Cuba: Una taza de café en las mañanas
Por Laura Gómez
HAVANA TIMES – La primera rutina del día de Rolando Godínez a sus 58 años, es probar el café y darle su visto bueno. Luego sale de la casa con la carga cuestas. Rolando se ha convertido en vendedor de este producto tan gustado por la población cubana. Desde siempre, un buchito de café ha sido imprescindible para empezar el día, aunque hay quienes no pueden seguir la tradición.
¿Desde cuándo te dedicas a vender café?
Hace alrededor de dos años. No fue algo que tuviera en mente, pero la necesidad se impone. Un amigo de Mayabeque me propuso el negocio. Él traía los paquetes de una libra a La Habana y siempre lo despechaba en un instante. Entonces empecé a comprarle la libra a 300 pesos. Venia todas las semanas, hasta que se complicó la situación del transporte y también la escasez del café en su finca.
¿Te levantas temprano para esa faena?
A las dos y media de la madrugada ya estoy en pie y comienzo a preparar la cafetera de diez tasas. En total son siete coladas. Cuando termino vierto el contenido en los tres termos. Una libra de café me da 126 vasos pequeños y lo vendo a 20 pesos. A las cinco salgo con la mochila, una silla y una mesita. A esa hora soy el único que vende café. Ya a las siete estoy de regreso en casa. No puedo conseguir un trabajo distante.
¿Qué situación tienes?
Es algo que tal vez se cuente fácil, pero he tenido que sobrellevar durante 18 años el padecimiento de mi esposa. Fue diagnosticada como bipolar. Cuando nació nuestro hijo pensé que iba a mejorar, pero no fue así. Si contara con su ayuda durante las coladas, no estaría tan presionado, ella es muy trabajadora como yo. Cuando termino la faena, en muchas ocasiones lavo, limpio y friego la losa. Trato de tener un ambiente armonioso en casa para que no se descompense, pero sin medicamentos es difícil. Ha estado ingresada en varias ocasiones y, cuando eso sucede, dejo de ganar mi dinerito diario.
¿Entonces eres el responsable de la compra de los alimentos?
En estos momentos sí. La única entrada es la del café. Por supuesto, que ahora como está la situación económica del país tenemos que hacer malabares. Hay quienes están peor. Imagine que soy diabético y tengo que priorizar algunos alimentos. Por eso muchas veces tengo que recostarme después del trabajo.
¿Cómo consigue ahora el café para vender?
Es una odisea. No se puede comprar café a cualquiera. Hay quienes lo tuestan con mucho chícharo, y soy conocido por vender café de calidad, no puedo perder la confianza de la gente. Actualmente consigo el paquete de dos libras y lo pago a 800 pesos. El café que venden en las mipymes es demasiado caro: 1200, 1330 pesos y eso no da negocio. Ni siquiera se puede contar con el HOLA de la canasta básica, que costaba 11 pesos, porque eso es un sueño olvidado y la última vez, que fue en el mes de Julio, tenía más chícharo que café.
¿Qué justificación le dio su amigo sobre la falta de este producto tan esencial?
Mi amigo está al tanto de la situación. Él tiene una tierrita donde lo cultiva y conoce por otros propietarios que la sequía, la emigración y la falta de presupuesto, así como la ausencia de productos para la fumigación y fertilizantes, ha determinado la escasez. Según el noticiero también hay carencia de envases.
En las tiendas en MLC venden café, ¿no lo has comprado?
¡¡¡Imposible!!! Ni pensar en eso. Para comprar un paquete de Turquino, Bayamesa, Serrano o Cubita hay que desembolsar 11 MLC y cada MLC está a 270 pesos. Tendría que invertir una cantidad que no tengo y tampoco cuento con un familiar en el exterior que me haga un envío de este producto. Nuestra realidad hay que vivirla para entenderla, y ni así…
¿Consideras que es un negocio que te aporta ganancia?
Me da para el diario, pero no es para hacerse millonario. Estoy seguro que en estos momentos ningún negocio reporta una suma considerable. Cuando comienzo a descontar la inversión, la ganancia no solo es para la comida, también para la compra de café, el pago de los servicios: agua, luz, gas, medicamentos y una reserva por si nos sucede algo y necesitamos trasladarnos en un carro de alquiler. También para la compra de vasitos, a veces se tornan antigénicos o se parten, no tienen la calidad necesaria, porque son desechables, pero en Cuba se siguen usando.
¿Cuando vendes el café socializas con los clientes?
Sí, claro. Trato de ser amable, educado, notas la calidad de mi colada en los rostros. Sonrío y manifiesto mi mayor deseo para que vuelvan al día siguiente, aptitudes que no tienen los jóvenes que trabajan en restaurantes y cafeterías. Eso se llama Marketing y si no se tiene buena educación, suele ser un fracaso. Mayormente vienen trabajadores, vecinos, muchos ancianos y algún que otro deambulante que no tiene dinero y se lo regalo. Los vasos usados los coloco dentro de un cubo vacío. Prefiero lavarlos bien en casa con detergente. He escuchado a los clientes comentar que en otros lugares se han encontrado con vasos manchados de pintalabios o con un insecto o basura dentro. Disfruto conversar, actualizarme de todo lo que sucede en el país, de los chismes del barrio. Es grato saber que brindo con modestia un desayuno saludable. Por lo menos a mí el café me alivia los dolores de cabeza y me da energía.
¿Crees que el café está muy unido a la idiosincrasia del cubano?
Por supuesto. Y no solo lo comento como vendedor, sino como consumidor. Es triste saber que muchas personas no pueden ya brindarlo cuando llega una visita. Forma parte de una tradición y es una cortesía que desgraciadamente muchos han tenido que ir sepultando.