A propósito de un viejo cartel en Centro Habana

Por Ivett de las Mercedes

HAVANA TIMES – La situación habitacional en Cuba es una espina en el talón de la mayoría de los cubanos. Magda Espinosa, de 74 años, vecina del municipio de Centro Habana, nos cuenta la desazón que le provoca un cartel que reza Construcción de viviendas para combatientes,  sobre la fachada de una casa en ruinas en la calle Ánimas.

HT: ¿Puede argumentar en qué consiste ese sentimiento que le provoca mirar ese cartel?

Magda Espinosa: Es triste ver cómo años tras años los proyectos en nuestro país van quedando atrás. En Cuba estamos llenos de buenas intenciones, pero al final algo sucede y todo se estanca. Ese cartel, para mí, es un vivo reflejo de nuestra situación.

HT: ¿Será que las buenas intenciones no tienen sustento material?

ME: Uno espera que en algún lugar exista alguien preparado que saque las cuentas para el bien de todos, los planes económicos existen por algo, si bien es cierto que muchos abandonan el país, los que se quedan necesitan progresar.

Caminando por la calle Animas

HT: ¿Por qué cree que no se ve la mejoría en cuanto a la vivienda, a pesar de ser evidente que la cifra de los que se marchan va en aumento cada día?

ME: La lógica indica que mientras más personas abandonan el país más posibilidad de mejorar tienen los que se quedan, pero aquí todo está contra la lógica. En una casa viven a veces tres o cuatro generaciones, si los más jóvenes se van queda el resto, son muy pocas las casas vacías.

HT: ¿Qué cree que sucederá en ante esta situación?

ME: Lo mismo que hasta ahora. Las relaciones humanas continuarán deteriorándose, con toda su carga de gritos, amenazas, golpizas y silencios. Vivir con abuelos, hijos, nietos y bisnietos no es fácil, y si tienen un solo baño o un solo televisor o refrigerador, figúrate  lo que es hacer cola en tu propia casa para ir al baño.

Todas esas personas tienen que ir a la escuela o al trabajo a la misma hora, súmese a eso una casa donde el agua entra en días alternos; en algunas ocasiones los ciclos son más extensos; hay que cuidar cada centímetro cubico que se carga. Es muy fácil pasar por una calle y escuchar gritos, palabras obscenas, y juzgar cuando se ignora la vida que llevan esas personas empujadas por la necesidad.

El frente del edificio.

HT: ¿Puede decirse que la vida de los habaneros es una batalla diaria y que la falta de vivienda conspira contra el bienestar del pueblo?

MA: Por supuesto, la violencia comienza en el hogar y va creciendo junto a otras necesidades que te asaltan cuando cierras la puerta. El país está bloqueado dentro y fuera, no hay recursos, y los pocos que tenemos caen en manos de algunos que sacan provecho de ello. Es una cadena de decenas de eslabones, lo único que puede hacer la gente necesitada es rezar y esperar por un milagro.

HT: ¿Entonces cree que el edificio de los combatientes no se concretará?

ME: Qué va a concretarse, hace muchísimos años que vivo por aquí, y ese cartel continúa en el mismo sitio, en realidad me pone mal, es como una constante, como una reafirmación de que todo seguirá igual. A veces doblo por otra calle para no verlo, la verdad es que me echa a perder el humor.

Una trata de enfrentar el nuevo día con optimismo, se dice que algo va a cambiar, evade los dramas, las situaciones difíciles, se adapta a vivir con poco, pero lo cierto es que a veces voy conversando con alguna amiga y mis pasos me traen por esta cuadra;  ahí me desgracio el día.  (yo dejaría esta parte del post para el final, le da un gancho tremendo)

Dentro de la vivienda.

HT: Originalmente este edificio debió ser para un grupo de combatientes en específico, ¿qué cree que ha pasado con ellos?

MG: Pienso que ellos y sus familiares también deben haber perdido la esperanza hace ya mucho tiempo, algunos habrán fallecido o, como tantos otros, abandonado el país por razones económicas. Puede ser que este cartel vaya un poco más en el tiempo y se refiera a los primeros combatientes de la Revolución, aunque espero que no sea así. Lo que sí puedo asegurar es que donde quiera hay casas y edificios en pésimas condiciones, algunos al borde del derrumbe.

Ahora la moda es darle algunos locales a los jefazos, un día usted ve una bodega o algunas tiendas, al siguiente, ve a los albañiles levantando una suntuosa mansión, sería muy bueno que alguna vez existieran edificios de apartamentos que se pudieran rentar.

No me opongo a que la gente tenga dinero, hay un mito en eso de que el dinero corrompe, no creo en eso, hay gente que trabaja muy duro y se merece vivir bien, creo que sería muy bueno que el que tiene dinero, tanto de su esfuerzo como de su familia que se lo envía del extranjero, pueda alquilar un apartamento o comprar un terreno y levantar su casa, por ahí existen muchos terrenos esperando ser habitados.

Dentro de la vivienda para combatientes.

Hay gente que no tiene dinero y vive en llega-y-pon: casas de nailon, de papel, de tablas, de material reciclable, sin electricidad ni agua. El Estado debería abrir los ojos y pensar en esas familias de gente tan necesitada. La familia es lo más importante en una sociedad, después es muy fácil hablar de la violencia, de la pérdida de valores, juzgar a la juventud, pero qué generación ha vivido en las condiciones de hacinamiento que vive esta.

HT: ¿En qué condiciones vive usted?

MG: Mi familia es una de esas familias de la que antes hablé. Mi hijo es un joven estudioso que se sacrifica para salir adelante, sé que muy pronto irá por una nueva vida lejos de aquí. Las madres cubanas hemos aprendido a apoyar a nuestros hijos, aunque su ausencia nos duela, todas queremos lo mejor para ellos.

HT: ¿Entonces no tiene esperanzas de que las cosas mejoren?

MG: No, la esperanza es verde y se la comió la chiva. 

 

 

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