esculturas de Alfredo Duquesne y fotos de Sergio Leyva.
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