Venezuela: La revolución de los viejos decrépitos 

Por Caridad

HAVANA TIMES – Toda la población venezolana ha sufrido las consecuencias de la corrupción y la muerte de la institucionalidad. Pero han sido los jubilados, las personas de la tercera edad, quienes más han perdido, pues muchos de ellos han muerto por no tener acceso a una adecuada alimentación o a sus medicamentos. Todos han perdido el fruto de su trabajo por años: sus pensiones se han reducido a polvo.

O dicho de mejor manera: el gobierno les ha robado hasta las ganas de vivir. Por si fuera poco, no dejan de ser reprimidos cada vez que salen a la calle a reclamar sus derechos. También han sido los abuelos quienes más han tenido que acudir a la resignación de no ver a hijos y nietos, a causa del constante éxodo de los venezolanos.

Ahora, sin embargo, estamos en tiempo de elecciones. El dictador está solo, no lo digo yo, lo vemos en cada salida que hace a la calle, en las encuestas que no son compradas por él.

Es un buen momento, según Maduro, para intentar convencer a los jubilados de que su gobierno siempre se ha ocupado de ellos. Que los quiere y le preocupa que la “siniestra oposición” tome el poder y les quite la bolsa de carbohidratos y los bonos de subsistencia. 

Ilustración por Onaí

Nicolás Maduro es la viva representación de una persona con trastorno bipolar. En un mismo día se le puede ver bailando con un grupo de ancianos, y luego gritar horrores ofendiendo al candidato opositor. ¿Cómo lo ofende o intenta ofenderlo? 

Como ya sabrán, el candidato de la verdadera oposición es Edmundo González, un señor muy respetable que tiene 74 años. 

Y como el señor Edmundo no necesita ofender, ni gritar, ni denigrar a nadie en sus discursos, como no tiene un pasado oscuro que pueda ser atacado o develado por el gobierno, no hay forma de descalificarlo ante la gente. Excepto por un pequeño detalle: es un anciano.

Un viejo decrépito, según las propias palabras de Maduro y su corte. Un “gallo pataruco» (cobarde) que carece de hombría para ser el líder de este gallinero que, según la propaganda madurista, es Venezuela. Maduro se representa a sí mismo como un gallo fino, un gallo de pelea, el más preparado para seguir gobernando este país solo porque tiene 13 años menos que Edmundo González. 

Y en eso basa su campaña electoral, en la burla hacia su contendiente por ser de la tercera edad, y en su hipócrita expresión de amor hacia los venezolanos de la tercera edad. 

Es así como en un mismo discurso, Maduro puede ponerse a bailar con un grupo de abuelos, prometiéndoles mejores bonos-limosnas, y un segundo después despotricar contra los viejos decrépitos de la oposición. Según su forma de expresarse, ser viejo es sinónimo de ser loco, mala persona, fascista, incapaz, y cualquier otra barbaridad que le sirva para ocultar su propio miedo y su debilidad. Pero de todos modos necesita a esos viejos decrépitos, a base de engaños, de populismo barato y de miedo, quiere convencerlos de votar por él.

Daría pena si no provocara rabia sus ansias de seguir aferrado al poder.

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Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.