“A pesar de que estoy ciega, veo claramente lo que pasa”

La Senadora chilena Fabiola Campillai entrevistada

La Senadora chilena Fabiola Campillai entrevistada

Por Silvia Peña Pinilla (El Mostrador)

HAVANA TIMES – En esta, la primera entrevista que otorga como parlamentaria, la senadora independiente Fabiola Campillai habla de cómo, después de que una bomba lacrimógena disparada por carabineros destrozara parte de su cara, dejándola ciega, sin olfato ni gusto, sacó fuerzas para impulsar los ideales que tenía guardados desde muy joven. Pobladora, obrera, se convirtió –con la primera mayoría nacional– en la única senadora ciega en la historia de Chile.

Hoy, Campillai, 38, es un símbolo vivo de las víctimas de violaciones de los derechos humanos en democracia y una de las principales impulsoras de la Ley de Amnistía para los presos del estallido (2019), que se votará en los próximos días. A diferencia de sus pares, ella está, además, por eliminar el Senado y tener una Cámara distinta.

Ella tiene una voz clara, dulce y firme, que alza cuando se apasiona por un tema. A pesar de que sus ojos ya no están, lleva la conversación de frente, manteniendo “la mirada” como si me viera y gesticulando con las manos mientras habla. Está sentada –dando la espalda a la ventana que deja ver los Tribunales de Justicia en calle Compañía– en su oficina del Senado en Santiago. Lunes y jueves trabaja aquí junto a su equipo más cercano, programando cada semana. Martes y miércoles se traslada a Valparaíso.

“Cuando no tengo que ir al Congreso, privilegio los territorios. Comencé visitando a los alcaldes independientes de la Región Metropolitana. Pronto me reuniré con las organizaciones. Es un tremendo trabajo, pero quiero juntarme con toda la gente. Ellos me pedían, cuando iba a encantarlos para que me dieran su voto, que no los olvidara, que había muchas cosas que necesitaban. Yo sé que no todas las comunas son iguales, pero cada cual tiene sus carencias… Son 52 comunas, porque en todas partes votaron por mí, aunque en unas más que en otras, pero en todas esperan que vaya”.

¿También en el sector oriente?

Sonríe y agrega: “También… Todos esperan que estemos con ellos y eso es lo que quiero, trabajar para ellos y con ellos”.

Campillai Rojas se convirtió en la primera senadora no vidente en la historia de Chile, al obtener 402.784 votos (15,17% del total de los sufragios) y, con ello, la primera mayoría nacional. Integra la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía; la Comisión Especial encargada de tramitar proyectos de ley relacionados con niños, niñas y adolescentes, además de la Comisión de Ética y Transparencia.

Su primera meta, y que le ha valido uno que otro roce, como el ocurrido con el senador Manuel José Ossandón –que prefiere no comentar–, es impulsar la Ley de Amnistía para los presos del estallido social. “Espero que se vote luego y tener a nuestros jóvenes libres en la calle”, dice.

Ya se postergó una vez, ¿cómo proyecta el avance, están los votos para esta ley?

Ni ahora ni más adelante se ve muy bien, pero tenemos que estar preparados para buscar otra manera de que nuestros jóvenes salgan de la cárcel y lograr que haya algo de reparación. Tenemos muchachos que llevan más de un año en prisión preventiva, en algunos casos 2 años. ¡Es mucho! Si es necesario, habrá que analizar estrategias para después de esto, pero seguimos luchando por la libertad hoy. Estoy muy concentrada y haciendo todo por la amnistía.

En la conformación de fuerzas al interior del Senado, Campillai trabaja con Apruebo Dignidad, pero vota de manera independiente: “Tenemos en común algunos pensamientos, puede haber acuerdos políticos, pero mi independencia siempre será lo primero, eso no está en duda. La última palabra es mía como independiente”.

Es precisamente esa independencia la que la llevó a pedirle a la Convención Constitucional (CC) que terminara con el Senado, en donde ella es una de sus integrantes.  “Allí es donde se entrampan las leyes, vemos cómo se vota en la Cámara de Diputadas y Diputados y, luego, en la Cámara Alta se frena ese adelanto, se ponen trabas”.

A su juicio, ¿qué crea ese entrampamiento?

Muchos factores… Hay una elite, una casta política diferente allí. La realidad es que estoy ahí porque nuestro pueblo me puso, pero llegaré hasta donde diga la Convención. Así es como pienso y lo que represento. Voy a seguir con la cabeza bien en alto diciendo las cosas que creo y votando a mucha conciencia y de frente al país, a un pueblo que fue el que me eligió.

¿Cómo evalúa el desempeño de la CC?

Apoyo el trabajo de la CC, y reafirmo día a día mi compromiso con quienes están escribiendo la nueva Constitución, porque no hay que olvidar que a la gran mayoría de esas personas las elegimos desde el pueblo, para que plasmen en el documento nuestras necesidades, demandas y principios.

En los últimos días parece ir creciendo una campaña por el Rechazo, ¿cuál es su sensación?

Me parece muy predecible lo que está haciendo la derecha: siempre se han llevado bien con las campañas del terror. Claro, si las crean ellos mismos solo para asustar al pueblo, como lo han hecho tantas veces en la historia. Es obvio que iban a empezar desde muy temprano a mentir, pero no porque sea obvio debemos bajar los brazos o relajarnos. Hay que poner todas nuestras fuerzas en desmentir sus falsedades, tanto de la derecha como de los medios de comunicación que las replican; y explicar muy bien los alcances de lo que se está aprobando en el Pleno y en las comisiones. Yo, desde ya, llamo a aprobar el próximo 4 de septiembre, sin temor ni dudas, y me pongo a disposición de lo que necesite la CC para salir a los territorios a hacer la bajada del documento.

La senadora en la primera reunión del comisión de Derechos Humanos.

¿Cómo evalúa su primer mes en el Senado?

Estoy recién partiendo, vamos a ver cómo va a funcionar esto…

Su candidatura respondió a un movimiento social, ¿se proyecta en política por más tiempo?

No tendría ningún problema en seguir trabajando con la gente de verdad, es lo que me gusta porque aquí estoy por ellos y, si ellos lo quieren, voy a seguir. Porque deseo que el futuro de mis hijos mejore, que puedan acceder a mejor educación, salud y que el día de mañana puedan tener una vivienda y pensiones dignas, lo cual hoy no ocurre. También que tengan todos los derechos que han sido negados o funcionan mal. Hoy lucho para que el día de mañana no se repita lo que me pasó, que no vuelva a haber personas mutiladas, que mi familia pueda vivir tranquila y en paz en este país. Tengo mucha esperanza de que esto ocurra y soy una persona que lucha hoy para que eso sea así.

La instalación

La senadora acude cada semana a Fundación Luz, donde recibe clases para moverse en la calle, uso del bastón y también manejo del celular. Esta fundación y la Usach elaboraron un documento que entregaron al Congreso, en diciembre pasado, con el objetivo de que Campillai pudiera desempeñarse sin problemas en el Congreso.

Entre las peticiones estaba un software de voz que le permitiera escuchar los documentos que no puede leer (todo funciona con escritos, minutas, actas, antecedentes, etc.), la eliminación de cables y otros obstáculos en los pasillos, así como en el hemiciclo. A los requerimientos técnicos se sumaron un par de modificaciones en el reglamento del Senado y se le permitió una asistente personal en la Sala, que es quien le narra lo que no puede ver. Y la contratación de Marco Cornejo, su marido, como chofer personal. Se argumentó la necesidad de que el traslado fuera realizado por una persona de absoluta confianza, que la asista por su investidura y por su condición de salud. Ya tiene un computador con programa de voz, pero todavía falta el acceso audible a toda la documentación legislativa y a la Biblioteca del Congreso.

“Somos alrededor de 3 millones de personas en Chile con alguna discapacidad y falta mucho para nivelar las condiciones en cosas tan simples como poder desplazarse con seguridad por las calles. Cuando fuimos a inscribir la candidatura, tuvimos que subir 4 pisos porque el edificio no tenía ascensor. Ese día iba con Carlos Astudillo, que usa muletas”, agrega.

En todo momento la asiste y rodea un equipo muy cercano, formado en su mayoría por gente que trabajó en la campaña. Profesionales que vienen de organizaciones sociales y tienen experiencia en ese contexto.

Carlos Astudillo es su asesor político, víctima de represión por parte de militares; la fotógrafa Nicole Kramm, encargada de medios digitales y de imagen, también es víctima de trauma ocular por acción de carabineros; Yerka Ávila, jefa de gabinete, estuvo en la campaña y como psicóloga ha trabajado con víctimas del Estado; Pedro Carrasco Salvatierra es el asesor legislativo; y Daniela Barría, su encargada de comunicaciones.

“Mi esposo Marco Cornejo es mi chofer, mi compañero, el que me cuida. Se le permitió trabajar conmigo por mi salud. En territorio están Valeska Álvarez, Iván Valdés, Leonel Cádiz, que también trabajó conmigo antes en solidaridad, y Santiago Mardones. Y, por supuesto, Claudia Ahumada, mi asistente personal, que es asistente social de profesión y a quien conocí porque nuestros hijos jugaban fútbol juntos. Ella es yo, mis ojos. Tenemos un gran equipo, somos nuevos en esto, pero no en el trabajo por la gente”.

Con su equipo de asesores.

Jefa de la manada

Fabiola Campillai tiene un tatuaje en el antebrazo derecho: seis elefantes, enlazados por la trompa y la cola, marchan en fila. “Tengo que retocarlos porque algunos parecen osos hormigueros”, bromea. Y explica el significado mientras pasa su mano izquierda sobre la piel dibujada. “El grande que marcha adelante, soy yo, la jefa de la manada. El segundo, más pequeño, es mi hija mayor (22); luego mi yerno; después mi segunda hija (18); Bastián (11), mi hijo menor; y cierra la fila un elefante grande que es mi marido, que nos protege. Esta es mi manada, mi familia”, detalla.

Como senadora no ha cambiado su entorno. Sigue viviendo en la población Cinco Pinos en San Bernardo, donde nació y creció. Ahí es muy conocida porque por años ha organizado actividades en beneficio de la comunidad. Formó, junto a vecinos y vecinas, el Comité de Ayuda Vecinal y colaboró con la Junta de Vecinos. Además, se desempeñó como bombera y jugadora de fútbol en la planta industrial donde trabajaba.

“A pesar de que fue en mi población donde los señores carabineros me dispararon, es donde me siento más segura. Ahí están mi madre, mis hermanos, mis vecinos, gente que conozco desde pequeña. Mis hijas y mi hijo nacieron allí, es un lugar que me costaría mucho dejar. Hay barrios donde no se sabe ni quién es tu vecino, acá todos nos conocemos, no llega nadie sin que tú no sepas”.

Fue en esas calles donde la noche del 26 de noviembre de 2019, a los 36 años, Fabiola perdió los ojos, además de los sentidos del gusto y el olfato. Tres de sus cinco sentidos. Tenía turno de noche en su puesto de auxiliar de pastas en la empresa Carozzi, y su hermana Ana María la acompañaba en un paradero para tomar el bus de acercamiento a su trabajo. Había protestas en las calles… Tras unos disparos de lacrimógenas, ella se desplomó ensangrentada y se convirtió en la segunda persona en quedar ciega por la represión policial tras el 18-O. El primero fue Gustavo Gatica.

El juicio contra el excapitán de la 14ª Comisaría de Carabineros de San Bernardo, Patricio Maturana –hoy con arresto domiciliario–, comenzará el próximo 9 de mayo y está previsto que dure 45 días. Junto a la defensa de la senadora, liderada por la abogada Alejandra Arriaza, y el trabajo de la fiscal Paola Zárate, se suman como querellantes contra el excarabinero: el Consejo de Defensa del Estado (CDE), el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), la Municipalidad de San Bernardo y la Agrupación de Derechos Humanos Víctimas Palacio de La Moneda. El INDH pide una pena de 15 años de cárcel, mientras que la Fiscalía 12 años.

Hace unos días, Patricio Maturana, el capitán que le disparó, solicitó revisión de sus garantías

El Poder Judicial tiene que ponerse a la altura de lo que está pasando con mi caso y no seguir dilatando el proceso, estamos ad portas de un juicio y él piensa que se le vulneran los derechos. Es realmente una burla de su parte, pensando en lo que me hizo, porque a mi sí me vulneró los derechos: hoy estoy ciega, no tengo gusto, no tengo olfato y sufro secuelas de por vida. Me cambió la vida para siempre. Espero con todas las fuerzas que no se le sigan dando más garantías.

La senadora electa Fabiola Campillai recorre la Sala de Sesiones del Senado, previo a asumir en su cargo el 11 de marzo.  FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDÍA / AGENCIAUNO

La fórmula de la primera mayoría

A pesar de las secuelas y el trauma, asegura que por dentro sigue siendo la misma. “La diferencia es que no veo, pero, como antes, soy una mujer muy fuerte. Siempre lo he sido. Fui mamá soltera, a mis dos hijas mayores las crié por mucho tiempo sola. Soy como cualquiera de ustedes, trabajé en muchas cosas. Cuando mi hijito estaba chico, vendía sopaipillas en el paradero con un carrito y después vendí ensaladas en la población. Igual como muchas mujeres, que son padre y madre al mismo tiempo y sacan a su familia adelante. Todo lo viví. Quizás eso me hizo fuerte antes y hoy también”.

A su marido, Marco Antonio Cornejo, lo conoció mientras trabajaba en una tienda en Estación Central; él también era dependiente. Se casaron en 2014 y es el padre de Bastián. “Ha sido un padre para mis hijas, juntos salimos adelante en familia”.

“Lo que me pasó se convirtió en una fortaleza para mí. Siempre trabajé en el área de la solidaridad. Porque aunque no lo queramos, la salud en Chile es pésima y para financiarla necesitamos bingos, completadas, platos únicos, rifas. Yo sé de eso, pero desde que me dispararon, a pesar de que estoy ciega, veo claramente lo que está pasando en Chile”.

¿Qué ve sin ver?

Pobreza extrema en muchos lugares, una educación y salud pésimas para quienes no tienen dinero. A pesar de que tuve que hacer muchas veces cola en un consultorio, pensaba que eso era lo normal. Hoy me doy cuenta de que no debe ser así y que no puede ocurrir que la salud sea solo para los que pueden pagar. Lo mismo la vivienda, la educación. Aunque estoy ciega, veo con mayor claridad, veo lo que no veía antes.

¿Por eso decidió postular al Senado?

Sentía que había una violación tremenda a los derechos humanos, de la que fui parte. Al no conseguir justicia para mí ni para ninguna de las víctimas, pensé que una candidatura era una opción más concreta para pedir justicia para todos. Mi senaduría partió para, desde allí, luchar para que esto cambie. A lo mejor no soy una superhéroe, pero voy a hacer todo lo posible para cambiar esto desde donde estoy hoy.

¿Cuál fue la fórmula para obtener primera mayoría nacional?

Fue una tarea gigante. Jamás pensé que podía obtener tantos votos. No me lo esperaba. Si bien sabía que tenía el apoyo del pueblo, porque durante la campaña así lo sentí, no esperábamos tremenda votación. Y esto es porque la gente está aburrida de la política que no nos representa. Quieren nuevos líderes, oportunidades de ser escuchados, porque nosotros los candidatos vamos a la población, a la calle, no solo en campaña. La gente me sintió cercana. He ahí el voto y el apoyo. Muchos creyeron en mí y en el proyecto de una senaduría independiente, sin un partido político… Porque los candidatos terminan siendo marionetas… Cuando perteneces a un partido, tienes que regirte por lo que el partido dice, pero al ser independiente, voy y voto según mi convicción, sobre lo que realmente necesita la gente y de cara al pueblo. No le debo un peso a nadie.

Eso es cierto, la senadora gastó menos de lo que le correspondía. “Las personas que hoy trabajan conmigo, estuvieron dispuestos a hacer una campaña gratis. Gastamos en flyers, movilización y almuerzo para los colaboradores. El Servel aportó $47 millones y recibí $3 millones donados por la gente. Esto dio un total de $50 millones para gastos. Ese era mi presupuesto. Y al final ocupamos la mitad, alrededor de $25 millones, más o menos. Ni la cuarta parte de lo que gasta un candidato a senador. Y yo podría haber gastado mucha plata, porque saqué casi 500 mil votos”.

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