Con menos dinero, pero con más felicidad

Yusimí Rodríguez

Una calle de La Habana.

HAVANA TIMES, 11 oct. — Hace un par de meses conocí a Marielys (que como otros entrevistados no dará su nombre real, pero tengo que llamarla de alguna forma) y mientras caminaba con ella hasta la parada de la guagua dijo algo que casi me tumba de nalgas por la sorpresa: “Yo dejé un trabajo en el que ganaba 475 pesos, más una jaba de aseo con jabón, desodorante, detergente, íntimas, cuchilla de afeitar, etc., por uno en el que gano 355 pesos, sin jabita”

“Generalmente la gente lo que hace es ascender, en vez de retroceder. Yo retrocedí en lo económico, eso es evidente; pero profesionalmente, no y espiritualmente, tampoco, porque ahora estoy haciendo lo que de verdad me gusta, algo a lo que le veo más sentido, y en lo que me he encontrado yo,” me dijo.

El empleo con un sueldo de 475 pesos y jaba de aseo incluida, que abandonó Marielys era el de Trabajadora Social.

¿Podrías explicarles a los lectores en qué consistió el Programa de Trabajadores Sociales, y a mí, que tengo una vaga idea? Creo que comenzó en el año 2000 ó 2001.

La fecha exacta no la sé; debe haber sido en el 2000 porque yo estaba en último año del preuniversitario cuando comenzó todo el boom de los trabajadores sociales. En teoría es un trabajo muy bonito. Como decía Fidel, éramos los médicos del alma. Aquí nosotros no tenemos una entidad que nos respalde económicamente con cosas materiales para darle a la población; o sea que el trabajo de nosotros era de pura gestión y muy espiritual, escuchar los problemas de la gente, no podíamos hacer más nada porque nada teníamos para dar. Solo podíamos servir de mediadores entre las personas y el Estado.

¿Qué tipo de personas atendían ustedes?

Fundamentalmente personas con alguna desventaja social, por ejemplo adulto mayor solo, discapacitados, madres solteras, personas que vivieran en familias disfuncionales y por eso no tuvieran un debido desarrollo social, reclusos, trabajábamos también en las prisiones.

¿Y cómo es posible que no le vieras sentido a eso?

Cuando nosotros estábamos en la escuela todo era muy lindo, pero como dice el dicho: “Del dicho al hecho hay un buen trecho”; cuando llegábamos al terreno había mucha burocracia. Si tú me ubicas a mí para que yo sea la mediadora entre la persona necesitada y el Estado, dame la facilidad de resolver ese problema. Por ejemplo si yo voy a tramitar la chequera de una persona que lo necesita, no demores ese proceso un mes, o más, como muchas veces sucedía.

Una calle de La Habana.

Yo fui trabajadora social siete u ocho años y hubo casos que yo tuve desde el principio, y cuando me fui no habían tenido solución, o en realidad nunca recibieron una respuesta. El papel se perdía, o alguien lo archivaba y te lo volvían a enviar. No había responsabilidad realmente con lo que se estaba haciendo. Yo no le echo la culpa de todo al Estado, pero había muchos factores, por ejemplo la burocracia, que impedían que el trabajo se hiciera como debía hacerse.

Creo que nosotros nos hicimos una idea de cómo serían las cosas y la realidad siempre supera cualquier estudio que se haga. Por eso mucha gente se decepcionó, como me ocurrió a mí. Yo veía que éramos más bien un grupo que se creó para resolver lo que hiciera falta en el momento. Nosotros estuvimos en la Revolución Energética, Misión Milagro, Feria del Libro…

¿Tú tuviste la oportunidad de sentirte útil mientras realizaste ese trabajo?

Sí, me sentí muy útil en Revolución Energética, Feria del libro, eran cosas más concretas, con un contenido de trabajo más específico, más real. Muchas veces lo que hacíamos era papeleo, hacer un listado de los niños de cero a quince años de edad, te lo decían un martes por la tarde para entregarlo un miércoles por la mañana, cosas así, bastante absurdas. Te decían: “haz un listado de los niños que son de familias disfuncionales,” todo con mucha premura. O sea, si se hacían investigaciones no se hacían con profundidad, eran más bien para llenar papeles. Eso se repetía y se repetía; nos pasábamos el año haciendo listados y más listados. Y no entendíamos cómo era que teníamos que hacer el mismo trabajo de nuevo.

¿En el tiempo que fuiste trabajadora social, qué problemas pudiste detectar? ¿Cuáles fueron los problemas que más te impactaron?

Gente que luchó por esto, que dio su vida por esto y ahora mismo no tenían nada. O no disfrutaban de las mismas condiciones que otras personas que lucharon y son reconocidas. Había personas que realmente necesitaban lo que estaban solicitando y por la burocracia no se acababa de resolver el problema. Encontré gente a la que se le estaba cayendo la casa y no había otra cosa que hacer que enviar al trabajador social para que escuchara su problema. Te digo, es verdad que tú eres el médico del alma; tú puedes escucharle el problema a esa persona una o dos veces, pero tú no vas a ir cinco veces a alentarla… ¿con qué? ¿A decirles qué?

Proyecto de arte comunitario.

Te digo mi punto de vista. No sé, a lo mejor es que yo no entendí bien qué era lo que nosotros teníamos que hacer. Tú tienes una necesidad material que determina tu condición y tu actuar social. De la economía depende todo. Tú vas a pensar como tú vives. Si tú no tienes el techo, tú no puedes pensar en estudiar ni en más nada. Es real, aunque quieran verlo de otra manera y desviarle el pensamiento a esa persona, es real. Si tú pasas necesidad y tienes miseria, tú no puedes pensar en “Patria o muerte, venceremos.” Tú piensas en tu necesidad, porque es lo primario. Querían que muchas veces fuéramos y nos sentáramos ahí… por ejemplo como me dijo una vez mi jefa: “Si la mochila del niño está sucia, tú tienes que lavársela.” “Si la mamá quiere que tú lo lleves al médico, tú tienes que agarrar al niño y llevarlo.” Yo no estoy ahí para eso, porque además, psicológicamente no ayuda. Tú ayudas a la persona haciéndole conciencia del problema que tiene y después ayudarla a buscar vías de solución.

¿Pudiste ver alguna cosa positiva?

Bueno, positivo, sí, se les daba una dieta a los niños bajos de peso o desnutridos, totalmente gratis. Era una dieta que no los ayudaba a aumentar, pero no tampoco permitía que bajaran más de peso o que empeorara su situación. La dieta se les daba todos los meses y consistía en pastas, arroz, frijoles, aceite. Eso lo reconozco como positivo y también que se hacían distintas actividades con esos niños, por ejemplo en la semana de receso escolar, el día 4 de abril, el Día de los Niños, o sea fechas señaladas para los niños. También los llevábamos a la Feria del Libro.

¿A qué se debía que esos niños estuvieran bajos de peso o desnutridos?

Podía ser algo genético, patológico, o por la situación social de la familia. Por estas dos vías, que eran los requisitos para entrar al programa. O sea, tus padres podían tener una situación económica perfecta, y tú ser desnutrido o bajo o peso; a ti no se te daba la dieta, porque tus padres tenían como facilitarte el alimento que tú necesitabas para salir de esa situación. Los niños que se priorizaban eran: bajos de peso o desnutridos, casos sociales, casos críticos, venidos de familias disfuncionales, los que realmente lo necesitaban. Otras cosas positivas… La Feria del Libro, ya te digo que me sentí bastante útil, la Revolución Energética en un momento determinado…

¿Por qué en un momento determinado?

Hubo cosas que no estuvieron bien pensadas como en todo experimento, y al final los equipos que entregaron no eran los que necesitaba el ama de casa cubana, porque no soportaron, y eso se vio. La Revolución Energética tuvo dos momentos, un primer momento cuando estábamos en los CUPET, en todo lugar que hubiera un dispendio de gasolina, y luego entregando los equipos electrodomésticos. Después mucha gente se dejó llevar por todo lo que tenían en las manos y se cayó en muchas ilegalidades.

¿Quiénes cayeron en ilegalidades?

Los mismos trabajadores sociales. Igual se robaban la gasolina o vendían un equipo electrodoméstico. Ocurrieron muchísimas cosas.

¿Tú también estuviste involucrada en esas ilegalidades? Recuerda que yo no estoy aquí para juzgarte y tu nombre no va aparecer en la entrevista.

Yo no estuve involucrada, pero es algo que me tocó de cerca

¿Y qué pasó con esas personas que incurrieron en ilegalidades?

Nada. Ahí nada se echaba a ver, todo el mundo estaba para lo mismo… los trabajadores de Comercio. Ahí todo el mundo estaba para buscarse los pesos… todo el que estaba ahí. El que no gozó con la Revolución Energética, no gozó con nada.

O sea, era bastante difícil no caer en la tentación…

Bastante difícil. Es que los primeros casos sociales son los trabajadores sociales… El programa comienza con el objetivo de darles ocupación a muchísimos jóvenes que estaban desvinculados, para que hicieran algo con su futuro, que estudiaran, y les ofrecieron muchísimas cosas. Se les daba un curso emergente de trabajador social que duraba seis meses, se les pagaba un estipendio de cincuenta pesos, salían a trabajar con un sueldo de 340 pesos.

La problema de vivienda es grave en la capital.

Desde el mismo momento que empezabas el curso, te daban los 50 pesos más una jaba de aseo. Tenías la oportunidad de coger ese curso cuando terminabas el último año de preuniversitario, o si estabas desvinculado. Tenías horario abierto, y además la facilidad de entrar a la universidad a estudiar una carrera de letras en la sede municipal, sin hacer pruebas de ingreso. ¿Qué más facilidad para una persona que está desvinculada, sentada en la esquina de su casa sin hacer nada? Millones de gente que entraron ahí al principio eran desde lo mejorcito hasta lo más malito, y mucha gente marginal… Lo que te quiero decir es que los primeros casos sociales eran los mismos trabajadores. Es algo casi maquiavélico: tú vas a una casa a sensibilizarte con una persona que tiene el techo roto como el de tu casa, que quizá ya se cayó completamente.

Bueno es que en Cuba lo que sobra son los problemas de vivienda.

Exacto. Entonces, imagínate. ¿Los que estaban ahí, quienes eran? Lo mismo el que no cogió carrera, que es mi caso… Aunque yo entré de corazón, porque eso era lo que yo quería hacer. Yo sabía que no iba a aprobar la prueba de ingreso de matemáticas, porque soy mala en esa asignatura, pero yo decía que iba a suspender las pruebas de ingreso para entrar al programa de trabajo social. Yo estaba súper, emocionada con eso. Hubo un momento, antes de yo entrar, que decían que ya no iban a hacer más captaciones y yo estaba muy triste porque no me imaginaba haciendo más nada que no fuera trabajo social, porque a mí eso me gusta, eso está en mí, ayudar a la gente.

Pero de pronto cambiaste, y no fue precisamente por una cuestión económica…

Es lo que te decía, cuando tú llegas a la realidad, la realidad supera todo. Vi que no hubo correspondencia entre lo que nosotros estudiamos, tan lindo, en la escuela, con tan buenos profesores, y lo que encontramos en la calle.

¿Y no te tentaba la jabita de aseo y los más de cuatrocientos pesos?

No, nada. Yo me voy a morir con un pan y agua, pero un pan y agua trabajando en lo que me gusta.

Me parece que a estas alturas los lectores querrán saber cuál trabajo es ese, tan fenomenal, que merece la pena pasar hambre, y cambiar jabita de aseo con cuatrocientos pesos, por un sueldo de poco más de 300.

Yo gano 355 pesos y soy promotora cultural. No es un trabajo fenomenal para muchos, pero para mí es algo que quería hacer y dónde me he encontrado

¿Y sientes que en tu trabajo estás siendo realmente útil?

Sí…si tú lo ves, el promotor cultural es un trabajador social de la cultura. En fin todo el que trabaje en función de la sociedad es un trabajador social. Eso está dentro de una… También a mí me gusta mucho el desarrollo cultural, y como trabajadora social no te dejaban ir más allá, todo estaba muy limitado a los papeles, a los trámites, la burocracia. Y aquí veo que soy útil porque trabajo con niños, con abuelos, con discapacitados, con niños con problemas psico-sociales. Y ves el resultado, porque cuando tú haces una actividad para un grupo de personas, las ves contentas en el desarrollo de la actividad, y luego te dan las gracias, te ven por la calle y te preguntan cuando es la próxima, ves el agradecimiento. No te hace falta que te den las gracias en ese preciso momento.

¿Qué actividades haces para esas personas?

En el verano hicimos actividades para los niños, que eran recreativas y didácticas, apropiadas para el desarrollo de su niñez. Para los adultos mayores también hacemos actividades. Tú sabes que las personas de la tercera edad en este país (te digo este porque no conozco el desarrollo de la tercera edad en otra parte) lo que hacen es buscar el pan, el periódico y los mandados. Nosotros atendemos los comedores comunitarios, las Casas del Abuelo, los centros geriátricos, y hacemos actividades que van desde exposiciones de artes plásticas hasta juegos deportivos de participación, juegos de mesa. Llevas a alguna persona a cantar, a recitar.

¿Y los recursos para realizar esas actividades?

Bueno, ya te decía que este trabajo es como el de trabajadora social. Tienes que gestionar por aquí, gestionar por allá. Porque ahora mismo en la situación que está el país, que es la situación en la que siempre ha estado nuestro país, no te permite tener un almacén donde tú vayas y puedas coger un poco de cosas. Favorablemente veo que Cultura tiene un poco más: el equipo de audio, los talentos naturales de la Casa de la Cultura; una se apoya mucho en los promotores naturales que tiene en el Consejo Popular. Y el trabajo sale.

Una calle de La Habana.

Además, como estás vinculada a las instituciones culturales, tú también debes tener un poco de chispa. No tienes audio, pero hay un buen moderador y un buen cantante, y ahí mismo armas tu actividad para los abuelos. Si hay una payasita que tiene una peña todos los sábados por la mañana, pues tú coges los niños y los llevas para allá. Es un trabajo bonito, desde el punto de vista que lo veo yo, porque a mí me gusta hacer cosas por la gente. Yo tengo una necesidad inmensa de estar siempre compartiendo, dando, haciendo. O sea, veo que puedo hacer más por la sociedad como promotora cultural que como trabajadora social.

Y por menos dinero

Sí, con menos dinero, pero con más felicidad.

¿Quieres hablar de este otro proyecto que tienes, más personal?

Eso lo hago por esa necesidad de la que te hablaba, de estar rodeada de gente, dándoles opciones, oportunidades, conversando. Eso lo tenía pensado con una amiga mía hace tiempo. En principio queríamos hacer un espacio de arte culinario, llevar algún plato y alrededor de eso construir toda la actividad. Y después abrimos un poco más el diapasón, para poder incluir todas las manifestaciones artísticas y que fuera un espacio amplio dónde las personas consumieran todo lo que nosotras pudiéramos rescatar por ahí. Si lo reducíamos, solo iban a ir los interesados en el arte culinario y se nos iba a quedar fuera el que le gusta cantar, el que le gusta recitar, el que le gusta leer.

Ese espacio le tenemos todos los últimos domingos de cada mes a las seis de la tarde con carácter itinerante, queremos llevarlo a diferentes zonas porque las personas tienen en su mente el fatalismo geográfico, y esa es una forma de llegar a la gente. Nosotras no somos del centro de la ciudad, así es que tratamos de que todo el mundo tenga la oportunidad. Nuestros objetivos son muy simples: darle a la juventud y a personas de cualquier edad un espacio donde puedan recrearse sanamente, donde puedan sentirse bien con cosas muy simples, muy espirituales, porque no tenemos equipos de audio, ni talentos profesionales, ni recursos económicos, nada. Todo se logra con el sudor y el esfuerzo de nosotras y con recursos nuestros.

¿Quieres explicarles a los lectores por qué no vas a dar tu nombre?

Bueno, porque la gente manipula mucho la información, y de momento yo estoy hablando aquí muy espontáneamente, sin ningún tipo de intención, y todo se manipula políticamente. Estos criterios que yo he expresado, pueden decir que es algo político y contrarrevolucionario, manipulando también el concepto. Por eso es mejor así.

2 thoughts on “Con menos dinero, pero con más felicidad

  • Hola, el leer algunas de las razones que da esta trabajadora social para estar descontenta con su anterior trabajo. Me ha puesto a reflexionar sobre las otras trabajadoras sociales que “venden la gasolina” y otros recursos que el Estado a traves de este profesional hace llegar a la población. Y mi pregunta es ¿a caso el trabajador social no es también parte de la población que con el salario que recibe no logra satisfacer sus necesidades básicas humanas y de desarrollo social? Desde luego que no quiere decir que es justificable la conducta de estas personas que hacen mal uso del poder y confianza que el Estado les da.

  • …Hola!! que yo sepa!! en ningun pais el “salario” alcanza a no ser que seas millonario! fuera de Cuba te “cobran” hasta el aire que respiras!! a veces como yo…que tengo 3 trabajos!!! lo de Cuba…es la “falta” de control…EL PATERNALISMO…ademas de la BUROCRACIA!!….si por ej. tengo una gasolinera!!?? seguro !!100% que TU NO ME ROBAS!!…pero una Gasolinera en Cuba no es de “nadie” bueno Si del Estado!?? o de la CIMEX!? una Corporacion (tipo capitalista) que “controla” el Minint,o las Far….solo pregunta!??…yo vivo en Berlin…tengo un amigo!! que es de mi barrio(santiago de Cuba)….el tiene una trabajadora social porque es enfermo….su trabajadora social…hace todo…desde darle las medicinas todos los dias!! hasta ..pagarle el alquiler de la casa…..pero ademas de eso son “abogados”….no salen del Preuniversitario…. son Profesionales en esa rama….que venga alguien de 20 años a darme”a lo cubano” “una Muela” sobre esto y lo otro!!!! cuando Yo!! soy un “profesional”(gracias a la Revolucion cubana)..lo digo con ORGULLO!…pero hay que CAMBIAR CONCEPTOS!!…saludos!!

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