Terriblemente solos

Por Caridad

Los que apoyaban al gobierno no reciben apoyo de ello.

HAVANA TIMES – Era lo que pensaba antes de que un informe de la ONU (ese organismo internacional que es como los medicamentos placebos) decidiera colocar nombre a lo que ha estado sucediendo en Venezuela.

Hace unas semanas se “indultó” a un grupo de presos políticos, pero la mayoría de ellos ni siquiera estaban presos y mucho menos en Venezuela. Una buena parte eran políticos de oposición.

De los que realmente estaban en prisión, la mayoría ni siquiera tenía un proceso judicial activo y otros hasta habían recibido orden de liberación desde varios meses atrás. Ninguno era militar o un simple trabajador o sindicalista o de esos reclusos que todavía pertenecen a partidos de izquierda que no comulgan con Maduro.

Como Stalin, Maduro se cuida muy bien de aleccionar y hacer desaparecer a los que en algún momento pertenecieron a su equipo político.

Hace un par de meses ocurrió un hecho truculento (uno más de los cientos de casos en todo el país). En el Zulia, dos jóvenes comunicadores fueron asesinados por el FAES.

En Venezuela existen varios grupos represivos, la mayoría fueron creados en la cuarta república (1956-1999). El Gobierno de Nicolás Maduro no podía ser menos y formó su propio grupo represor, el FAES. La mayoría de quienes integran esas fuerzas son delincuentes comunes.

Eso no es un secreto para nadie. Delincuentes comunes vestidos de negro y enmascarados, que hacen limpieza en los barrios (o sea, matan sin preguntar). También roban y reciben órdenes del Gobierno para quitar de en medio a adversarios políticos. Eliminan, preferiblemente, a adversarios pobres, a esa gente que en algún momento apoyó lo que creyó que era un proceso revolucionario y hoy se atreve a disentir.

A veces ni siquiera eso, solo reclaman tímidamente sus derechos, sin atreverse a criticar abiertamente al aparato estatal. A veces solo están en el lugar equivocado o solo escribieron alguna crítica en las redes sociales.

El caso de Zulia enseguida colmó las redes. A la televisora comunitaria llegaron varias camionetas del FAES. Cerraron las calles, amenazaron a los vecinos y en un par de horas ya estaban sacando los cuerpos ensangrentados de los dos jóvenes.

Y los equipos de la televisora, porque, ya saben, los mercenarios deben recibir un botín a cambio de su lealtad. Tan sonado fue el caso, que el Fiscal General tuvo que salir a dar la cara y enviar una comisión que, supuestamente, puso tras las rejas a asesinos y culpables.

En estas semanas las calles de varios estados de Venezuela comienzan a llenarse de protestas. Son manifestaciones pacíficas en su mayoría, solo reclamando los servicios básicos cada vez más ausentes, sobre todo, fuera de Caracas.

Riesgos para ancianos cuando se conseguia gasolina.

La respuesta estatal, aun con la sombra del informe de la comisión de la ONU sobre ellos, es cada vez más desmesurada. En un periódico local se difundió el audio de un alcalde indicando a “su gente” que marcaran cuerpo a cuerpo a todos los que están saliendo a protestar. Y si son comerciantes que no se quejen cuando los saqueen porque ellos (el Gobierno, sus fuerzas represivas y paramilitares) no van a salir a defenderlos. A buen entendedor…

En Venezuela no existe la pena de muerte, pero ni falta hace que exista. Ahora que Maduro se empeña en otro show electoral (que no pone en riesgo su silla presidencial), el FAES anda muy ocupado dando su merecido a cuanto contendiente político pueda surgir.

Cualquiera que pueda representar una opción, una voz diferente en medio de esa Asamblea que quieren “recuperar”, será sacado del juego. Los métodos son lo de menos, al fin y al cabo a nadie le molesta una raya más en el cuerpo del tigre.

Respecto al informe de la ONU, el Fiscal General ha declarado que “para que haya crimen de lesa humanidad, como en Colombia, por ejemplo, tiene que haber una política de exterminio”.

Me pregunto, ¿quién creó el FAES y con qué objetivo? ¿A quién obedece ese grupo que veja, roba, asesina sin órdenes judiciales siquiera? ¿Quién tiene las cárceles llenas de hombres y mujeres que no han cometido delitos, excepto el de disentir y expresarse? ¿Qué persona es capaz de sobrevivir con un salario de menos de 5 dólares mensuales? ¿Y todos los ancianos que he visto partir o depauperarse porque tienen que escoger entre comer o comprar sus medicamentos?

La gente sana o enferma que pudo salvar su vida con un poco de atención médica, con un medicamento, pero que no pudieron acceder a ellos porque no hay una política gubernamental que haga funcionar medianamente los hospitales públicos.

¿Esa desidia administrativa que no hace nada por recuperar económicamente a un país, donde los ancianos y niños no pueden tener ni tres comidas al día, no solo por falta de alimentos, sino por no tener cómo cocinarlos, es o no es política de exterminio?

Si los jóvenes tienen que emigrar y los que quedan ven reducidas sus posibilidades de aprendizaje y crecimiento espiritual. Cuando toda esta gente mal nutrida y angustiada sale a protestar y les responden con bombas lacrimógenas y hasta con armas de fuego. Cuando los grupos represivos entran a las casas sin órdenes judiciales, sacan a patadas a sus dueños, incluyendo menores de edad, solo por intentar organizarse ante el robo y el abuso de los militares que tienen en sus manos la escasa gasolina que entra al país, ¿cómo podemos llamar a esa política?

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Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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