“Calica” Ferrer y su relación con el Che: “Fui amigo de un héroe”

Por Gabriel Tuñez (dpa)

El Che Guevara en Guatemala en el año 1954.

HAVANA TIMES – Carlos “Calica” Ferrer tenía tres años cuando en la ciudad de Alta Gracia, situada en un amplio valle rodeado por sierras en la provincia de Córdoba, en el centro de Argentina, se hizo amigo de Ernesto Guevara, que tenía un año más.

Le llamó la atención “la forma de ser siempre valiente, su alma de cacique, su viveza y su fortaleza, que, sin embargo, no usaba para imponerse físicamente”.

Veinte años después, iniciaron un viaje por América Latina. Lo hicieron en tren, en camiones y en autobús. Partieron desde Buenos Aires en 1953 a Bolivia, Perú y Ecuador, donde se despidieron en 1956.

Aquella aventura se transformó en el libro “De Ernesto al Che. El segundo y último viaje de Guevara por Latinoamérica”, publicado por la editorial Marea. Siguieron siendo amigos hasta la ejecución de Guevara, hace medio siglo. “Yo debí haber seguido con él”, reflexionó Ferrer en una entrevista con dpa.

¿Qué recuerda de aquellos días de la infancia en Alta Gracia?

Ferrer: Recuerdo aquella época como una etapa en la que jugábamos todo el tiempo y hacíamos cosas comunes para cualquier niño. No hay que creer que Ernesto ya era un ser que venía de alguna galaxia y que tenía como objetivo hacer revoluciones, sino que todo ese proceso lo fue concretando con los años. Hacíamos deportes y también íbamos a bailar. Ernesto era un negado para la música y bailaba muy mal, metía la pata todo el tiempo. A los 11 años cursamos juntos el quinto grado en la escuela, a la que él se ausentaba mucho por su asma. Después yo me fui a estudiar a Córdoba, así que nos veíamos cuando volvía a Alta Gracia en los días feriados o en las vacaciones. Estábamos siempre juntos

¿Cómo organizaron y concretaron el viaje por América Latina?

Ferrer: En realidad nuestro viaje, que fue el segundo de Ernesto por Latinoamérica, había comenzado un año antes. Yo iba a ser parte del que realizó con Alberto Granado, aquel que Gael García Bernal y Rodrigo de la Serna filmaron en “Diarios de motocicleta”. Pero no me subí a la moto porque cabían dos nomás. Ernesto me dijo: “Calica, quedate tranquilo que cuando regrese, hacemos juntos otro viaje. Me gradúo de médico y partimos”. Pero a él le faltaban doce materias para graduarse. “¡Qué mierda en un año, Chancho, si a vos te faltan doce materias, pelotudo!”, le respondí. “Vas a ver que las voy a dar”, me contestó. Cuando Ernesto se graduó, vino y me dijo: “Acá tenés, pelotudo”.

¿De qué modo decidieron el itinerario?

Ferrer: Ernesto me propuso partir desde Buenos Aires hacia Bolivia, porque ya conocía Chile de su recorrido con Granado. Nuestro viaje tenía mucho de aventura. No teníamos dinero ni las visas para ingresar a cada país, pero las fuimos consiguiendo en el camino. De Bolivia, donde quedamos muy seducidos por la revolución que planteaba el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), cruzamos a Perú, donde se vivía una dictadura tremenda, y luego a Ecuador. En Guayaquil nos despedimos por esas circunstancias de la vida. Yo debí haber seguido con Ernesto. Él siguió rumbo a Guatemala para conocer de cerca lo que había sido el triunfo en elecciones libres del presidente Jacobo Árbenz (1951-1954). Después la historia es sabida: viajó a México, se casó, nació su hija Aleida, conoció a Fidel Castro y se embarcó en el barco “Granma”, que para mí es el momento en el cual Ernesto pasa a ser el Che. El nuestro fue un viaje inolvidable en el que nos divertimos mucho.

¿Cómo y dónde se enteró de la ejecución de Guevara?

Ferrer: Ya se sabía que Ernesto estaba en una posición muy difícil en Bolivia. Todos suponíamos que lo tomarían prisionero y lo juzgarían, pero no que decidieran matarlo. Los diarios de la época hablaban de sus combates. Yo vivía en Venezuela en ese momento, y cuando vi la primera foto que se publicó de su cadáver dije: “Este no es Ernesto”.

Estaba muy desprolijo, con mucho pelo y muy barbudo. Pero en los días siguientes supe que en Cuba Fidel Castro le llevó la misma foto a Granado, y él lo reconoció. Ahí acepté su muerte.

¿Qué sensación le causa ver el rostro de quien fue su amigo en remeras, banderas, llaveros, relojes?

Ferrer: Muchos creen que se trata de una operación comercial de la familia Guevara, pero no es así. Yo siempre recuerdo una frase que me dijo un general cubano amigo mío: “Son cosas que no me gustan, pero me consuelo pensando que por lo menos tienen la imagen del Che”. Eso mismo pienso yo.

¿Qué le diría hoy a Guevara si lo tuviera sentado a su lado?

Ferrer: “¿Qué te parece, hermano, a lo que hemos llegado después de todo lo que hiciste?” Resulta imposible pensar que una minoría tenga toda la riqueza del mundo y que haya gente que muere por hambre o por falta de atención médica. Pero siempre las democracias avanzaron tres pasos, retrocedieron dos y ganaron uno. Yo siento que fui amigo, y sigo siéndolo, de un héroe. Un hombre al que dentro de 100 años lo van a seguir recordando.