Artesana cubana: “Hay que aprovecharlo todo”

Por Yusimí Rodríguez

Yenisey con una de las flores que vende.

HAVANA TIMES, 5 septiembre — El miércoles pasado, cuando caminaba hacia la tienda La Puntilla, vi a una pareja bailando en la acera al ritmo de una canción que sonaba en alguna radio.  Me detuve al reconocer a la muchacha.  Se trataba de Yenisey, a quien conocí en el 2005, cuando ella trabajaba con mi amigo Michel en un taller de cerámica estatal.

La vida de ambos ha cambiado desde entonces.  Él publicó su primer libro, ha hecho dos exposiciones personales… y quedó excedente en el taller donde trabajaba.  En este momento está desempleado.

Ella tiene un niño de dos años y también dejó de trabajar para el Estado.  Me muestra la mesa donde exhibe la mercancía que vende, ahora como trabajadora por cuenta propia.

HT: ¿Cómo te va? ¿Cómo te llevan los impuestos?

Una de las flores echas de paja de maíz.

Yenisey: Los impuestos son altísimos.  Imagínate que tengo que pagar 300 pesos mensuales de licencia, 262 pesos cada tres meses o 87 mensuales para la Seguridad Social, 30 pesos diarios por vender en este sitio, y además el 10 percent de la ganancia diaria.  Es mucho.

HT: Pero estás ubicada en un buen lugar (Calle 1ra en Miramar, a media cuadra de la Tienda La Puntilla)

Yenisey: No creas, a veces me voy de aquí con 1 CUC, o sin nada.

HT: ¿Entonces te iba mejor cuando trabajabas para el Estado, y tenías tu sueldo mensual seguro y no pagabas ningún impuesto?

Yenisey: ¿Estás loca? Con lo que me pagaba el Estado no me alcanzaba para nada.  Muchas veces no había materia prima para trabajar y nos mandaban para la casa con el 60 percent del salario.  Con lo que gano aquí puedo ir de vez en cuando a la Pizzería Cinecitá, en 23 y 10 en el Vedado; el otro día fui al Acuario con el niño y gastamos bastante dinero.  Hace poco vendieron unas sandalias en la tienda, en 5 CUC y me compré un par.  (Cinco pesos convertibles representa 120 pesos en moneda nacional, casi la mitad de su salario en el taller de cerámica estatal).  He podido comprarle ropas y zapatos al niño.

Pulso hecho de coco.

Lo que gano aquí no me alcanza para comparar un carro, ir a hoteles, en fin, lujos; pero sí para vivir y de vez en cuando darme algún gusto… Además no tengo la presión de un jefe encima de mí, no marco tarjeta.  Vengo sobre las diez de la mañana y puedo irme ya si quiero.  (Son las tres y diez de la tarde)

HT: Entonces los impuestos no son tan altos…

Yenisey: Son altísimos.  Lo que sucede es que a mí me da la cuenta porque hago muy poca inversión.

Me cuesta creerle, porque en su mesa hay muchas piezas de madera: pulsos, aretes, collares; hay piezas de tarro, además, y otras cosas elaboradas con plástico.  Aunque sé que ella confecciona todo, supongo que invertirá algo en los materiales, pero Yenisey me sorprende.

Flores hechas de crital, con tallo de alambre de teléfono y base de madera recuperada.

Yenisey: ¿Ves estas flores? Están hechas con la paja del maíz.  En los mercados la botan, después de vender el maíz molido para hacer tamal.  Voy y las saco de los contenedores de basura.  El tallo lo hago con la parte gruesa de la penca de la palma o la mata de coco.  ¿Cuánto dinero invertí? (Mientras conversamos un muchacho le compra una de las flores y varias personas se acercan a admirarlas y a preguntar el precio).

Eso no es todo.  Los pulsos y aretes que pensé habían sido hechos en madera, fueron elaborados con la corteza del coco.   

Yenisey: También lo botan en los mercados, después de sacarle la masa para venderla.  La gente la compra para hacer dulce o sacarle la leche.  En mi casa a nadie le gusta, pero algunos cocos sí tengo que comprarlos para quitarles las dos puntas, sacarles la masa y trabajarlos hasta que sale este pulso, que parece hecho de madera torneada.  Cada coco cuesta 5 pesos cubanos, o sea 0.25 CUC.

Pensaba que los pétalos de las flores pequeñas habían sido hechos en algún tipo de plástico, pero son de cristal.

Pulsos hechos en madera majagua y figuras hechas en tarro.

Yenisey: De las botellas rotas y pedazos de vidrio que la gente bota.  Los recojo y les doy forma.  Para los tallos empleo el alambre de los cables de teléfono y la base es de madera recuperada en las carpinterías.  Esta madera, también la empleo en algunos pulsos.  Es siempre madera recuperada, no la compro.  El tarro que usé para confeccionar estas figuras, que pueden ser formas humanas o animales, lo recupero en las vaquerías.  En algunas, lo venden, pero casi siempre lo consigo regalado.

Hay que aprovecharlo todo, la gente se da el lujo de botar muchas cosas.  Cuando inviertes poco, puedes vender más barato que los demás.  La gente a veces no entiende que uno vende caro porque tiene que gastar mucho dinero para comprar los materiales.

Si yo tuviera que invertir dinero en materiales o comprar la artesanía elaborada por otra persona para venderla aquí, me sería muy difícil.  De esta forma, logro sacar el dinero de los impuestos y mi ganancia, aunque tengo que trabajar bastante.  Necesito tiempo para hacer la artesanía, atender mi casa, a mi hijo que solo tiene dos años y está en el círculo, y además venir aquí de lunes a sábado.  Mi único día libre es el domingo.

HT: ¿Desde cuándo estás trabajando por tu cuenta?

Yenisey: Desde junio y fue lo mejor que hice.  Llevo tres meses y me está yendo bien.  No aspiro a tener lujos, sino a poder comprar lo que necesito y con el salario no me alcanzaba.  Espero no volver a trabajar para el Estado.